martes, 27 de mayo de 2014

EN SOLO UNOS DÍAS






En el año 2002 Patxi Irurzun ganó el I Premio de relatos de viajes de El País-Aguilar: seis mil euros para gastar en un solo viaje. Decidió irse a Payatas, uno de los mayores basureros del mundo, en Manila (Filipinas), y a la indómita Papúa Nueva Guinea. Atrapados en el paraíso es el relato de ese periplo. Un libro de viajes “que nadie ha escrito; hermoso, intenso” en palabras de Miguel Sánchez-Ostiz, que es además una novela de amor, un diario íntimo, una divertida crónica periodística (el Mr. Bean de la literatura de viajes, se ha definido a sí mismo Irurzun en alguna ocasión)… Publicado por primera vez en 2004, tras ser finalista del Premio Desnivel y ganar el Premio a la creación literaria del Gobierno de Navarra, a lo largo de una década "Atrapados en el paraíso" no ha dejado de ganar adeptos, un nutrido y fervoroso grupo de lectores que lo recomiendan en clubs de lectura, bibliotecas o institutos, lo regalan desde los escenarios en conciertos de rock, lo estudian en universidades… En esta nueva y revisada edición, se añaden, entre otros textos, las impresiones de algunos de esos lectores, como David González, Yeon-Soon Kim, Kutxi Romero, Jorge Nagore o Antonio Orihuela (descargables completos y gratuitamente pronto en la red); un nuevo prólogo del autor; o el relato con el que ganó el premio de El País-Aguilar y con el que todo empezó.

“En este libro cristaliza lo mejor del autor: crítica social, ironía, humor, picaresca y sensibilidad”

Vicente Muñoz Alvarez

“Aventura, lucidez y buena prosa se juntan en esta obra, donde el lector terminará, inevitablemente, siendo parte del viaje”.

Carla Badillo Coronado


Facebook del libro:


https://www.facebook.com/atrapadosenelparaiso



Los anexos del libro se pueden descargar aquí:


http://www.pamiela.com/descargas/irurzun.pdf




Con fotos, reportajes y Poemas de David González, Sor Kampana y David Murders, y textos de Miguel Sánchez-Ostiz, Ana Grandal, Josu Arteaga, Carlos Erice, Daniel Burgui, Vicente Muñoz, Carla Badillo, Alejandro Pedregosa, Club de lectura de Zirauki, Francisco Javier Irazoki, Kutxi Romero, Jorge Nagore, Eduardo Laporte, Gsus Bonilla, Esteban Gutierrez, Dani Sancet, Pablo Cerezal, Antonio Orihuela, Carlos F. Romero, Joaquín Carbonell y el club de fans de Patxi Irurzun





PRESENTACIÓN DÍA 3 A LAS 12:00 EN LA FERIA DEL LIBRO DE PAMPLONA

LA PRÓXIMA TORMENTA: Prólogo.




EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS


En tiempos en los que proliferan los prólogos y, a la vez, son cada día más denostados en ciertos círculos, Álex Portero, un autor poco conocido (y, sin embargo, admirable), necesita una pequeña introducción para quienes no sepan de quién estamos hablando. 

Un poeta, un escritor o un filósofo son hijos de sus lecturas, y sus obras, miradas con lupa, acaban siendo un reflejo de sus gustos y de sus preferencias, ya se vinculen sus textos con la ficción o con lo autobiográfico. Por eso me parece fundamental atender a las citas y los guiños que Álex dispersa en sus libros. En La próxima tormenta se mezclan referencias y versos de poetas románticos (Byron, Goethe, Keats, Shelley…) con citas de varios escritores contemporáneos (Despentes, Rich, Kundera, Oiarzabal…); son los faros que alumbran su trabajo, los terrenos resbaladizos por los que se va moviendo en su bibliografía.

