viernes, 18 de noviembre de 2016

OMBLIGOS Y UNIVERSOS por JULIA NAVAS MORENO



Y tú
Abres los ojos al mundo
y adivinas un horizonte inmenso
un pastel completo
listo para ser devorado.
Y tú,
hambrienta, te relames.
Y tú,
valiente, planeas conquistar el Universo.
Pero el espacio está invadido de selva,
mosquitos y culebras
y el pastel tiene mordidas
todas las esquinas.
No hay rincón que lleve tu nombre.
No hay certezas salvadoras.
No hay un «te doy» sin un «dame».
Y tú,
bordeas cada señal surcada de dientes,
cada silla ocupada
para encontrar tu sitio sin molestar
y desde allí,
conquistar el terreno
de lo perverso
para pintarlo de blanco
desde tus actos,
tu sonrisa y tus palabras.


Claudico —solo por un momento—

Hoy necesito taparme un ojo
para acortar horizontes,
mi dimensión del mundo.

Para qué tanto espacio
si no puedo disfrutarlo.

No me deis interminables carreteras;
con un camino de ida y vuelta
tengo bastante.

Para qué esa paleta de colores
si todo es blanco y negro,
gris o marrón.
Para qué voz de soprano
si siempre tengo que hablar
en susurros o callar.

No es cobardía
sino hastío por tener que luchar
por un metro cuadrado
con tapia de piedra
todo él rodeado.
                            Un metro cuadrado, Vainica Doble

Curvas

Es redondo el marco que rodea
el bodegón de flores muertas
que veo desde mi cama.
Cerradas las curvas
que hacen del camino una sorpresa.
Ondeante el piso que sostiene mis pies.
Es difícil no marearse,
no perder el equilibrio.

Pero el vértigo espolea,
aviva los pasos que oscilan
a izquierda y derecha.

No hay baile con caderas rectas,
pasos al frente.
No hay emoción sin ángulos.

Y las flechas, en algún momento,
girarán para
                  caer
                      en picado.

Julia Navas Moreno, de Ombligos y Universos (Canalla Ediciones, 2016).

A lo largo de las páginas de Ombligos y universos, la poeta Julia Navas desgrana su permanente ansia de vida, observa el mundo y el destino de dentro a fuera, a veces en clave de derrota, sin duda idealizada, y otras con coraje para inventar una nueva realidad. 

Elige para ello el lenguaje de la desesperación, más intenso y más bello que el de la esperanza, para contar con una gran capacidad lírica el paso de lo relativo a lo absoluto, inscribiendo lo personal en lo universal.

Subyace en este poemario una clara vocación de resistencia profunda, de rebelión contra el opresor, que en ocasiones puede ser uno mismo y pretende robar el derecho a vivir una vida feliz, normal, sin ser héroe ni víctima. 

Inés Pradilla


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