jueves, 11 de junio de 2009

A Satu, dondequiera que esté. Ángel González González


Luego llegamos a casa.
Las paredes se habían agrandado
y los sillones parecía
que nos sobraban;
que podían contener
mucha más materia
de la que nosotros teníamos
en aquellos momentos.
Todo nos venía grande
y el vacío...,
el vacío desgarraba adentro,
se asentaba en una especie
de cúpula sixtina
en la que el dedo señalaba
y hasta parecía
que iba a decirnos
"Por ahí se ha ido"
...y llorábamos.

1 comentario:

Javier Belinchón dijo...

Gran poeta Ángel González González y buen pintor también.