lunes, 13 de abril de 2009

BEATNIKS, WHY ? by Carlos Gutiérrez Horno.


Andábamos hacia alguna terraza para tomar algo y poder hacer la entrevista, íbamos cuatro personas, todo estaba tranquilo, Madrid, un Martes y en Marzo, pero parecía verano, había visto esa calle con peor tiempo y con más tránsito, podría detallar todo pero eso no cambiaría nada, pero era una bonita estampa, y de repente Vicente me preguntó porqué los beatnicks y yo respondí la cosa más tonta que se me pasó por la cabeza, pero no tenía nada de mentira y Ferre dijo por relación al viejo Buk, tampoco añadió por ese mal hábito por relacionarlos, pero ese mal hábito nos llevó a ellos.

Yo dije que fue casualidad, en Navidad le di una lista de libros a mis padres y entre ellos estaba On the Road, de Kerouac, y ellos entre otros me trajeron ese y lo leí y me enamoré por toda esa aparente autodestrucción, ellos bebían y yo bebía - dije de una forma espontánea y casi sin vocalizar, en fin como hablo yo-, en su momento, uno de los momentos más inestables de mi vida a día de hoy, me pareció lógico, quizá sólo quise emularlos, eran salvajes, ésto último no lo dije, ni tampoco la simpatía que me provocaba Cassady al volante, comparable a algunos amigos míos, tampoco ese desparpajo de ambos en el libro y en la vida, joder si al finalizar ese libro llamé a Ferre, acto seguido, y le dije que tenía que leerlo, yo estaba emocionadísimo, casi lloro con ese final, pobre Dean Moriarty, pobre. Luego cayó Yonki en mis manos y lo devoré en veinticuatro horas, coincidió con mis fascinación por el mundo de las drogas, que a día de hoy sigue pero con una finalización concreta, pero sabemos que Burroughs no es sólo droga, es su crudeza; yo personalmente me lo imagino como un hombre cortante, árido y sabio, pero increíblemente salvaje, despiadado y su final no fue para menos, a mí me marcó y fue algo que siempre me ronda la cabeza, aunque cada uno con sus detalles que hace personal su historia. Luego con Ginsberg no me hizo falta ni dos páginas, cayó redondo, ese principio desgarrador de Aullido, y no sé si será una buena traducción, lo que hace buscar en internet, cielo e infierno de la información, pero rugió y rugió, podría recitar las primeras líneas de ese poema si fuese uno de mis fuertes el memorizar, qué decir de Ginsberg luego me abofeteó su parte en Las cartas de la ayahuasca, - y le da muchos puntos referente a la droga que busque estados alterados de la conciencias con la ayahuasca, eso debe ser la unión con el ente supremo de todo esto - . Y por último, y no por ello menos importante, Cassady, desde el beat hasta el más speedico lisérgico, pura vida y puro salvaje de ella, decir más es tontería, aunque he cometido el error de intentar definir lo que siento cuando los leo o cómo me marcaron, simplemente me marcaron y eso no lo hace cualquiera.
Bendito sentir beat, bendito sentir beat, bendito, porque no son sus libros - sólo -, son su vivir, bendito sentir beat.

Y he sentido la necesidad de contestar esto de una forma mejor porque esa pregunta fue parecida a como si me preguntase qué esperaba de la vida, me golpeó, me noqueó, jamás me lo había planteado, sólo los había sentido en mí y punto. Y ni mil páginas serían suficientes para describir esa sensación que me provoca el leerlos. E incluso la pregunta de qué espero de la vida sí sé responderla, pero eso ya son rollos muy filosóficos, de corta y pega de muchas mentes universales.


Carlos Gutiérrez Horno, del blog Percepciones Indebidas.

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