Álex Portero ha escrito otros dos poemarios espléndidos: Fantasmas e Irredento; y una novela no menos notable y cifrada en prosa poética: Música Silenciosa. En ellos el lector puede rastrear las señas de identidad de su escritura: la pasión por el dandismo como estilo inigualable de un caballero, el interés por la narrativa gótica, la obsesión por lo decadente, lo histórico y lo mitológico, la música como compañero de baile y sostén cotidiano para sobrellevar la desgracia, el amor y la muerte encarnando dos caras de una moneda que el poeta sujeta siempre en su mano, sabiendo que (salga lo que salga) perderá la apuesta… 

El universo de Álex, obsesionado con los mitos y con los literatos románticos que murieron jóvenes, no se limita sólo a mirar hacia el pasado, y ahí radica parte de la importancia de sus poemas: también se sirve de lo antiguo y de lo remoto como metáforas del ahora, del momento que estamos viviendo. Sólo conociendo las claves de la Historia, parece decirnos, seremos capaces de traducir el presente. 

Y siempre nos lo cuenta con una cadencia o un ritmo musical en los versos que resulta envidiable. Los poemas, generalmente de extensión media o larga, son al fin y al cabo canciones donde un alma proscrita se desnuda y declama con una pasión digna de un personaje atormentado de William Shakespeare.

Durante la lectura de este libro uno se encuentra con numerosas sentencias para anotar; cito algunas: […] hagamos el amor salvajemente sobre la hierba, contaminemos los ríos con nuestra piel muerta o Mi pecho, siglo a siglo, se ha convertido en una cripta o Te amo con la furia del que odia a muerte o Mi nombre solamente conocerá la sed, no habrá agua en mi epitafio, no habrá poesía que agarre mi mano cuando me haya ido, me convertiré en rumor, desapareceré tras el ruido de fondo, hasta no haber sido. Todas ellas revelan que estamos, sin duda, no sólo ante un poeta de ley, sino ante un observador capaz de afrontar lecturas de muy diversa naturaleza y de digerirlas con sabiduría y elegancia.

La próxima tormenta se divide en dos partes, en las que el autor nos introduce en las gestas derivadas del placer y en los abismos propios de la mente; en el sufrimiento de quien nada contra el oleaje. Para definirlo no se me ocurre nada mejor que aludir al título de esa película en la que Charlton Heston interpretaba a Miguel Ángel: El tormento y el éxtasis.


José Ángel Barrueco, Noviembre, 2013.

Prólogo a La próxima tormenta (Origami, 2014).

lunes, 26 de mayo de 2014

EL AMOR EN LOS SANTORIOS: Prólogo.




Mi corazón, que lo perdí en un mes de mayo…

Robe Iniesta


En EL AMOR EN LOS SANATORIOS encaminarse es esparcirse por la causa vital, donde las paredes están en-caladas del atrevimiento y la valentía de quien penetra en el espanto con el corazón pelado; no hay pasillos ni elevadores, sin embargo sí escaleras adoquinadas y poleas de soga áspera; ascender hacia los habitáculos del alma, los orificios de la fe y la certidumbre. La realidad. 

Supongo que cuando acudes a un hospital, por el motivo que sea, lo primero de lo que te percatas –a mí me sucede– es del blanco incertidumbre en las paredes. Adviertes en ellas un halo de inseguridad y sospecha, que encogido avanzarás por el resto del pasillo hasta localizar atemorizado el ascensor salvador, como una cabina acondicionada para el aislamiento del miedo y las incógnitas. En esta todo es metálico y luminoso, momentáneo y apresurado, íntegramente ficticio. 

Ficción hoy fuera de lugar, invenciones de las que José Ángel Barrueco –me consta– es un excelente imaginero como tallista de las mismas (remitirse, si se quiere, a una parte de su extensa obra publicada a día de hoy). Otra historia.

