jueves, 13 de diciembre de 2018

TRAVESÍA: Entrevista en La Nueva Crónica.



El escritor leonés Vicente Muñoz lleva este jueves su nueva publicación a El Gran Café. | MARLUS LEÓN

La Nueva Crónica / Emilio L. Castellanos / 13/12/2018

Vicente Muñoz: "Mis heridas son también las de muchos otros"

‘Travesía’ es el título de la nueva publicación del escritor y gestor cultural leonés, segunda entrega de la trilogía ‘La llama encendida’ que este jueves verá la luz en El Gran Café

La realidad del leonés Vicente Muñoz Álvarez se significa por su condición poliédrica. Son varios los universos que se citan en una vida intensa y colmada de sensaciones y sensibilidades y de la que él ha ido extrayendo numerosos paisajes para dictar esa literatura emocional que le enmarca y cuyo trazo ha quedado moldeado en los numerosos libros que persiguen su biografía literaria. Una nueva publicación,‘Travesía’, suerte de exorcismo autobiográfico, se añade al bagaje creativo de un escritor de voz y luz propias que se deja mecer por sus propias contradicciones y que convive, precisamente bajo el amparo de aquellas, con sus luces y sus sombras. ‘Travesía’ (Chamán Ediciones), segunda entrega de una trilogía, ‘La llama encendida’, que arrancó en 2014 con ‘Días de ruta’, conocerá su puesta de largo este jueves (21:00 horas), en El Gran Café en el transcurso de un acto en el que intervendrá Fátima Ramos del Cano, directora del magazine digital Leotopía. 

– De todos los Vicentes que nutren tu existencia, ¿cuál prefieres? 

– Al escritor, sin duda, que es mi verdadera pasión y apuesta. Aunque tenga que cargar con el resto de ocupaciones y personalidades para poder comer, claro está. 

– Disfrutas de la capacidad de afrontar sin agobios numerosos oficios y ocupaciones. ¿Cómo eres capaz de conciliarlos? 

– Afortunadamente, aunque con sus complicaciones y servidumbres, cada vez mayores debido a esta crisis perpetua que nos asola, tengo un trabajo, el de representante de calzado, que me deja bastante tiempo libre. Muy intenso y absorbente durante unos meses al año, primavera y otoño, pero seguido de otras dos estaciones, verano e invierno, que aprovecho para escribir. Lo que yo llamo mi mundo de ensoñación, creativo e introspectivo, frente a la vorágine de los meses de ruta, siempre en la carretera, de ciudad en ciudad y de uno a otro cliente, en el corazón mismo del capitalismo. Una pura dicotomía, mi vida, llena de contrastes y extremos. 

– ¿Qué tipo de viaje propones en ‘Travesía’? 

– El de una vida cualquiera, la mía en este caso, como reflejo de la de los demás, sus luces y sombras, cielos e infiernos, penas y alegrías, amores y desamores, visiones e iluminaciones... 

En palabras de Pablo Cerezal, prologuista del libro: «Travesía, a pesar de su nombre, no es un libro de viajes. Es un libro que narra el viaje de una vida, el de cualquier vida, el de la tuya o la mía. Y la del autor, por supuesto, con todo lo que de audaz tiene el acto de asomarse a uno mismo para dolerse y alborozarse, para comprenderse y malinterpretarse, para sorprenderse incluso al ver que la imagen que devuelve el espejo nada tiene que ver con el propio rostro». 

– ¿’Travesía’ constituye una especie de ajuste de cuentas con tu realidad? 

– Sin duda. Es un libro, a caballo de la prosa, la poesía y la filosofía, absolutamente autobiográfico y reflexivo, donde me he despachado a gusto con mi realidad: esa dialéctica entre mis dos oficios y ejes sobre los que gira mi vida, el calzado y la poesía, el capitalismo y la creación. Estamos siendo testigos de un momento histórico de crisis socio económica y política sin precedentes, casi apocalíptico, según yo lo veo, que creo que debe ser contado y recordado, venga lo que venga después. Y eso es exactamente lo que yo he hecho en este libro: reflejarlo con un espíritu analítico y crítico. Desde mi punto de vista y enfoque, por supuesto, siempre subjetivo, pero analizando la sociedad y el mundo que nos ha tocado vivir. Siempre he pensado que la buena literatura confesional y autobiográfica es la que, hablando de uno mismo, logra reflejar la de la colectividad. Y con esa filosofía e intención intento siempre escribir. 

