Cayendo por un tubo
Llegó en un inmenso auto blanco.
Él era un bello animal azul,
ojos azules, saco y pantalón azules
y sangre azul,
yo no podía caminar
así que me deslicé hacia él
como cuando una cae por un tubo.
Se bajó y me dijo:
- echale 5 pesos de común, piba -
después dijo algo sobre “trabajo de hombres”
y agregó “hasta a despachar nafta se han metido...”,
y al fin se fue el mugriento,
en su destartalado
y miserable cascajo.
Cogote de damajuana
El tipo vino
y se prendió de la manguera de súper
como si fuera el cogote de una damajuana.
Los ojos le saltaron de las órbitas
y empezaron a rebotar en el piso de la playa,
unos pibes que pasaban
corrieron y aplastaron uno
que rodaba como una bombita de agua,
yo corrí y le arranqué la manguera,
el tipo prendió un carusita
y se lo metió en la boca,
“ POR LOS TRES MILLONES DE DESOCUPADOS” gritó
antes de reventar como un sapo.
Maldito bonzo
esta mañana el trompa me dijo
que me va a descontar los 13 mangos
que se tragó el boludo ése.
Tony
Decime Tony que será de nuestro presente,
yo, todas las noches aquí, entre robots insaciables
y vos por allí, haciendo de las tuyas,
cuando me voy a poner ese vestidito rosa
que nunca me regalaste
y bailar juntos hasta la madrugada,
decime, cuando nos tiraremos juntos en una playa
que no tenga cemento y huela a nafta adulterada,
no te quedes callado,
no me mires con esa cara de “yo no fui”
hablá ahora o callá para siempre...
Él se levantó, me dio la espalda
caminó unos pasos hacia fuera
se sacudió las orejas
y se echó a dormir al lado del surtidor.
A través del poeta argentino, Aldo Luis Novelli, que escribe desde el desierto patagónico, nos llegaron hace años a Borraska estos poemas de Analía Norak, una poeta-gasolinera (trabajaba -no sé si sigue allá, despachando nafta- en una estación de servicio, también en el fin del mundo), que recuperamos hoy para Hank Over. P.
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