Yo quiero escribir ahora acerca del escribidor de la autoconciencia, del poeta al que se le ha levantado la piel y nos muestra la carne. De aquel que leo ocasionalmente en el magnífico diario/blog http://anafrancoguzman.blogspot. com, dedicado a su madre; al que vuelvo a percibir hoy, en este cuaderno de poemas; al que recuerdo experimenté en otra ocasión, cuando “La enfermedad”: un cuento, a modo de relato, con el que obsequió a Al Otro Lado del Espejo [NARRANDO CONTRACORRIENTE], V.V.A.A (Ed. Escale- ra, 2011), libro este, que tuve el privilegio de coordinar. Por cómo llegó hasta mí aquella narración. Lo que le motivó a escribirlo y, sobre todo, la manera en la que se desenvolvió su escritura. Condicionante, que en esos días, sólo alcancé a imaginar porque la solidez que te ha de acompañar para ponerte en la piel de otro, en una circunstancia tan terrible, acota a cualquiera.

Como entonces en aquel cuento, casi a diario en su blog, y hoy en este nuevo libro de José, se toca con las ma-nos, hasta lastimarnos, la experiencia propia de quien escribe y sangra. Diferenciar cuando estamos en un verbo u otro, es una situación compleja para mí. Escribir, como propiedad terapéutica. La escritura como acto de exorcismo. Desan-grarse, como consecuencia de lo anterior.

El amor, como la sangre, mana y es su conciencia de tiempo y escritura. Sucede por triplicado en este poemario: antes de la enfermedad, durante la enfermedad y después de la enfermedad.

En dos veces lo hace, hasta calar, en la primera parte de nombre “Los escenarios tempranos”, por inesperados. Fragmentada esta, en otros cuatro apartados: inducción, in situ, invasión local y metástasis. También estas cuatro fases, según se apunta en la oncología, son el proceso común del cáncer, y que va desde que se producen las primeras mutaciones de las células hasta que la enfermedad llega a su etapa final. A todo este desarrollo se le llama historia natural; de manera que es muy significativo que “Historia natural” dé nombre a una de las dos partes de este libro; sin embargo, como en un juego inconexo, busca su propio razonamiento e identidad y es ineludible que se utilice para título de la segunda pieza del mismo, en lugar de la primera y la lógica; esta segunda pieza también es la más extensa en número de poemas, en la que se abordará el después. Y es en esta donde se empantana rojo la poesía a través de la misma muerte; los asuntos pendientes, los interrogantes y la incertidumbre, lo que está por venir. La llamada, el tránsito. El qué contarte y el cómo decírtelo. La ausencia y el encuentro. La comprensión y una cuasi aceptación del hecho. Anteriormente, en “Los escenarios tempranos” (la primera parte del libro) en los apartados inducción e in situ,o antes de la enfermedad, la poesía de Barrueco ya se nos ha ido revelando, poco a poco, en esa inconsciencia previa al diagnóstico a su madre de un espeluznante mal, como lo es un cáncer. Se hace obvia y evi-dente, exteriorizándose, una vez señalada la enfermedad; de modo que se hace más patente y salvaje, si cabe, en invasión local y metástasis, o durante la enfermedad, que es cuando el autor escribe prácticamente en directo, paralelamente al acrecentamiento de la dolencia, de su tratamiento, de su fatal desenlace. Así pues, José Ángel Barrueco en sus poemas, consigue los pellejos necesarios para componer una costra que protege su propio corazón, mientras este se regenera. 

Por lo tanto, ¿cómo no?, en EL AMOR EN LOS SANATORIOS, además, había que armarse de la mejor caligrafía para expulsar de los adentros el tinglado de emociones contradictorias que supone, por ejemplo, el perder tan pronto a un ser muy querido para ti como lo es, en este caso, una Madre.


Gsús Bonilla, Abril 2014

sábado, 24 de mayo de 2014

INVOCANDO A LEMPICKA

by Julia D Velázquez

RESACA/HANKOVER

Dangerous Game

TÚ AÚN NO ESTABAS EN LOS HUEVITOS DE TU PAPA... by Mario Pires.




