Un recomendable y recien estrenado blog sobre televisión (y basura), ahí va una de sus entradas:
El mundo está colonizado por españoles, por vascos, por madrileños… La mitad de ellos están en Chicago, Moscú, Manila (y la otra mitad en las playas, comiendo tortilla de patata de fiambrera o vaciando botellas de Moet Chandon en piscinas llenas de jamonas, chuloputas musculitos y de hijos díscolos de jeques árabes o de traficantes de armas, pero de eso ya hablaremos otro día)
Los reportajes sobre viajes proliferan, las cadenas se copian una vez más y al final todas echan el mismo programa. Ahora toca ver a gente que se ha ido a vivir a otros países y nos cuenta cómo es su vida allí y que echa mucho de menos el jamón.
Yo personalmente me quedo viendo esos programas con la boca abierta, creo que la fórmula engancha porque hoy la gente viaja más que nunca pero ve y aprende mucho menos de las ciudades y paises que visita, todo es una carrera para ir a los lugares fotografiables que luego enseñar para fardar un poco, sin mirar a los lados ni a la gente que está a los lados. Y en estos programas, por el contrario, hablan con gente que lleva ya meses o años viviendo en esos lugares por los que los demás pasamos de puntillas, y que ya saben de qué va la cosa. Eso sí, en ellos siempre tiene que haber un profesor de español, un cocinero de postín y uno que se ha forrado especulando con pisos o está a supersueldo de una multinacional, lo cual da un sesgo pijo al punto de vista (no se salva ni el profesor de español, que suele estar casado con una pintora que vende cada uno de sus garabatos a diez mil euros, si no ¿de qué vas a llevar viviendo diez años con el salario del Instituto Cervantes en una ciudad en la que la mitad del año no se hace de noche y aún así los bares los cierran a las seis de la tarde?).
Son pues, estos programas, una apuesta segura para el espectador, que todavía mantiene la fascinación por el viaje (aunque sea un cagueta y luego cuando viaja se vaya a comer a un centro comercial, idéntico al de al lado de su casa), el gusto por la aventura, el morbo y el pasmo por ver a alguien zamparse un perro al alioli o disfrutando de una baja por maternidad de 2 años.
Y una bicoca, en realidad, estos programas, para las cadenas, pues mandan los equipos en plan paracaidista, no hay que investigar previamente, ni empaparse durante meses de la cultura y vida locales, para eso ya están los expatriados, el cocinero con estrella michelín, el director del centro de cultura español, la monjica navarra… y los de la tele solo tienen que dejarse llevar, rodar durante una semana y a casa a montar el invento. Un gran invento, sí, esto de los españoles por el mundo.
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