Me hago la viva.
Me hago un cuerpo sonrosado y feliz que se despliega.
Qué le vamos a hacer,
tengo unas piernas que son de primavera,
vamos, que se abren solas,
que atienden por su cuenta a las caricias,
que responden del modo aprendido por los siglos
al agudo calambre de los dedos.
Mis piernas se abren.
Olvidan las tristezas, van a la selva.
Los preceptos se marchan de viaje
porque quiero dulzores en la boca.
Abandonos.
Mis piernas se abren.
Se tensa el múslo, el aire, el vientre, el pezón.
Me olvido. Me curvo.
Me alejo del desierto porque me llama el agua.
Me mojo.
Mis piernas se abren.
Florezco.
Soy lo que más y lo que menos.
Desarmada, perdida. Alejándome.
Me abriga, me consuela.
No quieres que otra vez me desvanezca.
Sus dedos van buscándome debajo de las bragas
por si allí subsistiera algo de mí extraviado,
por si así me pudiera sujetar.
Mis piernas se abren.
No yo.
Inma Luna, de El círculo de Newton ( Baile del sol, 2007 ).
1 comentario:
Me ha conmovido este poema, eres un tipo de mujer que yo sería de no ser hombre.
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