CUENTO SANFERMINERO EN CINCO CAPÍTULOS. PATXI IRURZUN.
FOTOS: LUIS AZANZA
Dedicado al club de fans de Patxi Irurzun (Gotzon & Zipo) y a sus churumbeles.
CAPÍTULO 1
Me llamo Güan y soy un cenizo. Sólo a un cenizo como yo, a un gafe, a un malhadado, a un malasombra o sombrón, a un agorero, atrabiliario, infausto (a estas alturas ustedes ya habrán descubierto que mi libro de cabecera es un diccionario de sinónimos), sólo a mí, en suma, que soy un aguafiestas —nunca mejor dicho—, podían haberme encargado una guía turística sobre los sanfermines en el año de la lengua azul.
Parece un chiste: la lengua azul es una enfermedad transmitida por un mosquito llamado culicoides imícola (parece el nombre de un pivot griego, pero es el nombre genérico del insecto); una enfermedad que afecta, entre otros, al ganado bovino, y que al ser altamente infecciosa ha traído como consecuencia la suspensión de corridas de toros y todo otro festejo que implique el traslado a pie de reses bravas. Por ejemplo, los encierros de Pamplona. ¿Se imaginan ustedes las fallas de Valencia sin fuego? ¿Unos huevos fritos sin pan? ¿Un domingo de resaca en estado vegetativo sin una película lacrimógena en la tele? Pues algo semejante entiendo yo que deben de ser unos sanfermines sin encierros ni corridas de toros.
Mi profesión, redactor de guías turísticas, es una profesión dura. No se enfaden. Yo sé que hay decenas de trabajos muchos peores que el mío (por ejemplo, esos actores que anuncian pomadas contra las hemorroides). Pero pónganse ustedes en mi lugar: ¿Cómo voy a escribir sobre los sanfermines si este año por la calle Estafeta en lugar de miuras y cebadagagos los mozos van a correr delante de avestruces?
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