– ¿Te sientes cómodo en el uso de la introspección como vía de expresión?

– Sí, la verdad, creo que es en el registro en el que más cómodo estoy y el que de hecho más practico. Quizás debido a que cultivo tanto la prosa como el ensayo y la poesía, y tiendo a fusionar de un modo u otro siempre los tres géneros, y en parte también porque ese registro es precisamente el que más me gusta leer, el de mis autores favoritos, Thomas Bernhard, Céline, Kerouac, Miller, Lowry, etc, y el de la literatura con la que más me identifico. 

Portada de la publicación

– ¿No te da rubor desnudarte, al usar tu vida como fuente de inspiración, frente al lector?

– No, porque no lo hago nunca de manera gratuita, como mera exhibición, sino todo lo contrario, intentando reflejar el mundo que nos rodea, lo que toca y representa a los demás, que es lo que realmente me interesa. Muestro mis heridas, porque sé que son también las de muchos otros, o muy parecidas, y a todos nos duelen de igual o semejante manera, y doy una visión del mundo que sé que también ven los demás. 

– ¿Por qué en tu obra huyes de la falsa retórica y el fuego de artificio?

– Supongo que porque soy un escritor de corte realista, en primer lugar, que da mucha importancia a las ideas y al contenido, no solamente a la forma, y para ello es básica la claridad de la palabra, no el artificio. Son caminos y apuestas literarias diferentes, ni mejores ni peores, dos formas distintas de expresarse y contar. 

– ¿Huyes de la etiqueta? Aun sin disimular tus influencias, ¿crees que dispones de una voz propia y singular?

– Obviamente, eso intento. Nunca me han interesado demasiado las etiquetas, efectivamente, porque no soy en absoluto un escritor purista y me gusta la fusión e hibridación de estilos y géneros, y por otro lado no me gusta condicionarme con nada a la hora de escribir ni seguir ningún tipo de normas establecidas. La voz singular es lo que queda cuando un escritor ha asimilado muchas voces y experiencias, y lo desmonta todo en su cabeza, influencias y estilos, para expresarse a su modo y manera. Yo lo hice hace ya tiempo, mejor o peor pero lo hice, y sí, reconozco cada vez más mi propia voz, y por supuesto el eco de otras muchas que también me interesan como referente en mi escritura. 

– ¿La trilogía donde se integra ‘Travesía’ es un punto de inflexión en tu trayectoria o una consecuencia más de la misma?

– Supongo que sea un punto de inflexión, sí, aunque no sé aún muy bien hacia qué otro lugar... Como soy un escritor básicamente autobiográfico, salvo en algunos libros concretos, imagino que sean mis propias experiencias, pasadas, presentes o futuras, las que vayan dándome material para mis próximos libros. Lo que sí tengo claro es que en esta trilogía, ‘La llama encendida’, que comencé con ‘Días de ruta’ en 2014, he continuado con ‘Travesía’ y terminaré con un tercer volumen algún día, quería hablar de lo que ya antes señalé, mis dos oficios, el calzado y la poesía, y sus servidumbres y circunstancias, como metáfora y reflejo del momento histórico que me ha tocado vivir. Y en ello justamente estamos.

– ¿Qué le pides al lector cuando se mide con tu obra, en general, y en particular con ‘Travesía’?

– Básicamente, que se involucre en lo que lea, medite, lo juzgue y saque sus propias conclusiones. La mía no es una literatura de mera evasión, aspira a hacer pensar al lector y, aunque sea en mínima medida, transformarle, y está llena de preguntas y claves que él debe analizar. De nuevo, dos formas o caminos distintos de enfocar la literatura. 

– ¿Cómo te enfrentas al hecho creativo? ¿Padeces el síndrome de la página en blanco?

– Con total libertad y espontaneidad y sin estar mediatizado por nada en concreto: escribo lo que siento que debo escribir y cuando el corazón me pide escribirlo, sin más, no mecánicamente ni condicionado por ningún plan u objetivo. Esa, la literatura escrita así, cuando quema por dentro, es la que me gusta leer y escribir. 



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