martes, 24 de febrero de 2009

SUEÑOS DE CALIFORNIA by David Pérez Vega.


Es una ventaja que no podamos ver el futuro, se dijo.
Philip K. Dick

Por las mañanas, en los tempranos sábados
de ligeras resacas, acudía -detrás de la calle
del antiguo Simago- a aquella academia
de inglés que abandoné tras los resultados
cenagosos del primer febrero universitario:
¿A dónde os gustaría viajar?, preguntó
el profesor. Yo contesté que a California
y con un bufido de sorna una chica
rechazó mi elección. Ella se decantó
por un lugar como Nepal o el Tíbet
o una exaltación similar del espíritu.

Pero lo que ella desconocía era
que nos había fallado el cuerpo
de las referencias:

yo pensaba, por ejemplo,
en los amarraderos de metal
en forma de cabeza de caballo
y los trenes rojos eléctricos que enlazaban
con los trasbordadores y la niebla,
como describía Philip K. Dick a Berkeley
en Radio Libre Albemut, soñaba
con todas las casas de la bahía
desde las que Dick iluminó su paranoico
mundo de androides con dudas,
psíquicos crueles, pueblos nucleares,
extraterrestres de tiempo desarticulado
y estados policiales…
porque si me apuras, California
también representaba para mí
una cierta actitud de rebeldía universitaria,
y California era la música de The Doors
y Jim Morrison, playas y desiertos,
hablando de caminos que abrían
las puertas de la percepción.

Imágenes, sensaciones inaprensibles,
que poco después se unirían en mi mente,
en mi particular sueño de California,
a los paseos furiosos del joven Bukowski
hacia la biblioteca de La Ciénaga en Los Angeles,
y desde Nueva York los viajes en coche
de Jack Kerouac a la librería de Felinghetti
en San Francisco y las sesiones de free jazz
y el triste fin de Scott Fitzgerald
en el lodazal de Hollywood…

Seguramente ella, la chica espiritual,
imaginase que yo pensaba en la California
edulcorada y falsa, la California fast food,
de series como Sensación de vivir
o Los vigilantes de la playa.
Espero que consiguiese visitar Nepal
o el Tíbet o su rigurosa idea de esos lugares,
yo aún no pude ir a California,
aunque quizás sea mejor así, sin decepción,
mantener esas imágenes, esas sensaciones
inaprensibles, como una particular visión
de mí mismo y el recuerdo y la imposibilidad
de aquellos años,

aunque, como dice
la canción, a veces, todavía hoy
sueño con California.


David Pérez Vega, de El Calvo de Sonora (inédito).
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Photo by Chema Madoz.
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Pedazo pedazo de poema... Un placer recibir regalos así para nuestros hankoveros & hermanos, y, of course, para nuestro personal disfrute... Con vosotros, queridos drugos, David Pérez Vega (que estrenará próximamente libros en Bartleby & Baile del sol) y su hipnótica versión de California Dreamin' . We're on the Road Together:v.

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