A los niños de los ojos rojos, a los niños del muro.
Allen
aún hay
manos,
corazones,
diafragmas
y corazones
en busca
de su dosis,
no chillan,
ni sangran
por los brazos,
se sientan
en un banco
a esperar
con la desesperación,
ojos llorosos,
manos
inquietas,
bromas
estúpidas
para matar
al tiempo
que nos mata,
no sé
si serán
los mejores
cerebros
de su generación,
pero también
se pierden,
los pierdo,
huesos
con filtros,
sentimientos
con cartón,
ciudades
espesas,
esperando
a que crezca
la hierba
por donde
pasaron
sus ansias,
días
de despedida
entre
el césped
de nuestra desgracia,
el aire
sopla,
el ansia
asoma,
y pueden
estar
esperando
horas
y horas,
que olvidan
por
los
ojos
rojos,
hay caladas
hasta
el alma,
y estos van
por la segunda,
papel
de liar,
venas,
algo de carne
y marihuana,
podrían
estar
tirados
dentro
de una furgoneta
mirando
al techo
sin pensar,
podrían
hacer
mil cosas
pero hasta
ahora
sólo
han podido esperar,
espero
que el humo
blanco
salga
de sus bocas,
pero sé
que
no pasarán
sus tormentas.
Carlos Gutiérrez del Horno, del blog Percepciones Indebidas.
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