Otra vez olfateando las esquinas como un perro a la b·squeda de sorpresas afiladas como cuchillos de adrenalina.
Otra vez seducido por la mirada hipnótica del tigre de cemento que promete siempre mucho menos de lo que da.
Otra vez sumergido en el vientre de todos los barrios chinos del mundo.
Esta noche, por esta calle hay un diapasón solitario y desquiciado de pasos borrados por la sombra de la luna que mira enloquecida, a través de los cables de la luz.
Esta noche, en esta casa, el hombre que viste riguroso traje gris practica el equilibrio sobre el estómago hinchado de una vaca muerta (cuyos ojos buscan todavía el tren y las moscas), mientras hace malabarismos con los corazones de cinco niños que no hicieron caso a su mamá.
Esta noche, en esta habitación que aún conserva el olor rancio de todos los muertos que durmieron allí, el hombre de riguroso traje gris oficia su ritual de sangre de perro que huye entre las juntas de la madera del piso, escaleras abajo, hacia la calle, aullando a través de los cables de la luz, por este barrio que siempre promete mucho menos de lo que da.
Otra vez seducido por la mirada hipnótica del tigre de cemento que promete siempre mucho menos de lo que da.
Otra vez sumergido en el vientre de todos los barrios chinos del mundo.
Esta noche, por esta calle hay un diapasón solitario y desquiciado de pasos borrados por la sombra de la luna que mira enloquecida, a través de los cables de la luz.
Esta noche, en esta casa, el hombre que viste riguroso traje gris practica el equilibrio sobre el estómago hinchado de una vaca muerta (cuyos ojos buscan todavía el tren y las moscas), mientras hace malabarismos con los corazones de cinco niños que no hicieron caso a su mamá.
Esta noche, en esta habitación que aún conserva el olor rancio de todos los muertos que durmieron allí, el hombre de riguroso traje gris oficia su ritual de sangre de perro que huye entre las juntas de la madera del piso, escaleras abajo, hacia la calle, aullando a través de los cables de la luz, por este barrio que siempre promete mucho menos de lo que da.
Texto e ilustración by Toño Benavides, de Paraíso (Eje Ediciones, Coleccion Cúa, 2009).
1 comentario:
Siempre genial, toño!
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