Tú aún no estabas en los huevitos de tu papá
y yo ya le daba a tu mamá
esperanzas de vida y argumentos de la creación
Tú aún no abrías los ojos al mundo
y yo ya estaba en contacto furibundo
con ésta
la gran astucia de vivir
Tú venías en camino
y yo obviamente
iba de salida

y yo
tuvimos un cruce por ahí

Mario Pires, del blog Maldición Poeta.

viernes, 23 de mayo de 2014

PRÓXIMAMENTE en LUPERCALIA

BAZOOKA by El Sek


Era la primera vez que salía de la tierra para entrar a jupiter,
era la primera vez que cuidaba de mi ortografía para llegar al centro de tu orografía,
era la primera vez que entraba al jupiter real,
donde tus montes eran tan lejanos y tus piernas como un compás gigante en tierra de enanos - cualquier movimiento podría hacerme desaparecer.

Me mantuve cauteloso al primer temblor, no morí,
en el segundo tus labios cercaron mis labios, no respondí,
en el tercero ya no tenía opción; o iba a la caza o moría en el intento,
pero lo intenté mal;
mandé señales equivocadas,
disparé hacia otras tierras, seguía con los vicios de la soledad y hasta me di el lujo de sonreír.

Bienvenidos los malos entendidos, siempre se interpretan como buenos cuando no lo son.


El Sek, del blog GachoperoalavezRifado.

jueves, 22 de mayo de 2014

MALOS TIEMPOS. CARLOS SALCEDO ODKLAS









"Al pasar por delante de esas modestas pensiones que hay en todas las ciudades, ¿no te has parado a pensar en los inquilinos que las habitan? ¿No te has preguntado por sus vidas, por cuáles son los motivos y circunstancias que han llevado a esa gente a hospedarse ahí? ¿Lo hacen por necesidad? ¿Son perdedores huyendo del cruel juego de vivir? ¿Ciudadanos de segunda o tercera categoría? ¿Desechos de una sociedad consumista? Y puestos a preguntar: ¿qué hacen? ¿Cómo viven?... Pues bien, aquí está Carlos Salcedo Odklas para aclarar todas las dudas. Nadie como él para hablar de estos lugares. Carlos sabe de primera mano cómo son, entre otras cosas, porque él vive en una de esas pensiones. Su hogar es una humilde habitación sin baño. Si quiere mear tiene que salir al pasillo e ir a un retrete compartido. Las comodidades son mínimas y las necesidades se multiplican cada día. Carlos nos habla justamente de eso en sus relatos. En ellos deja constancia de lo duro que es levantarse cada día para enfrentarse a las vicisitudes de un país en plena crisis"


Pepe Pereza.

"Solo se puede escribir como lo hace el Odklas desde la primera línea, allí donde se dan y reciben las hostias, bebiendo de la fuente, no desde los teletipos que otros interpretan para tu adocenamiento, sí, pues abre en cada habitación un nuevo frente con su prosa directa, que te engancha como lo hace esa mujer u hombre que te ha de destruir, con su retórica que desmenuza, una a una, las pequeñas trampas que nos dejamos imponer en el presente para ser llevados hasta este sinsentido que es nuestra vida."

Alfonso Xen Rabanal.


EXTRACTOS


"Nadie sabe cuantos días llevaba muerto cuando lo encontraron, allí dentro, solo. Ese fue el final de su historia. Hoy su habitación la ocupa otro jubilado, un tipo tuerto y ludópata que se pasa la mayor parte del tiempo sedado por la enorme cantidad de pastillas que ingiere para la esquizofrenia, hace días que no lo veo, por cierto.
Muchas veces, al pasar por alguna de esas puertas, cuando me llega el olor, pienso si en su interior se encontrará otro cadáver solitario abandonado a la putrefacción. Y me pregunto cuándo será mi turno. Estos viejos, descomponiéndose en sus habitaciones, son el producto de toda esta sociedad de mentiras, lo han dado todo, han sido exprimidos, para al final acabar así, sin nadie que les eche de menos excepto la casera a fin de mes. Esto no es la excepción, es la regla, el sustrato del mundo lo conforman los cadáveres de los malditos, esas pobres víctimas solitarias, y si tengo alguna misión como narrador es contar su historia, esa es la razón de que me decante por escribir sobre la sordidez y los personajes solitarios y creo que ha de ser la misión de todo narrador honesto."






