Te debates entre la merca de información que hay a tu alrededor. ¿Qué coño puedes hacer? Quizá actualizar Twitter, siguiendo el Trending Topic, para ver si cae algún seguidor más al que colarle el último libro con fotos de niños en pijama que acabas de publicar. ¿O es mejor actualizar Pinterest con las fotos de Window Fucking que ha puesto de moda Shame? O no, mejor leer un ensayo para ubicarte en la cultura de los fans, de Henry Jenkins. Esa es una buena idea. Pero, mierda, no tiene fotos suficientes. Ni gráficos. Da palo. Entonces, colgar un artículo chorra sacado de Menéame y hacer ver que lo has encontrado tú como buen Coolhunter. Sí, eso, buena idea. Aunque, claro, habrá que leer el libro del abuelo que tiene 100 años, dicen que es muy divertido.
He aquí el patetismo contemporáneo. Un bloqueo constante a la hora de hacer cualquier cosa. El consumidor contemporáneo es ahora un ser con entidad pública, lo que haga puede tener relevancia, y eso es una responsabilidad que no todo el mundo está preparado para asumir. Shit.
Así que, el plan propuesto para estos casos crecientes y preocupantes es:
Hacerte un pajote. Mirar la tele. Llamar a tu amiga del instituto, que tienes guardado su número en el Alcatel One Touch Easy Sí, a la mierda todo. Y que no haya nada táctil. El iPad servirá para poner cubatas. el iPhone para hacer clenchas. Arreglar la tostadora eléctrica y freír espárragos de pote. No usar condón con la siguiente víctima. Conducir sin el cinturón de seguridad. Beber carajillos antes de ir al trabajo.
Joder, back to the twentieth century.
Vanity Dust
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