Me desperté deprimido. Miré el techo, las grietas del techo. Vi en ellas un búfalo que se lanzaba sobre algo. Pensé que era sobre mí. Luego vi una serpiente con un conejo en la boca. El sol entraba a través de las rajas de las persianas y formaba una esvástica en mi vientre. El agujero del culo me escocía. ¿ Sería que tenía otra vez hemorroides ? Tenía el cuello rígido y la boca me sabía a leche amarga.
Me levanté y fui hacia el cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de los ojos. Ojillos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato. Tenía la carne floja. Parecía como si le disgustara ser parte de mí. Las cejas retorcidas para abajo parecían enloquecidas, unos pelos de cejas enloquecidas. Horrible. Tenía un aspecto asqueroso. Y ni siquiera tenía ganas de mover el vientre. Estaba atrancado. Me dirigí al retrete a mear. Apunté bien pero no sé por qué salió de lado y se estrelló en el suelo. Intenté apuntar mejor y meé toda la tapa del retrete que me había olvidado de levantar. Arranqué un buen pedazo de papel higiénico y lo limpié. Limpié el asiento. Eché el papel dentro de la taza y tiré de la cadena. Fui a la ventana, miré hacia afuera y vi una cagada de gato en el tejado de la casa de al lado. Luego me di la vuelta, busqué el cepillo de dientes, apreté el tubo. Salió demasiado. Rebasó el cepillo y cayó al lavabo. Era verde. Era como un gusano verde. Metí un dedo, cogí un poco, lo puse en el cepillo y empecé a cepillarme. ¡ Dientes ! ¡ Vaya una maldita cosa ! Tenemos que comer y comer y volver a comer. Somos asquerosos, condenados a nuestros pequeños y sucios hábitos. Comer y tirarse pedos y rascarse y sonreír y marcharse de vacaciones...
Charles Bukowski, fragmento de Pulp. Traducción de Cecilia Ciriani y Txaro Santoro ( Anagrama 1996 ).
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