martes, 27 de octubre de 2009

Buscando una cálida voz (Ahots epelaren bila). PADDY REKALDE



Aunque el locutorio de esa vieja calle
no tenga una excelente presencia
durante algunas horas del día se asemeja a un arco iris,
por los colores de las pieles de quienes entran allí
por los colores de los vestidos de los que allá van

y pienso
que todavía tiene que haber más color
en los parajes que hay al otro lado del teléfono,
más rojos los labios
más azules los cielos

y por unos minutos, al menos,
la voz que hay al otro lado del teléfono
acaricia con un cálido aliento este corazón enfriado...

El hombre que se encuentra en el tercer piso de enfrente
suele mirar, desde la ventana, con desprecio
a ese arco iris humano
que entra y sale
del locutorio de esa vieja calle,
pero no sabe
o no quiere recordar
que su padre,
una o dos veces al mes,
solía ir a otro locutorio parecido,
buscando noticias de los parajes
de donde tuvo que emigrar,
pero, sobre todo,
buscando esa cálida voz,
que le acariciara y templase,
por unos instantes, siquiera,
su enfriado corazón.

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