viernes, 20 de febrero de 2009

VIVIR DEL CUENTO by Mario Crespo.

Nuestro Renault Laguna es el primer coche en llegar al aparcamiento del hotel. Varias chinas saltan al compás de un violento giro de volante. Me apeo del auto, me incorporo, tomo aire y me siento algo… algo cansado. El viaje ha sido largo y caluroso. Espido Freire acude a mi mente. A veces veo su foto encabezando una columna semanal de uno de esos periódicos gratuitos. No me gusta, pero me pone. Escritora joven y triunfadora. Podría ser mi mujer. Hoy es mi día, me digo. El certamen de cuentos al que hemos acudido cuenta con cierto caché. Soy uno de los favoritos en las quinielas. Dicen que tengo talento, que soy la gran esperanza, que mi estilo es una novedad dentro de las novedades de los noventa. Soy un postmoderno, un afterall, un afterwards… porque después de todo tengo mi estilo propio, mi sello. Si gano me publicarán un libro. Mi primer libro. El conductor del coche es José Ramón Estrada, el famoso escritor, mi padrino. Es un honor competir contra él. Durante el viaje me dice que él a mi edad no consideraba la literatura como un campo de batalla, un sitio donde competir, donde medir egos lacerados. Me cuenta que cambió de actitud cuando tuvo que vivir de la literatura. Me dice que sólo las mujeres de mediana edad leen habitualmente, que se tuvo que vender para dar de comer a sus hijos, que no me dedicara a esto. La ceremonia es un coñazo, no sólo es lenta sino que, en palabras de Estrada, es una chupadita de pollas. El vencedor resulta ser él, mi padrino, el omnipresente. Aplausos, besos y ramos de rosas se mezclan con olor a sudor y chillidos en un caos organizativo y conceptual digno de una obra dadaísta. Salimos al parking y Estrada me cuenta que los miembros del jurado pertenecen en un 80%, ya sea directa o indirectamente, a la editorial por la que ha fichado. Oye, Estrada –le pregunto-: ¿Cómo se llama el cuento ganador? Aplícate el cuento –contesta-. .
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Mario Crespo, inédito.


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