Frente a todo esto, estas páginas son comentarios a bote pronto, apostillas en caliente, andanadas y exabruptos. Creo que el tiempo de los análisis ponderados se ha acabado, que es una trampa, tanto o más que ese diálogo que consiste en aplaudir y acatar lo que diga quien detenta el poder: un trile en el que gana la banda de la porra.
jueves, 28 de febrero de 2013
EL ASCO INDECIBLE
Frente a todo esto, estas páginas son comentarios a bote pronto, apostillas en caliente, andanadas y exabruptos. Creo que el tiempo de los análisis ponderados se ha acabado, que es una trampa, tanto o más que ese diálogo que consiste en aplaudir y acatar lo que diga quien detenta el poder: un trile en el que gana la banda de la porra.
DISOCIADOS: DOS POEMAS DE DAVID GONZÁLEZ
No se molestaron en oír
los zumbidos de la mar
en mil orejas de puntillas
en comprender que la regla astillada
castigaba sus propias manos
en contemplar en las pizarras
niños de tiza
borrándose
BERLÍN
Hay dos bares
y enfrente de cada bar
un muro.
En uno se apalancan
estudiantes que piran clase,
delincuentes comunes,
jóvenes radicales,
algún que otro yonqui.
En el otro se sientan
estudiantes universitarios,
licenciados, deportistas
y matrimonios con sus hijos.
A veces paso por allí,
pero nunca me quedo
a tomar nada.
Aún no he decidido
en cuál de los dos muros
me tengo
que sentar.
Extraído del blog de David de San Andrés Hasta los gatos acaban por suicidarse
miércoles, 27 de febrero de 2013
martes, 26 de febrero de 2013
Paisaje de Josep Malivern
Hace tiempo que quería publicar algún poema de mi amigo Josep Malivern, que vegeta por la costa de Tarragona, entre ruinas y edificios abandonados, y sabe un rato del lado negro del espejo. Esta mañana me ha enviado este y lo cuelgo sin su permiso porque ya le vale:
Los ahogados cuelgan su ropa
entre balandros y cormoranes.
Convocan a la viuda que no existe
a la madre perdida.
Nadie recogerá sus harapos.
Poca cosa es el cuero del cinturón
de un pantalón rendido.
Aún menos el pellejo de un suicida.
No habrá más mesillas
ni despertadores.
Sólo sal que jalea
triste espuma y rabia honda.
Ese era el horizonte.
Que no tenga fondo este abismo.
No piden más.
Donald Ray Pollock, Shalom Auslander, Junot Díaz, Patxi Irurzun... en Primera persona 2013
Extraído del blog del festival Primera Persona, que se celebrará los días 3 y 4 de mayo en el CCCB de Barcelona: http://primerapersonabcn.blogspot.com.es/
Todas las noticias de golpe, para que se empachen. Podemos congratularnos de haber conseguido ocho nuevos nombres para el cartel del Primera persona 2013. A saber:
Donald Ray Pollock, autor de Knockemstiffy El diablo a todas horas (Libros del Silencio), favorito de esta casa, working class hero #1 y narrador sin par, estará con nosotros los días 3 y 4 de mayo del 2013.
También lo hará Shalom Auslander, judío renegado extraordinaire, notorio expulsado-a-patadas-de-la-ortodoxia, ex-pajeador compulsivo y escritor mondante: aquí celebramos una y otra vez Lamento de un prepucio y la recientemente publicada Esperanza; una tragedia (ambas en Blackie Books).
Por último, nos llena de orgullo anunciar a voces que The Raincoats (Gina Birch y Ana Da Silva), celebradas pioneras del fem-punk, compadres espirituales de The Slits y orgullo de la Rough Trade de los ochenta, presentarán en exclusiva para Primera Persona un show de rock’n'roll, spoken word y performance que estará lleno de reflexión vivencial y óptica autosuficiente. Si nos permiten que ricemos el rizo, el colmo es que Lidia Damunt acaba de confirmarnos que se unirá a su show, de un modo aún no especificado pero que nos llena de expectativas y agitación estomacal.
