Las ratas.
Las de la cárcel.
A las que prendíamos
fuego
en el centro del patio.
Se arrastraban por el suelo
con su cuerpo envuelto
en llamas,
camino de los tigres.
El Papuchi decía:
Eso es porque
las muy putas
saben
que en los servicios
hay agua
No lo creo.
Se arrastraban en esa dirección
porque allí tenían su casa
porque querían morir
rodeadas de los suyos.
Como si fueran
seres humanos.
No importa.
Que yo recuerde,
ninguna
consiguió
llegar.
Ninguna.
Nunca.
Llegar.
David González, de Ley de vida ( DVD ediciones, 1998 ).
.
Nuestra querida Sonia San Román entrevista a nuestro drugo hermano David G, autor del poema que transcribo, en una conversación sin desperdicio... Podéis acceder a ella desde el propio blog de Sonia, pinchando aquí: Una copa... con David González. A vuestra salud, hermanitos. v.
No hay comentarios:
Publicar un comentario