martes, 22 de diciembre de 2009

CARNET por David Pérez Vega.


¿Le gustan los videojuegos?, finalizaba la clase,

y acuchillando al tiempo les hablé del Spectrum,

de sus cintas para cargar la esperanza

-tras media hora de ruido y rayas el callejón

sin salida del error-, de las figuras pixeladas,

de las pantallas inmóviles… y mis alumnos

sonrieron ante el burdo atraso de la época

no vivida.

Pero no les hablé, sin embargo,

de los meses de ahorro en el colegio -propinas

de los abuelos, regalos de cumpleaños…- meses

para llegar a la deseada posesión de los 64 kas.



Ni les hablé, aunque golpeó las puertas

de la memoria, del Salva, inventor del top manta

en Móstoles, flautista de Hamelín que arrastraba

tras la mesa de camping de su tenderete –móvil

según el viento de la policía- a un enjambre

de ávidos consumidores de sus cintas piratas.

(¿Para cuántos de esos chicos supuso el Salva

el primer camello de sus vidas, el precursor

de otros vendedores de sueños más duros?)

Al anochecer vacías las llenas cajas de cartón.



Pero sobre todo no les hablé de los juegos

que imaginaba antes de dormirme, complejas

aventuras durante los meses del ahorro, fascinado

con esa palabra: ORDENADOR, pensaba

que sus juegos habrían de superar con creces

a los de las máquinas de los salones recreativos

y los bares de entonces. Posiblemente soñaba

las aventuras gráficas con las que ellos

se evaden ahora de una realidad más gratuita,

y lo más probable es que aquellos meses

de anhelante espera configurasen lo mejor

que me ofreció el artefacto negro del Spectrum.

Después la búsqueda del Salva por los rincones

de Móstoles, la adicción temporal que decayó

hasta una decepcionante insuficiencia.

Yo fui uno

de esos chicos que necesitaban drogas más duras

para darle esquinazo a la realidad, otro mundo

de estímulos más fuertes, más allá de esquemas

repetitivos. La necesidad compulsiva estaba allí,

al acecho, presta a devorarme, y pronto me olvidé

del Spectrum y del Salva. A cambio de una foto

los camellos apostados en las puertas de la biblioteca

me dieron un carnet.


David Pérez Vega, del poemario El Calvo de Sonora (inédito).

http://www.desdelaciudadsincines.blogspot.com/

2 comentarios:

Unknown dijo...

gran post sobre este personaje historico para muchos mostoleños, gracias

Anónimo dijo...

grande Salva en la puerta del simago con us cintas negras y caratulas fotocopiadas historia mostoleña