Tocan las doce de la noche
y una mujer desviste sus andanzas al borde de una cama,
caen de golpe las voluntades
y apagadamente
enciende un cigarro,
entorna los ojos, y saca el bisturí entre las sábanas...
Comienza la disección,
primero el disfraz segundo la piel
tercero una niña que no debe llorar
aunque lo desee con fuerza...
El acero tampoco alcanza hoy a llegar al fondo,
y es tarde,
será cuestión de coserse otra vez y dormir
y esperar a que lleguen de nuevo las doce
disfrazada de turbia cenicienta.
Loredhi, inédito.
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