
GIJÓN, MAYO DEL 2007
Estoy sentado junto a David González en un bar de Cimadevilla, el casco antiguo de Gijón. Con David siempre que nos vemos acabamos hablando irremediablemente de Raúl Núñez. Parece como si al hacerlo le devolviéramos ese brillo que tienen las personas cuando después de muertas son invocadas, como si al hablar de ellas las conjuráramos contra el olvido. Hablamos de la obra de Raúl, de lo difícil que resulta hoy encontrar cualquiera de sus libros. Le hablo del proyecto para reeditar su poesía completa y de los pasos que estamos dando para que Alfons Cervera, que guarda los libros, y los editores de Baile del Sol, Ángeles y Tito, se pongan en contacto y por fin ese libro pueda ver la luz y así devolver el nombre de Raúl a los anaqueles de las librerías. David insiste entonces en llevarme a un lugar mítico para él, la librería Paradiso. donde compró sus primeros libros y a donde acude puntualmente para alimentar el mono de la poesía. Entramos, y me voy directamente al rincón de los libros de segunda mano. Como si llevara allí años acechando, desde la tercera estantería salta a mi vista “Derrama whisky sobre tu amigo muerto” la edición de Star Books de 1978 que me increpa y consigue encender el misterio de toda casualidad. David aunque ya posee un ejemplar de la novela lo compra como quien adquiere una preciosa joya que habrá de atesorar contra el tiempo, el resto de sus días.
Extraído del blog de David G. Yo no quiero ir al cielo.
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Compartimos todo lo que David y Uberto comentan en este texto sobre nuestro admiradísmo Raúl Núñez, y le agradecemos personalmente a David sus gestiones para poder incluír un relato de Raúl Núñez en Resaca/Hankover, hablando, cómo no, de papá Chinaski... Un brindis a tu salud, hermano. v.
2 comentarios:
Saludos.
Mi nombre es Jesús Carreras. Hace unas semanas llego a mis manos la novela "Derrama whisky sobre tu amigo muerto" de Raul Nuñez. Tras leerlo comencé a buscar información sobre el autor, y trate de adquirir el resto de sus novelas en librerías y bibliotecas. Mi sorpresa fue mayúscula al ver que el que para mi era uno de los genios más grandes que nunca había leído, parecía haber sido olvidado por el resto del mundo. Solo he conseguido encontrar un recopilatorio de sus poesías; su novela "Sinatra", en una edición en inglés (idioma que desgraciadamente no domino); y un puñadode árticulos sobre él, todo escritos por amigos suyos varios años después de su muerte.
Espero que su intento de dar ha conocer a Raúl Núñez haya tenido éxito. Si les es posible les agradecería que me dijeran cómo puedo adquirir más obras de este escritor. Y por último me gustaría ponerme a su entera disposición para ayudarles a colocar La memoria de Raúl Núñez en el lugar que se merece.
Buenas noches a todos lo que la quieran tener, y a los que no, pues también. Voy a contaros un episodio real que me pasó en mi tierra: Zamora (España), con referencia al primer libro de Raúl.
Conseguí ese libro como regalo de un colega alcohólico, que me recomendó que lo leyera entre trago y trago de vino guarro, y además, escribía también, sí le invitabas a un tubo, te regalaba un poema. Leí el libro y me encantó, lo tuve como un tesoro. Con el paso del tiempo conocí por medio de una yonqui que curraba conmigo en una fábrica de congelados, a otra yonqui amiga suya. Cuando le hablé a las dos de la existencia del libro con el único propósito de follármelas, se mostraron muy atentas, y me rogaron que les dejara tal ejemplar para disfrutarlo, qué no tardarían en devolverlo. Conociendo el tema, le pase la joya a la que veía con más frecuencia, y a la que más me moría por tirármela. El maestro siempre dijo en sus libros, que los polvos estaban por encima de la literatura; o por lo menos, deberían estarlo.
Para dar un final a todo este acontecimiento, les diré que ni volví a recuperar el libro, ni me tiré a ninguna de las dos. Una de ellas se juntó con un jeringa y tuvieron un crio en buena o mala hora... a saberse. Y la otra no volví a saber ni una sola palabra de su ruina existencia.
Yo perdí la virginidad a los ventitantos, y siempre me acordaré de ese libro, y por las míseras manos que fue pasando. Las más miserables las mias.
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