viernes, 24 de junio de 2011

4850 euros, por Miguel Ángel Sosa


Nueve de la noche de un viernes de junio cualquiera. Está uno en sus cosas, facebookeando, tomando notas, saboreando una copa bien merecida mientras entra por la ventana una brisa cristalina, dulce como un manojo de alfileres refrescantes, en un estado de perfecta soledad, mientras abajo en la cala el suave oleaje hace bailar las luces de posición de los barcos desde los que llegan voces de borrachos hartos de sardinas tirándose al mar nocturno asperjado por la luz de la luna, y suena el teléfono. Es un editor de Madrid del que no daré el nombre: regenta una casa bien conocida, a nivel nacional e incluso hispanoamericano, que ha publicado un buen catálogo de literatura contemporánea y clásica que no tiene nada que envidiarle a nadie. Es un editor de los que se arriesgaban, más preocupado por la calidad de la obra literaria en sí que por el balance de ventas, algo heroico en estos tiempos de mercachifles del best seller infumable en los que sin embargo es un jodido milagro que alguien aparte de Belén Esteban lea libros. Y me dice el buen señor que está interesado en publicar un libro de cuentos mío titulado La cárcel de la noche, relato que por cierto el buen lector puede encontrar por capítulos entre el batiburrillo de posts que uno tiene publicado en Libro de Arena o en Luces Clandestinas. Una leve euforia, un pequeño chispazo, nada en especial. Ha sonado por fin la flauta, me digo; la voz del editor es pausada, su discurso amable; cuando un editor te llama por teléfono a las nueve de la noche, es que se toma en serio su trabajo, y no se le puede adjudicar la etiqueta de mercader-oficinista con horario de 10 a 6 (o ni eso) que suele ser la regla general en este país de Ferias de Sevilla, Rocíos sin blanca paloma, puentes como acueductos y días del Escritor (¿?) y demás zarandajas.
Y de pronto me suelta que por el módico precio de 4850 euros puede enviarme 400 ejemplares de mi obra –sobre una tirada de 2000- para que yo, personalmente, me encargue de distribuirla y venderla, 4850 euros de nada, total, el sueldo de un mes, calderilla, lo que yo me gasto en tabaco de pipa cada vez que voy al estanco de la calle 56 esquina Quinta Avenida de Mahón, que es una megalópolis fascinante a orillas del puerto natural más grande del Mediterráneo. Y me digo: vamos a ver, ni soy puta ni tengo más cama que la mía. ¿Desde cuando un escritor tiene que hacerle el trabajo al editor que encima se va a llevar la parte del león a la hora de hacer números? No se trata de una editorial de las que han florecido como setas en los últimos años, que primero te piden el fajo y luego te publican lo que te sale de los cojones (así están las librerías, rebosantes de mierda como una alcantarilla atorada; cualquiera es escritor hoy en día, sabiendo redactar gilipolleces), o que te hacen vender durante la presentación del libro un mínimo de cien ejemplares después de no haber hecho ni el huevo a la hora de darle publicidad al libro –ediciones Atlantis, sin ir más lejos; claro que al final acabé estafando a los estafadores, que por cierto están en el Rai-. Se trata de una editorial de prestigio, como ya he apuntado, de las que años ha decían sí o no, y punto pelota, y que al menos ha tenido la gentileza de perder unas cuantas horas en leer algo que yo he pergeñado a mi manera, artesanal, descuidada, inconstante, y sobre todo, con los cojones en la mesa, porque no sé escribir de otro modo. Y después de una charla sosegada con este buen hombre, después de explicarle la absoluta imposibilidad de llevar a efecto lo que me propone, salvo que se conforme con descontar semejante pastizara de las ventas de la primera edición, o que me mande algo que quiera traducir –lo cual me deja con dos trabajos, y ya está bien- para hacérselo a cambio de lo otro, cuelgo el teléfono, me sirvo una copa, enchufo a Mozart y me quedo rumiando dudas. Es como si Planeta te dijera: OK, danos 300.000 euros en metálico y el próximo Premio es tuyo. ¿Hasta dónde ha llegado esta puta crisis, que hasta editores serios y de probada solvencia –son muchos años editando clásicos contemporáneos- te piden financiación antes de arriesgarse? ¿Dónde están monstruos como Mario Muchnik y compañía, a los que les importaba un cojón de pato el índice de ventas? Y leo cosas sobre ese esperanzador 15 M, y 19 J, y veo imágenes de gente muy cabreada tomando calles y plazas, y noto un hormigueo en esta sangre jacobina y ácrata, y me congratulo de no andar por las calles de Madrid aunque apoye con todas mis fuerzas a este movimiento social sin precedentes. Más que nada, porque acabaría metiéndole fuego a todas editoriales después de gastarme 4850 euros en whisky, putas y marisco, para después exiliarme al lejano norte celta y traducir mis sobras completas al gaélico. Conozco una imprenta en Galway que tiene muy buenas ofertas. Y la regenta una pelirroja que está más rica que el copón.

http://lucesclandestinas.blogspot.com/

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