PREHISTORIA
En mi prehistoria de ti
todos los bisontes salían huyendo,
me daba miedo la oscuridad
y siempre llovía a cántaros
al instante de descubrir
el fuego.
Después llegaste tú
y todo fue más fácil:
supermercados,
suministro eléctrico,
tu mirada
después de cenar.
Vamos a dejar huella
en esta ancestral cueva
tan llena de sombras,
tan triste de luz.
A mí me dibujarás cazando.
Detrás de mis miedos, tú.
TODAS LAS CIUDADES
Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
acariciando sus mapas,
sus líneas de metro o autobús,
viendo pasar rostros
en semáforos y escaparates,
lunas de taxis, bancos de parques,
grandes almacenes, prisas
de descansos a mediodía.
Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
vagando, sin destino concreto,
[un flâneur en la gran manzana]
al encuentro de la vorágine urbana
de farolas y hormigón,
de humo y almas huidizas
que se esconden en gabardinas,
que memorizan itinerarios.
Todas las ciudades
[y ésta más que ninguna]
se conocen deambulando.
De China Town al Soho,
pasando por el Little Italy,
para, más tarde, dejarnos fagocitar
por la Quinta, Broadway, Times Square.
Conocer una ciudad
[y ésta más que ninguna]
es deambularla contigo.
ENTONCES
Cuando pase el tiempo y todo esto
no sea más que un puñado de cenizas
de un incendio que logramos sofocar,
cuando hayamos dado por imposibles
nuestros esfuerzos por enterrarlo en el olvido
y hayamos aprendido a convivir y sobrellevar
las ganas perpetuas por no recordar,
entonces se nos escaparán sonrisas,
nacerán nuevos sueños, perderemos
el temor entre los escombros y el humo.
Cuando llegue el día en que solo queden
recuerdos en rincones oscuros de la memoria
como souvenirs de cerámica que uno guarda
en el fondo amargo de los cajones menos usados,
y ya no exista nunca cicatriz en carne viva,
ni dolores postraumáticos de agujas y espinas,
ni cansancios en horas punta de impotencia,
entonces, solo entonces, sentiremos el orgullo
de la victoria más dura, el intenso sabor
del saberse superviviente de un atentado biológico.
Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
acariciando sus mapas,
sus líneas de metro o autobús,
viendo pasar rostros
en semáforos y escaparates,
lunas de taxis, bancos de parques,
grandes almacenes, prisas
de descansos a mediodía.
Todas las ciudades
[y ésta, más que ninguna]
se conocen deambulando,
vagando, sin destino concreto,
[un flâneur en la gran manzana]
al encuentro de la vorágine urbana
de farolas y hormigón,
de humo y almas huidizas
que se esconden en gabardinas,
que memorizan itinerarios.
Todas las ciudades
[y ésta más que ninguna]
se conocen deambulando.
De China Town al Soho,
pasando por el Little Italy,
para, más tarde, dejarnos fagocitar
por la Quinta, Broadway, Times Square.
Conocer una ciudad
[y ésta más que ninguna]
es deambularla contigo.
ENTONCES
Cuando pase el tiempo y todo esto
no sea más que un puñado de cenizas
de un incendio que logramos sofocar,
cuando hayamos dado por imposibles
nuestros esfuerzos por enterrarlo en el olvido
y hayamos aprendido a convivir y sobrellevar
las ganas perpetuas por no recordar,
entonces se nos escaparán sonrisas,
nacerán nuevos sueños, perderemos
el temor entre los escombros y el humo.
Cuando llegue el día en que solo queden
recuerdos en rincones oscuros de la memoria
como souvenirs de cerámica que uno guarda
en el fondo amargo de los cajones menos usados,
y ya no exista nunca cicatriz en carne viva,
ni dolores postraumáticos de agujas y espinas,
ni cansancios en horas punta de impotencia,
entonces, solo entonces, sentiremos el orgullo
de la victoria más dura, el intenso sabor
del saberse superviviente de un atentado biológico.
Álvaro Bellido, de Todo es vorágine (Boria Ediciones, 2019).
*
Todo es pasión en la palabra de Álvaro Bellido, y dudas que buscan certezas, y fuego, porque es una hoguera de las que te abrasan, y agua, no siempre serena. Y vorágine. Todo. […] Es éste un poemario esencial en el sentido literal del término. […] Los treinta poemas que conforman esta primera antología que se ha ido macerando en un tiempo necesario para ver con perspectiva esos anni horribiles 2010-2011 sintetizan y desarrollan vivencias cuajadas de dolor, de angustia, pero también de superación, de remedios y milagros, en definitiva, de plenitud. Un Álvaro Bellido telúrico, ígneo y marino nos ofrece estos deliciosos poemas que condensan la vida y la alegría de vivirla, y consigue extraer belleza de situaciones devastadoras, de donde se deriva la invitación implícita al carpe diem de quien ha convivido con el dolor y le ha mirado a los ojos sin dejarse vencer, sirviéndose de una brújula infalible: siempre, al final de todo/ tu cuerpo en mitad de la nada.
1 comentario:
Muchas gracias por estos poemas.
Enorme trabajo.❤️
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