Y, para terminar, otra cápsula: celebraremos los diarios, los dietarios y los cronistas en primera persona. Hemos invitado a cuatro representantes del género para que compartan sus visiones con nosotros: Manuel Jabois (Irse a Madrid, Pepitas de Calabaza), Federico Montalbán (Diario de un amargado, Morsa), Isabel Sucunza (La tienda y la vida, Blackie Books) y Patxi Irurzun (Dios nunca reza, Alberdania). No tenemos más noticias, de momento. Quizás mejor, porque nos iba a dar un ataque cardíaco.
lunes, 25 de febrero de 2013
Esa ansiada letrina: Charles Bukowski en “Evergreen Review”, por Abel Debritto
El hasta ahora eterno director de Evergreen Review, Barney Rosset, aceptó este artículo el 1 de mayo de 2010. Al cabo de dos semanas, arguyendo que se había producido un “error de cálculo” por su parte, lo rechazaron y me dijeron que el plazo para el número de mayo ya había vencido. No tenía prisa alguna, así que les sugerí que lo publicasen cuando les fuera posible, pero la negativa era firme y me desearon suerte. Todo aquello me parecía muy turbio y, tras indagar un poco, averigüé que Rosset y los otros editores habían llegado a la conclusión de que el artículo podría ser “dañino” para la imagen y el legado de la revista. En un ejercicio de prudencia un tanto desmedido, se deshicieron de un artículo que ya habían aceptado. No me queda más que preguntarme si simplemente anduvieron con pies de plomo o si se trató de un traspiés del todo inevitable. Juzgad vosotros mismos.
Leer artículo en Revista de Letras
viernes, 22 de febrero de 2013
DISOCIADOS: Prólogo.
¿ME ESTÁS HABLANDO A MÍ?
ANTILOGÍA
En el universo poético, una antología al uso -independientemente de la temática expuesta- no abarcaría más de doce o trece autores, para que el concepto no se distorsione y acabe en lo que sería un libro colectivo, de muchísimos autores. De tantos, que costaría sobremanera hacernos una idea aproximada de lo que serían sus diferentes propuestas, a través de los pocos poemas que, por espacio, tendrían cabida. Así pues, un día se consideró ofrecer una nueva perspectiva, o criterio, a la hora de mostrar al lector una serie de autores y textos, agrupados con parte de su obra, inédita u original, diferentes y siempre alternativos en la acción poética, distantes e inconformistas de otros formalismos establecidos en el lenguaje poético; es así como nació en 2010, bajo el sello independiente Ya lo dijo Casimiro Parker, CONTRAPOESÍA (Antilogía de Poetas Reversados), la primera "antilogía" editada y con estas características: Un libro impreso donde se reúne exclusivamente a cuatro autores, con una parte extensa de su obra, publicada o/e inédita.
DISOCIADOS
En esta ocasión, y con aquel ideario, presentamos una nueva recopilación de textos y ensamblamos con este concepto, que no etiqueta, a otros cuatro autores (uno de ellos lamentablemente desaparecido) en esta segunda "antilogía", que nada tienen que demostrar, porque sus poemas y libros publicados se defienden por sí solos en la poesía española contemporánea, pero que, sin embargo, sí tienen mucho que decir. Entendiendo quizá el absoluto desconocimiento sobre su obra en la nueva oleada de lectores de poesía, posiblemente consecuencia de una premeditada condena al ostracismo por un incómodo decir, donde la palabra se enfrenta al poema de una manera cruda, dura, dura y sin liturgias, sin falsedades o trucos. De modo que: Disociado, en poesía, podría entenderse como una actitud ante la adversidad, al margen de las corrientes existentes y a modo de evolución en la prosa poética, personal y libre, siempre independiente, como quien busca su realidad fuera de la misma realidad, generando siempre una voz inconfundible: verismo y autenticidad.
EN CUALQUIER CASO, elegimos el camino literario por su vínculo con la poesía, también porque nos agita su lectura, a El Ángel, Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe y David González, que, olvidados en la oficiosidad, nos siguen emocionando e impactando como lectores y cuyos poemas nos apasionan sinceramente; por esta comunión y otros motivos, os invitamos a conocer su obra, o al menos una parte suficiente como para hacerse una idea clara de sus respectivas propuestas literarias, cuyas obras no suelen tratarse en los diarios oficiales ni en los suplementos culturales, sin embargo sus versos son copiados, leídos, admirados y difundidos en blogs, revistas digitales minoritarias, fanzines, redes sociales, etc. Cuatro autores que han sido machacados con la imposición de etiquetas ("realismo sucio", "poesía de la conciencia", "bukowskianos", "minimalismo", "poesía de la experiencia", etc.), porque en el periodismo y en la crítica no especializada se vive siempre dentro del etiquetado, como si los poetas fuesen mariposas y sus alas pudieran clavarse siempre en la misma pared, e idénticas clasificaciones. Los cuatro escapan a estas ordenaciones, porque la obra de cada cual contiene su propio ritmo, su identidad exclusiva, su música interna, su lugar en el mundo poético.
