Foto: Khao San Road (Bangkok). Patxi Irurzun
Siempre que entraba a la Gran Estación me dirigía a la ventanilla en que se leía 'Otros destinos': Tombuctú, San Cristóbal de las Casas, Órgiva... Sus nombres eran precipicios que me llamaban por mi nombre y hacia los que me arrojaba al oír las historias de los trotamundos que allá esperaban. Me gustaban aquellos tipos. Nunca mataban el tiempo: aguardaban la hora de partir entre risas y tragos de vino. Después, desaparecían. Pero cada vez que regresaba a la estación, los encontraba allí. Nunca tuve valor para acompañarlos, y sin embargo viajé con ellos a todas las esquinas del mundo.
http://ajustedecuentos.blogspot.com/
Siempre que entraba a la Gran Estación me dirigía a la ventanilla en que se leía 'Otros destinos': Tombuctú, San Cristóbal de las Casas, Órgiva... Sus nombres eran precipicios que me llamaban por mi nombre y hacia los que me arrojaba al oír las historias de los trotamundos que allá esperaban. Me gustaban aquellos tipos. Nunca mataban el tiempo: aguardaban la hora de partir entre risas y tragos de vino. Después, desaparecían. Pero cada vez que regresaba a la estación, los encontraba allí. Nunca tuve valor para acompañarlos, y sin embargo viajé con ellos a todas las esquinas del mundo.
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