Los artistas del infierno
instalan sus caballetes en los parques
el terrible paisaje
donde ciudadanos experimentan un ansioso placer
al ser víctimas de salvajes bandas de jóvenes.
No puedo creer lo que está pasando
No puedo creer que todas esas gentes
se huelan unos a otros
y retrocedan
enseñando los dientes
los pelos de punta, gruñendo, aquí
en el viento asesinado.
Soy un asesino fantasma
testigo de toda
mi santa represión
Así es
se acabó la diversión
la muerte de la alegría
llega.
Jim Morrison, de Una plegaria americana y otros poemas. Traducción de Ana María Moix ( Plaza & Janés, 1998 ).
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