Las balas perdidas siempre acaban encontrándose. Por eso nuestros broders mexicanos con su Antología de borrachos en homenaje a Bukowski y los hijos de Satanás ya hemos empezado a tramar golpes juntos y apuntamos en la misma dirección. Por de pronto ellos han reseñado Resaca en su muy recomendable blog http://ombloguismo.blogspot.com.
Y como su antología va como un tiro, y la nuestra ya recorrió el mismo camino, hasta es posible en el futuro una conjunta que cruza océanos, tumbe a los guardias que custodian las fronteras y derrame güisqui sobre la tumba de Bukowski desde dos mundos.
Reproducimos aquí la primera parte del prólogo del libro hermano, que hace además un recorrido a lo largo de la historia de la literatura subterránea de México. P.
El “mal” de Bukowski
por Guillermo Vega Zaragoza
Tengo que decirlo: Charles Bukowski le ha hecho mal a la literatura mexicana reciente. Bueno, en realidad no ha sido él directamente sino más bien los que le han hecho mal son los autollamados “críticos” literarios, quienes no pueden leer un cuento o una novela en la que aparezcan personajes desahuciados y marginales, tales como borrachines, teporochos, prostitutas o poetas muertosdehambre, textos donde la sexualidad sea descarnada y abordada sin tapujos ni florituras, y el lenguaje sea directo y sin tapujos, porque de inmediato lo etiquetan de “bukowskiano”, o peor: “contracultural” o “realismo sucio”, o peor aún: “literatura basura”, o alguna de esas mamadas que les encanta inventar o fusilarse de alguna revista extranjera a los mencionados “críticos” para luego endilgársela a alguna obra literaria, sin hacer un verdadero trabajo de investigación para desquitar el dinero que les pagan por perpetrar sus indigestos “estudios literarios”.
Esos “críticos” parecen no haberse enterado de que todo eso que ahora consideran “bukowskiano” (whatever that means) tiene un buen rato campeando en la literatura de nuestro país, por lo menos desde el siglo XIX, con escritores como Antonio Plaza, quien es nuestro primer y verdadero “poeta maldito”, y escribió versos de alto calibre, como éste, dedicado “A una ramera”:
“Sólo tengo una madre. ¡Me ama tanto!
sus pechos mi niñez alimentaron,
y mi sed apagó su tierno llanto,
y sus vigilias hombre me formaron.
A ese ángel para mí tan santo,
última fe de creencias que pasaron,
a ese ángel de bondad, ¡quién lo creyera!,
olvido por tu amor… ¡loca ramera!
Sé que tu amor no me dará placeres,
se que burlas mis grandes sacrificios.
Eres tú la más vil de las mujeres;
conozco tu maldad, tus artificios.
Pero te amo, mujer, te amo como eres;
amo tu perversión, amo tus vicios,
y aunque maldigo el fuego en que me inflamo,
mientras más vil te encuentro, más te amo.”
O este otro, un soneto titulado “El borracho”:
“Generoso en la copa, ruin en todo;
ronca la voz, inyecta la mirada,
párpados gruesos, faz abotagada
y siempre crudo cuando no beodo.
Perdida la razón, goza a su modo,
y nunca estar en su razón le agrada;
que el vino es todo, la razón es nada,
y sólo vive al empinar el codo.
Cuando al inflamarle empieza el aguardiente,
lenguaraz, atrevido y vivaracho,
es intrépido, franco y excelente
amigo; pero juzgo sin empacho
que no es franco, ni amigo, ni valiente;
porque el borracho, en fin, sólo es... borracho.”
Estamos hablando de poemas escritos en la segunda mitad del siglo XIX, por un poeta nacido en Guanajuato y que murió en la indigencia. (Para enterarse sobre la vida y la obra de este poeta se recomienda la antología Del álbum del corazón y otras páginas, selección de Juan Diego Razo Oliva, Factoría Ediciones, 2000).
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