este que acabo de cortar en mi cuerpo,
este donde ves entrar mi aliento
por la rendija de las cinco puntas.
Este,
que ni una estrella habita salvo sus contornos
en la espera de una sola que haga hogar de cada corte
y bendiga mis cuchillas
[las raíces del sueño donde Júpiter alimenta su mancha Roja y las esconde de Marte]
cuando Antares abra testamento junto a la balanza.
*
Rompí el martillo contra el yunque
donde reposaba el rojo de una vida
esperando ser forjado.
Me abrí la cabeza contra él hasta terminar mi trabajo.
Caldas de sangre para un rojo perfecto.
*
y jeringa de tu entrepierna
esperando noches eternas
la sobredosis.
*
únicamente aparto la tierra de mi cara
y empiezo a pisarla de nuevo
dando nuevas huellas bajo pies,
párpados y esternón.
No puedo dejar de andar
viendo, sabiendo porque ando,
donde descansar cada ampolla.
*
La espina bajo la hoja,
su beso,
el peaje de esta belleza.
párpados y esternón.
No puedo dejar de andar
viendo, sabiendo porque ando,
donde descansar cada ampolla.
*
su beso,
el peaje de esta belleza.
Miguel Ángel Berrocal
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