un folio común, de usar y tirar,
nada de esos papeles verjurados
que se usaban antes para las cartas,
cuando queríamos -ingenuos-
decirlo todo y para siempre.
Un affaire, digamos, de oficina.
Se imponía aquí la urgencia de saber
que estaba todo dicho y sin embargo
había que llegar pronto al otro cuerpo,
a vuelapluma, sin metáforas, para qué
gastar más tinta, si estaba a punto
de enviarnos al cubo de basura
hechos un gurruño de pasión, de letras
y de olvido, la mujer de la limpieza.
Alfonso Brezmes
No hay comentarios:
Publicar un comentario