Swing, dijo ella. Bailemos Swing. El hombre pareció sorprendido. La agarró por la cintura, la enredó entre sus brazos, le dio media vuelta y la lanzó a la pista. ¡Swing!-gritó ella, soltando una estrepitosa carcajada. Ella comenzó a contonearse en el centro de la pista, él la siguió. Ella se movía rápido, él lento, muy lento, junto a ella. De repente la música cesó, un hombre alto y desgarbado entró en la sala. Se escuchó un disparo. La chica cayó al suelo. Bailemos swing, susurró mientras la sangre inundaba su boca. Él pensó que ya no podría invitarla a la fiesta del sábado en el centro de la ciudad. Tendría que llamar a Beth.
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