De un manotazo desparramó la enorme pila de papeles mecanografiados y exclamó: "¡Estoy harto de la literatura!" Ella levantó la vista del periódico con una sonrisa. "Siempre puedes dedicarte al bricolaje". Él se quedó callado, la miró con perplejidad. Luego frunció el ceño y salió de la habitación. Era un buen consejo, iba a buscar el martillo.
Javier Esteban, relato inédito.
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