LAS FEAS PALABRAS
En la garganta de un beodo muerto
se quedan las palabras que despreció la poesía.
Yo las rescato con manos de fantasma
con manos piadosas es decir
ya que todo lo muerto tiene la licuada piedad
de su propia existencia.
Furtivamente os las abandono:
feas las caras sucias bajo el esplendor de las lámparas
babeantes sobre su desnudez deforme
los dientes y los párpados apretados
esperando el bofetón.
Amadlas también os digo.
Reñid a la poesía la limpidez de su regazo.
Dotadlas de biografía ilustre.
Limpiadles la fiebre de la frente
y rodeadlas de serenas frescuras
para que participen también de nuestra fiesta.
LOS BURÓCRATAS
Los burócratas nadan en un mar de aburrimiento tempestuoso.
Desde el horror de sus bostezos son los primeros asesinos de la ternura
terminan por enfermarse del hígado y mueren aferrados a los teléfonos
con los ojos amarillos fijos en el reloj.
Los burócratas tienen linda letra y se compran corbatas
sufren síncopes al comprobar que sus hijas se masturban
deben al sastre acaparan los bares
leen el Reader Digest y los poemas de amor de Neruda
asisten a la ópera italiana se persignan
firman los pliegos nítidos del anticomunismo
los hunde el adulterio se suicidan sin arrogancia
tienen fe en el deporte se avergüenzan
se avergüenzan a mares
de que su padre sea un carpintero.
LOS PROVERBIOS
Donde ponga los pies el crisantemo
no crecerá el puñal.
El aire que batan las alas de los ángeles
será veneno para los tenientes.
La huella del venado en la orilla del río
desangrará las rodillas del contrabandista.
La rosa ciega a los campeones de tiro.
PARA LA PAZ
Será cuando la luna se despida del agua
con su corriente oculta de luz inenarrable.
Nos robaremos todos los fusiles,
apresuradamente.
No hay que matar al centinela, el pobre
sólo es función de un sueño colectivo
un uniforme repleto de suspiros
recordando el arado.
Dejémosle que beba ensimismado su luna y su granito.
Bastará con la sombra lanzándonos sus párpados
para llegar al punto.
Nos robaremos todos los fusiles,
irremisiblemente.
Habrá que transportarlos con cuidado,
pero sin detenerse
y abandonarlos entre detonaciones
en las piedras del patio.
Fuera de ahí, ya sólo el viento.
Tendremos todos los fusiles
alborozadamente.
No importará la escarcha momentánea
dándose de pedradas con el sudor de nuestro sobresalto,
ni la dudosa relación de nuestro aliento
con la ancha niebla, millonaria en espacios:
caminaremos hasta los sembradíos
y enterraremos esperanzadamente
a todos los fusiles
para que una raíz de pólvora haga estallar en mariposas
sus tallos minerales
en una primavera futural y altiva
repleta de palomas.
Extraído de la Antología poética de Roque Dalton en la Biblioteca virtual de Manual de lecturas rápidas para la supervivencia (donde podéis descargar el libro completo). Además, Baile del sol tiene en su catálogo una biblioteca dedicada al gran poeta salvadoreño.
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