Caminando hacia la pensión en la que vivo.
Un pie detrás de otro
y detrás
otro.
Y la soledad
es la única mujer
que me espera
al llegar.


Allí estarán:


El tío de la habitación 4:


No le hablan sus hijos,
ni su mujer.
De su habitación
sale una peste atroz
a beoda jubilación.
Ya está
todo recorrido.
Ya está
todo el pescado
vendido.


El tío de la habitación 3:


Te pide un euro
pal café,
su ojo izquierdo
hace tiempo que no ve,
secuelas del accidente
en la mina.
Se mete Prozac, olanzapina y ziprasidona,
el desayuno de los campeones,
antes de regalar su pensión
a las tragaperras.


El tío de la habitación 6:


Tiene síndrome
de Diógenes.
Solo viene a dormir.
Su habitación parece
un bazar chino,
y ahí se mete
cuando llega apestando a vino.
Uno más
entre sus trastos.


Me meto en mi habitación,
la número 2.
Hace frío
porque el gasoil está por las nubes.


Aquí estamos:
Los perdedores
los malditos
los marcados
los vencidos.


Dicen que todo es posible.
Díselo al niño sin piernas
que quería ser Ronaldo,
al chaval sirio escondido
entre cadáveres,
o a mi pequeña gatita
tuerta y sidosa.


El destino nos marca
como a reses,
un dedo desde lo alto
nos señala.
"Ya está
todo el pescado
vendido,
y estos son
los elegidos"






"Éramos escoria, todos, los pobres fracasados que aguardábamos pacientes la cola para comer algo y los que en esos mismos momentos disfrutaban de una gran mariscada a orillas de alguna playa paradisíaca. Para la mayor parte de la gente la diferencia entre tener dinero o no tenerlo es el tiempo que pasan dando vueltas en centros comerciales comprando basura en potencia. La culpa de convertir el mundo en un gran retrete era de todos, daba igual la clase y posición social. Todo se reducía a la incapacidad de los seres humanos en ponerse de acuerdo en algo, en la incapacidad de todos los individuos de ver más allá de su arrugado y flácido órgano sexual. No había ningún orgullo ni romanticismo en la pobreza, ni en el proletariado, ni, desde luego, en las élites. Éramos todos unos tristes seres rosados y temblorosos que pataleaban y rompían cosas al paso de su frustración. Y el dinero era la gran manzana agusanada que nos tenía a todos pillados por las pelotas al borde del abismo.
En la tele estaban poniendo La ruleta de la fortuna, y hacia allí mirábamos por inercia mientras la cola avanzaba a paso lento hasta la entrada del comedor. Las azafatas de interminables piernas sonreían al girar las letras del panel, los concursantes giraban la ruleta de los premios, 100 euros, 200 euros, 1000 euros, bancarrota, el público aplaudía al unísono, la sonrisa inmaculada del presentador iluminaba el plató con su brillo cegador. Veíamos eso mientras avanzábamos, pasito a pasito, con nuestras mochilas y bolsas de plástico, con nuestras ropas de color gastado y aroma agrio, cargando con nuestras historias y penurias que no interesaban a nadie."






"Agarré una mancuerna que tenía a mi izquierda, la de 15 kilos, y me abalancé sobre su cuerpo. La pobre intentó cubrirse con las manos temblorosas y ensangrentadas, pero nada pudo hacer cuando la dejé caer sobre su cráneo como un furioso martillo de la venganza... Craaaassh...
Siempre pensé que el cuerpo humano, especialmente el cráneo, era más duro, pero el caso es que estalló al primer golpe como si fuese un huevo, un ojo salió volando y cayó por el borde del colchón y su cuerpo empezó a retorcerse entre espasmos, dejé caer la mancuerna otro par de veces para asegurarme... Crajjjjj... proooosh... al final a ese cuerpo solo lo coronaba una informe masa de carne, pelo y huesos astillados, la gama de colores era asombrosa. De modo que así eramos por dentro...
Me aparté y observé el cuerpo hasta que dejó de temblar. Escuchaba las paredes, las risas del sofá y los comentarios de los cajones."






