Me acosté con ella porque era la única chica que no era modelo. No sé cómo me las apañé para entrar en la fiesta, en un ático de la zona alta de Barcelona, con una terraza de capacidad para unas 70 personas. Ah, sí, ya recuerdo. Me colé en el párquing privado, dando tumbos salté una verja y apalicé al primer tipo con traje que bajaba de un deportivo con dos tubos de escape. Medía una cabeza menos que yo, con lo que el traje me quedaba estrecho, y las mangas me llegaban por los codos.
Me abrió la puerta un tipo con pajarita y una bandeja cargada de copas de cava en la otra mano (¿cómo diablos mantenía el equilibrio abriendo la puerta con una mano y aguantando la bandeja con la otra?). Cogí dos copas y me las bebí de golpe, eructando en la cara del camarero a modo de agradecimiento .
Oteé el comedor, era tan jodidamente grande que, con mis problemas de miopía, no alcanzaba a ver más de la mitad; la otra parte eran minúsculas siluetas estilizadas. Los tacones más bajos que llevaban las mujeres eran de 10cm; nunca me he considerado bajo, pero aun así que la mayoría superaba mi estatura. El rubio era el color de pelo predominante entre el colectivo femenino. Tenía ganas de follarme una rubia. Me quedaban algunos tranquimazins, que llevaba cuidadosamente en un frasco dentro del bolsillo interior de la americana. Deambulando bajo las extrañas miradas de los asistentes (sudaba, y mis calcetines sucios y agujereados quedaban a la vista debido a la pequeñez de los pantalones), reparé en el único espécimen con coño que parecía conquistable evitando la violación, así que rápidamente me acerqué para saludarla. Estaba sola, sentada en un sofá gigante en forma de labio-¿Dalí?-y era más gorda de lo que creía. Las gordas compensan su falta de atractivo con sendos escotes idóneos para sucias cubanas.
-¿Tú también eres mujer de pasarela?- tenía cara de gilipollas, así que no dudé en forzar el piropo fácil.
- ¿Yo?-rió- No, pero ya me gustaría, ¿Tu crees que valgo?
- Sin duda, tu grácil figura arrasaría en París y en la Cibeles.
- ¿En serio?
- ¿Salimos al balcón?, hay demasiada gente en la terraza, quiero fumar un pitillo.
- Si, claro, ¿porqué no?
Las cosas pintaban bien, no me haría falta drogarla con los tranquimazins. Las gordas, benditas gordas, qué fácil es subirte la autoestima con una de ellas, es sólo cuestión de bajar el listón.
Vanity Dust (inédito).
Me abrió la puerta un tipo con pajarita y una bandeja cargada de copas de cava en la otra mano (¿cómo diablos mantenía el equilibrio abriendo la puerta con una mano y aguantando la bandeja con la otra?). Cogí dos copas y me las bebí de golpe, eructando en la cara del camarero a modo de agradecimiento .
Oteé el comedor, era tan jodidamente grande que, con mis problemas de miopía, no alcanzaba a ver más de la mitad; la otra parte eran minúsculas siluetas estilizadas. Los tacones más bajos que llevaban las mujeres eran de 10cm; nunca me he considerado bajo, pero aun así que la mayoría superaba mi estatura. El rubio era el color de pelo predominante entre el colectivo femenino. Tenía ganas de follarme una rubia. Me quedaban algunos tranquimazins, que llevaba cuidadosamente en un frasco dentro del bolsillo interior de la americana. Deambulando bajo las extrañas miradas de los asistentes (sudaba, y mis calcetines sucios y agujereados quedaban a la vista debido a la pequeñez de los pantalones), reparé en el único espécimen con coño que parecía conquistable evitando la violación, así que rápidamente me acerqué para saludarla. Estaba sola, sentada en un sofá gigante en forma de labio-¿Dalí?-y era más gorda de lo que creía. Las gordas compensan su falta de atractivo con sendos escotes idóneos para sucias cubanas.
-¿Tú también eres mujer de pasarela?- tenía cara de gilipollas, así que no dudé en forzar el piropo fácil.
- ¿Yo?-rió- No, pero ya me gustaría, ¿Tu crees que valgo?
- Sin duda, tu grácil figura arrasaría en París y en la Cibeles.
- ¿En serio?
- ¿Salimos al balcón?, hay demasiada gente en la terraza, quiero fumar un pitillo.
- Si, claro, ¿porqué no?
Las cosas pintaban bien, no me haría falta drogarla con los tranquimazins. Las gordas, benditas gordas, qué fácil es subirte la autoestima con una de ellas, es sólo cuestión de bajar el listón.
Vanity Dust (inédito).
1 comentario:
qué cabrón eres.ja
hoy tenía tiempo y he empezado a leer todo esto...ya que leer...mmm
sobre todo leerte...
si hubiera estado yo en la fiesta, me habrías ligado por madura...solo que te hubiera mimado un montón ese cuerpo de intelectual litarate sucio que tienes...
ji
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