La obra pictórica de Ángel González, realizada en diferentes técnicas mixtas, óleo sobre tela y otros materiales, se asienta en un expresionismo poético de raíz figurativo que enlaza con sus preocupaciones existenciales, composiciones abstractas con elementos e iconismos, autorretratos, retratos de pensadores y filósofos como Friedrich Nietzsche, entre otros, buceando en los paradigmas de la existencia.
Un expresionismo vibracional, energético, que desestructura para volver a componer. Deconstruye en parte para retornar a construir indicios, huellas, situaciones, evidencias, acciones y temáticas.
Sus personajes son reflexivos, incluso los desnudos femeninos poseen un aura dorada, sus autorretratos son indagatorios, conectando con el estado de ánimo con que se encuentra en el momento de hacerlos, a pesar de la corta diferencia de fechas en que están realizados.
Hay una visión general que puede inducirnos a reflexionar activamente sobre la actualidad, pero, también, sobre su propia realidad.
Es un curioso innato, que bucea e indaga constantemente, que interconecta con pensamientos sobre el existencialismo, el ser humano-Dios o el Dios-ser humano, el ser humano como punto central de universo o como el desecho humano por excelencia.
Es un creador de estadios de la consciencia, de estados mentales que vehicula a través de sus personajes.
Su obra está nutrida por técnicas mixtas, relieves, capacitando a la materia para convertirse en protagonista de acciones y momentos, determinando cambios y transformando situaciones.
Su intención es aportar ironía, optimismo, desestructuración y reflexión.
Es un creador que pone el dedo en la llaga en una realidad que no es tan bella y estética como se pueden pensar algunos. Se trata de incidir en el marasmo de voluntades, en las contradicciones humanas, en el dualismo, reflejando todo eso, para mostrarnos la dialéctica de la vida, la eterna disquisición y voluntad de ir más allá de lo uniforme, para encuadrarse en lo voluntarioso y en el cambo que se avecina.
Pero, en principio, le interesa captar el momento poético de todo lo que refleja, dejando la duda para el espectador y la interpretación de lo que hace también.
Trabaja, corre, hay prisa, todo veloz, cada instante es un momento del ambiente, del segundo y de la determinación del cambio. Todo es transformación, la polarización fluctúa. Él lo refleja porque es psicólogo de sí mismo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
Un expresionismo vibracional, energético, que desestructura para volver a componer. Deconstruye en parte para retornar a construir indicios, huellas, situaciones, evidencias, acciones y temáticas.
Sus personajes son reflexivos, incluso los desnudos femeninos poseen un aura dorada, sus autorretratos son indagatorios, conectando con el estado de ánimo con que se encuentra en el momento de hacerlos, a pesar de la corta diferencia de fechas en que están realizados.
Hay una visión general que puede inducirnos a reflexionar activamente sobre la actualidad, pero, también, sobre su propia realidad.
Es un curioso innato, que bucea e indaga constantemente, que interconecta con pensamientos sobre el existencialismo, el ser humano-Dios o el Dios-ser humano, el ser humano como punto central de universo o como el desecho humano por excelencia.
Es un creador de estadios de la consciencia, de estados mentales que vehicula a través de sus personajes.
Su obra está nutrida por técnicas mixtas, relieves, capacitando a la materia para convertirse en protagonista de acciones y momentos, determinando cambios y transformando situaciones.
Su intención es aportar ironía, optimismo, desestructuración y reflexión.
Es un creador que pone el dedo en la llaga en una realidad que no es tan bella y estética como se pueden pensar algunos. Se trata de incidir en el marasmo de voluntades, en las contradicciones humanas, en el dualismo, reflejando todo eso, para mostrarnos la dialéctica de la vida, la eterna disquisición y voluntad de ir más allá de lo uniforme, para encuadrarse en lo voluntarioso y en el cambo que se avecina.
Pero, en principio, le interesa captar el momento poético de todo lo que refleja, dejando la duda para el espectador y la interpretación de lo que hace también.
Trabaja, corre, hay prisa, todo veloz, cada instante es un momento del ambiente, del segundo y de la determinación del cambio. Todo es transformación, la polarización fluctúa. Él lo refleja porque es psicólogo de sí mismo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
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