Para Ángel González Espada
En la madrugada, sujeto a mi botella
de oxígeno para apnea, pienso en mi hermana,
y trato de dormirme.
El insomnio y la tristeza son costumbres
mucho más resistentes que una vulgar
insuficiencia respiratoria. Ya no fumo,
no hago nada en todo el día. Por las noches,
buceo.
Busco a mi hermana en las praderas de algas,
sueño que volvemos a hablarnos
y me despierto. Con una mascarilla
y un olor a sudor tan terrible en la funda de la
almohada.
Aún no es de día y escribo
poemas como éste, o invento una charla
con frases perfectas como peces voladores
saltando entre mi boca y la suya.
Bodegones costumbristas. Si te fijas
se ve la kriptonita por detrás de la naranja.
Te pido perdón. No hago nada en todo el día,
y llega la noche, y enciendo la máquina.
José Daniel Espejo, de Música para ascensores ( Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás, 2007 ).
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