Para Perico, donde ande
El poema que anoche leiste y ahora no recuerdas está en el buche de alcohol a granel o tinto agrio y se lo lleva el trago primero del día quemándolo descarriladamente garganta abajo hacia el estómago roto que se descompone como siempre cuando son las ocho y cuarto de una mañana más mientras abres la portezuela chirriante del WC y afuera arrecia la lluvia y el bonachón de Xurxo repone tacañamente en el suelo el serrín para los escupitajos y flemas y a pesar de la ocurrente tristeza del cartel -“Hoy no se fía, mañana sí”- volverá refunfuñando a apuntar con tiza en un tonel las deudas de la jornada y le da igual por otra parte o le importa un reverendo y enorme carajo que los parroquianos se sienten en el water hediondo a un palmo de la pila de excrementos endemoniados porque la cisterna del agua no funciona ni nunca lo hizo para que lo mismo nadie repare en la cuerda sucia e inútil que pende con soltura y así no piensen, por ejemplo, en ahorcarse o en mechas de bombas y las ocho y media y sentado en la taza amarillenta oyes las toses o los exabruptos o los estertores y distingues por ellos a los asiduos tambaleantes y desocupados que van llegando con las manos en los bolsillos rotos camino de ningún sitio y vienen sin saber nunca si es martes o viernes pero acuden qué cojones reptando como bichas por las aceras o arrastrándose o como pueden para abrevar el aguardiente o la ginebra o el morapio barato y avinagrado y maldecir bajo el escudo del Celta y el San Pancracio idiota, sucio y sin perejil que, olvidado encima de un estante con polvo y telarañas, tiene seguramente la fea manía de dar cortes de manga o rascarse los huevos de escayola aprovechando que nadie repara nunca en él ni lo mira y todo mientras arrugas el papel de periódico - no es higiénico y qué mierda, nunca mejor dicho, importa – donde en las páginas locales los políticos apaleables se lavan las manos en el mar, aprovechando que está podrido de fuel y la suciedad de sus mentiras y de sus pezuñas no pueden dejar huella en tanta porquería y, por otro lado, en la sección internacional los poderosos siembran minuciosamente el mundo de sufrimiento y tumbas y azuzan a la muerte contra el pobrerío, la omnipresente y puta parca que también vendrá cuando quiera con su guadaña bien afilada a tomarse algo a esta tabernucha portuaria - está en su casa, por supuesto - y vuelves a terminar el vaso al mostrador de chapa abrochándote el pantalón con buenos días caballeros y seguramente solo nos faltará Dios entonces para que para de un reputa vez la jodida abuela pero todos saben - y el cubo sin agua y tú sin tabaco y el mar vomitando ahí al lado olas negras - que al pobre desgraciado se le perdonaría no asistir ya que aparte de ser abstemio y celestial el poema que anoche leiste y de pronto recuerdas pone clarito que la gran disculpa que tiene el andoba para estos casos es que personalmente no existe y a la mierda y se acabó.
Ilustra: J. Kalvellido.
1 comentario:
reputamente guapo, D
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