a óxido como la sangre.
Es ligero en mi pesadez. Yo no supe
cerrar heridas llenas de penas.
Supuse que la forzada ceguera
no me vestiría de dolor. Soy
muerte y vida en mi camino, paseo solo,
para no gritar mis pecados, soy susurros.
Fría noche que en tu aliento me calientas
y no dejas que la parca me lleve a danzar,
sin último vals, no hay lágrimas.
Dime qué hacer, ni la vida, ni el óbito
a su lado me quieren.
Yo, mientras tanto, exánime en vida
espero impaciente mi próximo baile.
Felipe J. Piñeiro, del poemario inédito A pecho des-cubierto.
Photo by George Christakis
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