El pasado 9 de agosto murió Mahmud Darwix, el más conocido poeta palestino, y un clásico de la literatura árabe, capaz de llenar estadios como si fuera una estrella de rock para escuchar su voz, la voz en realidad de todo un pueblo, de su lucha, el exilio, la supervivencia. Que cuando vuelva a nacer, lo haga libre. P. |
Aquí, en la falda de las colinas, ante el ocaso y las fauces del tiempo, junto a huertos de sombras arrancadas, hacemos lo que hacen los prisioneros, lo que hacen los desempleados: alimentamos la esperanza. Un país preparado para el alba. Nuestra obsesión por la victoria nos ha entontecido: no hay noche en nuestra noche que con la artillería refulge; el enemigo vela, el enemigo nos alumbra en el sótano oscuro. Aquí, tras los versos de Job, a nadie esperamos. Aquí no hay yo, aquí Adán recuerda su arcilla... Este sitio durará hasta que enseñemos al enemigo algún poema de la yahiliya.* El cielo es gris plomizo a media mañana, anaranjado por las noches. Los corazones son neutros, como las rosas en el seto. Bajo sitio, la vida se torna tiempo: memoria del principio, olvido del final. La vida. La vida plena, la vida a medias, acoge una estrella cercana atemporal, y una nube emigrada aespacial. Y la vida aquí se pregunta: ¿Cómo resucitar a la vida? Él dice al borde de la muerte: No me queda un rincón que perder, libre soy a un palmo de mi libertad, el mañana al alcance de mi mano... Pronto, me adentraré en mi vida, naceré libre, sin padres, y tomaré por nombre letras de lapislázuli... Aquí, en los altos del humo, en la escalera de casa, no hay tiempo para el tiempo, hacemos lo que hace quien se eleva hacia Dios: olvidamos el dolor. El dolor: que la señora de la casa no tienda la colada por la mañana, que se conforme con lavar esta bandera. Nada de ecos homéricos aquí. Los mitos llaman a la puerta cuando los necesitamos. Nada de ecos homéricos... Aquí un general excava un Estado dormido bajo las ruinas de una Troya inminente. Los soldados calculan la distancia entre el ser y la nada con la mirilla del tanque. Calculamos la distancia entre el propio cuerpo y las bombas... con un sexto sentido. Vosotros, los apostados en el umbral, pasad, tomaos con nosotros un café árabe —acaso os sintáis seres humanos como nosotros—. Vosotros, los apostados en el umbral de las casas, largaos de nuestras mañanas, necesitamos creernos seres humanos como vosotros. (Tomado de Mahmud Darwix, Estado de sitio, traducción de Luz Gómez García, Madrid, Cátedra) |
miércoles, 13 de agosto de 2008
Mahmud Darwix
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1 comentario:
D.E.P. no así sus poemas.
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