"Otra vez en casa saludó a su soledad. Se arrojó sobre el sofá, abrió el litro de cerveza y el paquete de bollos y comenzó a nutrirse. Seguidamente se hizo un porro y cogió un libro de Xen Rabanal “La cámara de niebla”. Xen estaba como una cabra, su escritura te exigía el máximo esfuerzo y atención para introducirte en su niebla de imágenes desoladas... Trevor tenía en la cabeza la imagen de la cajera y no podía dejarse envolver por la niebla, no paraba de pensar en esos pechos, esa melena negra... Cerró el libro y meditó. Evaluó el estado de su erección. Finalmente se incorporó y fue al cajón de su mesita, lo abrió y sacó una vagina en lata. Un coño de plástico dentro de una lata de refresco. Era un artefacto que compró en un sex shop porque le pareció gracioso y que luego acabó convirtiéndose en un poderoso aliado contra la adversidad. Se bajó los pantalones y los calzoncillos. Pensó en la melena de la cajera. Casi podía olerla. Puso un poco de saliva en el coño de plástico y comenzó a follarse a la lata. Las primeras despacio, mientras se imaginaba acariciándole el pelo. Luego fue aumentando el ritmo, ya se imaginaba que se la estaba follando, cada vez la embestía con más fuerza, ahora por detrás. Se corrió. Tras ello se sintió un poco ridículo, no obstante era ligeramente mejor que la mano."




"Llevo tres días sin dormir porque estaba persiguiendo a un tipo que me debe dinero, conseguí localizarlo hoy a las 7 de la mañana. Por suerte el encuentro no fue excesivamente violento y aunque no conseguí la pasta sí conseguí una fecha límite para el pago tras varias amenazas. Eso, la creciente fiebre y la falta de sueño me pusieron bastante tenso y corrí a refugiarme en mi habitación de alquiler ante el aterrador amanecer y el florecimiento de las personas que, como hongos, empezaban a surgir por todas partes. Una vez allí me dirigí al baño para echarme agua en la cara e intentar relajarme, pero para ir hasta allí tenía que pasar por la habitación de uno de los inquilinos, que sufre síndrome de Diógenes. La habitual peste me abofeteó una vez más, pero esta vez, presa del cansancio y la fiebre, provocó que se me cruzasen los cables. Derribé la puerta de su habitación de una patada. No estaba en su interior, pero sí toda la basura acumulada durante siglos de la que surge el inenarrable hedor. Agarré un puñado de bolsas de basura y comencé a llenarlas indiscriminadamente con todo lo que encontraba a mi alrededor, de forma demente, mientras sufría violentos tics y arcadas, entre gritos. Lo metí todo en las bolsas, restos de comida, prendas de vestir, latas, botellas, revistas, crucifijos, una bolsa de plástico con un excremento dentro, comida de perro, ceniceros, bufandas, mecheros, bolígrafos, pelotas de golf, libros, cartones... Llené 14 bolsas de basura, 14 bolsas de basura, 14 jodidas bolsas de basura, y tras llenar esas 14 bolsas de basura miré a mi alrededor y parecía que no hubiese hecho absolutamente nada. Me retiré a mi habitación derrotado, dándome cuenta de que hay cosas contra las que es imposible luchar, la locura, la mierda, el descontento, la fiebre y los gérmenes que me invaden por momentos y a los que siento apoderarse de mi cuerpo mientras tecleo y sudo tirado en la cama... pero al menos, y esa es la tabla de salvación de muchos de nosotros, pobres náufragos, podemos escribir sobre todas estas cosas."




MALOS TIEMPOS de Carlos Salcedo Odklas ya está a la venta a través de la web de Ediciones Lupercalia (http://edicioneslupercalia.com/) también disponible en librerías y por correo.

