CASABLANCA
(Sueños de un seductor, Woody Allen)
En el sobrio blanco y negro de la pantalla
la gabardina perenne de Humphrey Bogart le dice
a Ingrid Bergman todo lo que le tiene que decir,
sin variar una repite sus tensas palabras
que ya oí idénticas tantas veces.
<< Siempre nos quedará París,
lo habíamos perdido y ahora lo hemos recuperado.>>
La cámara se eleva abandonando los pasos
que chapotean en la pista de aterrizaje.
<<Éste es el comienzo de una gran amistad.>>
Sé que estoy sonriendo
tras mi pijama de lento domingo por la tarde.
Afuera, con pasos de animal decrépito,
el cielo oscuro se adentra en la noche verdadera.
A los tipos como Humphrey Bogart siempre les quedará París,
a los tipos como nosotros siempre nos quedará Casablanca.
(Sueños de un seductor, Woody Allen)
En el sobrio blanco y negro de la pantalla
la gabardina perenne de Humphrey Bogart le dice
a Ingrid Bergman todo lo que le tiene que decir,
sin variar una repite sus tensas palabras
que ya oí idénticas tantas veces.
lo habíamos perdido y ahora lo hemos recuperado.>>
La cámara se eleva abandonando los pasos
que chapotean en la pista de aterrizaje.
<<Éste es el comienzo de una gran amistad.>>
Sé que estoy sonriendo
tras mi pijama de lento domingo por la tarde.
Afuera, con pasos de animal decrépito,
el cielo oscuro se adentra en la noche verdadera.
A los tipos como Humphrey Bogart siempre les quedará París,
a los tipos como nosotros siempre nos quedará Casablanca.
David Pérez Vega, del poemario Siempre nos quedará Casablanca (inédito).
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