Estoy cansada de ser poeta, de intentar demostrar algo continuamente, de salir ante un micrófono y que a veces cuide más mi ropa que mis palabras.
Estoy cansada de compartir mi ego.
Estoy cansada de todo ese mamoneo que circula en los alrededores.
Estoy cansada de escribir para todos y para nadie.
Estoy cansada de que mis palabras se malinterpreten.
Cansada del número de visitas en los vídeos de YouTube, de los atriles inestables y de que se me pague con bebida gratis.
La poesía no me cansa, los poetas, el ser poeta sí que cansa.
Estoy cansada de creeme más que nadie cuando nací de los nadie.
He nacido cansada de este cansancio, de mantener mis redes sociales, de mirar los números de "me gusta" en un poema, de conseguir followers, de hacerme viral, de mantener mis amistades, de que me valoren positivamente con un diez para reafirmar mi autoestima.
Estoy cansada de escucharme decir si esto es o no poesía. Estoy cansada de los juicios que me hago a mi misma.
Tengo derecho al cansancio. Y a quedarme callada una temporada.
Porque en el fondo no me canso de ser poeta o de aparentarlo. Lo que ocurre es que estoy cansada de mí.
Desde la ceguera cuesta mirarse al espejo porque es allí donde habitan nuestros monstruos, los que más nos cansan.
Iris Almenara, del blog El hambre de Júpiter.
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