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14 x 21 cm.
Nº de páginas: 376
GÉNERO: Narrativa
Editorial: LUPERCALIA EDITORIAL
Lengua: ESPAÑOL
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788494163999
Año edición: 2014
Plaza de edición: LA ROMANA

viernes, 16 de mayo de 2014

CIEN AÑOS DE SOLEDAD (DE AUSENCIA). Patxi Irurzun



Artículo publicado en la sección "Rubio de bote" de el semanal ON de los periódicos del Grupo Noticias



“Cien años de soledad”, el libro de García Márquez, del cual tanto se ha hablado durante estos últimos días, está dedicado —y de eso se ha hablado mucho menos— a una pamplonesa, María Luisa Elío, pero en su ciudad natal prefieren dedicar, con triquiñuelas, plazas a asesinos en serie, como el Conde de Rodezno, a quien se le quedó la mano tonta de firmar sentencias de muerte (con triquiñuelas y con recochineo, porque las leyes de memoria histórica y de símbolos, recordemos, se burlaron alegando que el nombre de la plaza no alude al ministro de justicia del primer e ilegítimo gobierno franquista sino genéricamente al título nobiliario; y además, con alcaldada de por medio, con todos los grupos de la oposición en contra —la alcaldesa era por entonces la hoy presidenta del Gobierno de Navarra Yolanda Barcina—).

Claro que María Luisa Elío era hija de un republicano, Luis Elío, juez municipal de Pamplona, uno de los primeros detenidos tras el golpe militar de 1936, que posteriormente permaneció emparedado vivo durante tres años en un lavadero de la Casa de Misericordia, hasta que consiguió huir a Francia, donde a su vez sería confinado en el campo de prisioneros de Gurs. Cuando por fin logró reunirse con su esposa y sus dos hijas, Luis Elío era un hombre derruido, física y moralmente. Su hija María Luisa, cuenta que “pasaron treinta años antes de que muriera, pero el anterior papá ya había muerto”. La familia se exilió a México, y allá fue donde Luis Elío escribió “Soledad de ausencia”, el libro donde cuenta su experiencia como topo humano. Su hija, por su parte, también escribiría otro libro, “Tiempo de llorar”, en el que aparece la famosa frase “Regresar es irse” dedicada a Pamplona.

En México, María Luisa Elío viviría con el cineasta Jomi García Ascot, y el matrimonio establecería un círculo de amistades entre las que se contaban Carlos Fuentes, Octavio Paz, Álvaro Mutis o García Márquez, quien contaría, antes de escribirla, “Cien años de soledad” a María Luisa Elío. Ella fue una de sus primeras lectoras, vio gestarse y crecer la novela y se convirtió en el sustento emocional del autor cuando a este lo acosaban las deudas y las dudas, muchísimo tiempo antes de que el escritor colombiano viera cómo el hielo del éxito lo inmortalizaba. Una de las grandes obras de la literatura universal, pues, está conectada de algún modo con Pamplona, ciudad a la que María Luisa Elío regresaría para irse en 1970, como cuenta en “Tiempo de llorar”, durante un viaje en el que sus recuerdos infantiles y soleados de la ciudad serían fumigados por la gazmoñería de una Pamplona cubierta por un cielo gris, oscuro, como un enorme uniforme militar o una sotana asfixiante. Una Pamplona de la que en realidad María Luisa Elío no se fue, la echaron, aún siguen haciéndolo.

Bajo ese mismo cielo algunos todavía se sienten cómodos, a resguardo, bajo el palio de una justicia con dos varas de medir. La misma alcaldesa que, con triquiñuelas y con recochineo, mantuvo la plaza a quien condenara a muerte a cincuenta mil personas, hoy presidenta proclama que hemos salido de la crisis mientras en Navarra hay cincuenta mil parados, más de la mitad larga de larga duración. Y en ninguno de los dos casos hay enaltecimiento de la violencia ni humillación de las víctimas. Es, sigue siendo, tiempo de llorar.


