LA ESTIRPE DE LAS HOJAS
cálido, acuoso, frágil
de la mujer que acoge un caos como a su mesías particular.
Una hoja en blanco. Virgen. Inmaculada.
Esos somos durante los 9 meses que ocupamos el sagrariocálido, acuoso, frágil
de la mujer que acoge un caos como a su mesías particular.
En la primera cita,
sus lágrimas templadas lavan con infinita generosidad
la piel de la ciruela que aún conserva
el ardor de su sangre.
Ese primer vínculo, esa alquimia cotidiana
prepara la blancura del folio para un reciclado continuo,
adereza con sal la tinta
con la que se escriben las historias
que se escriben al margen de la Historia.
LA INMOVILIDAD NO TIENE ROPERO
Diez días de su muerte
y la penumbra sigue en el cuarto.
Años atrás, su armario
se convirtió en botica.
Los babis de faenar
y la camisa estampada de las bodas
cedieron su espacio a camisones de verano,
de entretiempo y de franela.
Donde antes hubo pañuelos
había gasas,
donde antes hubo ropa interior
había pañales,
donde antes hubo una piedra pómez
había crema para las escaras.
La resistencia al declive
la encarnaban un frasco de colonia
y la caja donde guardaba sus pendientes.
Puñetazos de coquetería
en tiempos de postración.
FACTURA
Noche de lobas solitarias
que no sueñan con fundar imperios.
Noche de luciérnagas
que ahuyentan con su vientre lumínico
los tambores del sueño.
Noche líquida
que escurre
horas
infinitas
y deja un cerco de leche rancia
en los párpados hinchados.
La noche exige lucidez,
la factura llega a cualquier madre.
PASOS
Los primeros pasos tropiezan
con un manojo de ansias y titubeos
ante la incertidumbre
de una libertad incipiente.
Los últimos se enredan
con el miedo
a la pisada que convertirá
los huesos en polvo de arena.
Nadie puede guiar el devenir de esas huellas.
Confórmate con tender tus brazos
y ser sostén cuando sea preciso.
GUSANOS DE SEDA
La sangre nos salpica desde que nacemos.
Hinchazón y un coro de aleteos azulados
acompañan al solista en su debut.
¿Qué fue de esas mariposas?
¿Emigraron al abrigo de los pueblos del sur?
Nadie sabe dónde moran,
qué flores liban,
qué viento las mece.
Hay quien piensa que regresan al olor
de la muerte.
Se vuelven orugas
y abrigan con seda
el cuerpo
que un día albergó
su primer vuelo.
Alicia Párraga, de Lengua madre (Ediciones En Huida, 2022)
No hay comentarios:
Publicar un comentario