jueves, 18 de febrero de 2010

HISTORIA UNIVERSAL DE LOS HOMBRES-GATO. Josu Arteaga


Este fragmento pertenece a la primera novela del hijo de Satanás Josu Arteaga, Historia universal de los hombres-gato, que ya tiene editorial y será publicada en breve. Zorionak, Josu!

La primavera llegó bien parida. Con su cópula de lluvia y sol. Con el despertar de la tierra y de las ramas de los árboles. Cuando eres un mocete no le das importancia. El tiempo es eterno. De juego y despreocupación. Los mayores decían que de pasar por debajo del arco iris te hacías moceta. Que a las mocetas les pasaba del revés. Las tardes se nos iban corriendo tras el arco colorido. Con la emoción de convertirnos en lo otro. Con los corazones abriéndonos el pecho. Sudorosos pero sin las fatigas que vienen después. Con los años.
Así vivíamos. Despedazando alpargatas con las goitiberas. Enredando lo que después no se podía enmendar, más que a costa de recibir algún chillo. Con las correas de los mayores. Siempre dispuestas a agilizarnos las piernas a cintazos. Con la otra correa, la de la edad, que nos hacía salir como galgos. Éramos felices sin saberlo. Con los años, reconforta ver como la primavera llega de nuevo. Te recuerda que de lo muerto y gélido, del terrón duro y la semilla, vuelve la vida. Una y otra vez. Cada vez que la tierra da una vuelta al sol. En su girar meditabundo y perezoso. Puede que hoy el mundo gire muy rápido, pero en Olariz lo hacía con sosiego. Conocedor del camino.
Con los años el tiempo deja de ser eterno. Comienza a tener su verdadera dimensión. Es agua entre las manos. Corre como un cervato por el raso de la sierra. Se apresura. Huye de los pellejos mortales. Pero tienen que ir cayendo las hojas del calendario. Un año tras otro. Con sus penalidades y sus pequeñas alegrías. Con sus trabajos y fatigas. Tienen que ir sumándose a la cuenta de cada uno, para que nos sepamos mortales.

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