Patxi Irurzun

jueves, 8 de mayo de 2014

DOS POEMAS DE 'LLEGAR HASTA AQUÍ', DE DOMINGO LÓPEZ



LAVORARE STANCA

Para Pedro Sevilla

Hacía años
que ya no escribía nada
tratando básicamente de sobrevivir
 y trabajando diez horas diarias
- una familia que mantener, la hipoteca,
la suerte de tener un empleo -
por un sueldo que apenas le llegaba
pero en la bolsa del almuerzo
se llevaba a la fábrica
un libro de Antonio Machado
- amarillento y viejo -
porque a las cinco y cuarto de la tarde
paraban la cadena de montaje
y tenía unos minutos
- no fumaba -
para leer algún poema.

  
VALIUM 5

 El tipo le aconsejó
un poco de introspección.
Lo hizo - me juró - miró dentro
como le dijo
miró
durante días
por todos lados
por todos los rincones
pero no encontró a nadie
ni encontró nada
todo vacío.
No volvió, no tenía sentido
ninguna revisión.
Mejor seguir entonces
sin pensar en nada
mejor otra vez
un bar

                                                                                 

 Domingo López
“Llegar hasta aquí”, Ed. Origami, 2014

viernes, 2 de mayo de 2014

LA IMPECABLE ACTUACIÓN DE LA POESÍA PARA REDUCIR A UN HOMBRE. Gsús Bonilla



A medio camino, entre la chanza y la ocurrencia, se encuentra la digitalización de la tinta, pero también está esa sentencia breve que en numerosas ocasiones nos ofrece la poesía entorno al aforismo y que nos invita, de un modo u otro, casi siempre con ironía, a encaminarnos hacia la reflexión. LA IMPECABLE ACTUACIÓN DE LA POESÍA PARA REDUCIR A UN HOMBRE es un libro de pequeño formato pero de enorme contenido. Gsús Bonilla versa o ilustra, o ambas cosas, sobre unos cuantos asuntos, posiblemente comunes a todos; el léxico del rotulador, con la única intención de añadir un algo de bactericida a la herida de la realidad.

THE BESTIARIO DE FELIPE ZAPICO


The Bestiario nuevo artefacto de ebookprofeno, en esta ocasión una pesadilla de felipe zapico, mamífero compulsivo y caucásico. Escribe, canta, recita, fotografía sin ton ni son, va y viene, sube y casi nunca baja, se conmueve con la rotación del planeta y además hace muchas cosas que casi siempre le sorprenden mientras pensaba en hacer otras.
Su admiración por los documentales de animales le ha llevado a realizar este bestiario, al modo medieval, es decir con miedo.

Disponible como siempre en lectura y descarga libre, en esta ocasión iniciamos una nueva etapa con la edición de 100 únicos ejemplares en papel (naranja por supuesto, marcando tendencia) numerados y firmados por el autor, que se podrán adquirir con dificultad, como todas las cosas valiosas, allá por donde presentemos el libro y también con la complicidad de algunos de nuestros mejores y más sibaritas libreros.

DOS POEMAS DE TRES INHALACIONES. Luis Miguel Rabanal



Doblas los puños del
jersey y creas un destino
heterogéneo que no
arda. Ver cómo se
perpetuan los actos
asustados, contar las
horas que suenan en
tu voz. Más adentro,
más en tu misma sed
inadvertida, se articulan
los gestos que no son,
los que no caben.
Doblas tu vida como
se resarce uno de
derrumbes, a veces
preguntas quién es el
que faltaba. El que ya
no abre más la puerta.



Colocar así y no de otra
manera las rodillas, las
piernas no sobresaldrán
más que lo justo, venir
deprisa para toparse
entonces con la culpa.
Buscar el punto exacto,
se estará bien hasta
que anule el destello
cuanto tenga que anular.
Despojarse de la ropa y
que bajo la desnudez
asome su conflicto.



Luis Miguel Rabanal. Tres inhalaciones. Amargord Ediciones, 2014. Diseño de portada: Juan Manuel Macías.

Extraido de El lenguaje de los puños (David González)