lunes, 30 de marzo de 2009

Instantáneas a pie de barra: Jack Kerouac, de nuevo en el camino


Por GINES
Corría el año 1986. Yo tenía veinte años y, por imperativos legales, desperdiciaba mi tiempo en un cuartel miserable y hediondo de la ciudad de Sevilla. Sí, aquel funesto anacronismo del servicio militar obligatorio, la mili.
Unos señores, de ridícula apostura y carácter avinagrado, me voceaban desde la mañana hasta la noche. Siempre parecían estar cabreados sin que yo adivinara el motivo, nada les satisfacía en su encomiable esfuerzo por hacer de mí un hombre con un par. Aquél, desde luego, no parecía lugar propicio a sensibilidades artísticas ni matices de orden ontológico. Pero yo aprovechaba mis largas y soporíferas estancias en garitas, calabozos y camaretas, para evadirme leyendo.
Aún recuerdo vivamente el fuerte impacto que me causó la lectura de “En el camino”, de Jack Kerouac. Empecé y no pude soltarlo. Me trincaron leyéndolo en la garita, desatendiendo mis funciones de vigía ante el inminente asalto de un enemigo al que nunca llegamos a verle la jeta, pero aquellos señores distinguidos con estrellas en sus hombreras insistían en su inquietante existencia. Así que me mandaron al calabozo, pero conseguí colar a Kerouac conmigo y allí lo terminé.
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[Fuente: Soitu.es. Seguir leyendo: aquí]

1 comentario:

dioni blasco dijo...

buenisima historia y el libro tambien