Gsús Bonilla y José Ángel Barrueco.
Disociados. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2013.
Textos de Ángel Álvarez Caballero (El Ángel), Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe y David González.
Prólogo de Gsús Bonilla y José Ángel Barrueco.
EL LADRÓN DE PERAS
[...] en El ladrón de peras nos encontraremos seis cuadernos de poesía en uno, cada cual con su propia polifonía y nervio; aunque si tengo que destacar un matiz concreto en estos seis cuadernos subrayo la propia perspectiva de un único libro como conjunto, que nos abrirá también, un extenso abanico de posibilidades dentro del lenguaje y el propio discurso poético; abrazados todos y cada uno de estos cuadernos, a un grito demoledor, como denominador común: la voz de un poeta que reclama a la vida sus migajas de libertad; a una vida ladrona y de robo manifiesto; la que nos otorgaron nada más nacer, en la que seguimos inmersos, sin remedio; entonces, como recurso para el propio auxilio, está el reivindicar esas menudeces comunes y reconocibles; las que sean, muchas o pocas, grandes o pequeñas, pero las únicas que te quedan como hombre, Ser y humano... Y qué coño, que son tuyas. (Gsús Bonilla)
SANGUIJUELAS por Iván Rojo.
Mi hermano aparecía por casa muy de tanto en tanto. Casi siempre de noche. Siempre sin avisar. Mi madre se levantaba corriendo del sofá y le daba un montón de besos seguidos en la mejilla, lloraba un poco en su hombro y le hacía tres o cuatro huevos fritos con chorizo. A mi padre las visitas de mi hermano no le gustaban tanto. Al cabo de unos minutos los dos estaban insultándose y no era raro que algún plato acabara volando por los aires. En cuanto terminaba de cenar, mi hermano le pedía a mi madre algo de ropa limpia y se daba una ducha. Yo me metía con él en el cuarto de baño y le pedía que me hablara de sus viajes. Dónde había estado esta vez, qué cosas había visto. Casi siempre se trataba del Sudeste asiático. Aquellas dos palabras llegaron a significar para mí una especie de reino de fantasía. El lugar al que deseaba que mi hermano me llevara en cuanto me hiciera un poco mayor. Desde detrás de la cortinilla él me hablaba de colinas verdes que se adentraban en un océano lleno de tiburones inofensivos y peces voladores. Me hablaba de ríos tan anchos como países enteros y de dormir en hamacas de cuerda bajo un cielo iluminado por estrellas que no se veían desde ninguna otra parte del mundo. Cuando terminaba de ducharse y sacaba el brazo flaquísimo en busca de la toalla, yo estaba atento para fijarme en si las heridas seguían allí. Todos esos moretones que le recorrían las venas, muy azules. Siempre tenía la esperanza de que esta vez ya no estuvieran, porque algo me decía que eran el lado malo de sus viajes al Sudeste asiático. Pero él me respondía que no me preocupara, que no eran más que las marcas que dejaban las sanguijuelas del Río Amarillo, que ya me lo había explicado muchas veces y que no se lo preguntara más. A veces se quedaba a dormir, pero normalmente se iba nada más ducharse. Después de abrazarnos a mí y a mi madre y de dedicarle un frío adiós a mi padre, siempre sacaba algún regalo para mí de su mochila sucia. Al día siguiente cuando bajaba a la calle a jugar con los demás críos se lo enseñaba y les contaba que mi hermano me lo había traído de Camboya, Laos o Vietnam. El capullo del hijo del taxista, que ya tenía doce años, siempre decía que eso no era verdad, y que el regalo en cuestión tenía toda la pinta de ser del Todo a 100 de la esquina. Decía muchas más cosas, en realidad. Cosas como que mi hermano llevaba dos años viviendo en una chabola de cartón y uralita en eso que llamaban el hipermercado de la droga, que se pagaba el caballo chupándosela a los viejos en los baños de la estación de autobuses y que no tardaría en llegar el día en que lo encontraran muerto en algún descampado. Se lo decía a todo el mundo, riéndose, burlándose de la peonza, el balón o lo que fuera que mi hermano me hubiera traído. Pero yo nunca le creí, y hacía oídos sordos a sus gilipolleces. Sabía que lo suyo no era más que envidia porque su hermano mayor no viajaba por todo el mundo como el mío, sino que era el pobre pringao que le ponía la gasolina a mi padre cuando algún domingo de verano íbamos a la playa. Pero dos días después del entierro, cuando no tuve más remedio que asumir que el hijo del taxista tenía razón, le pillé desprevenido mientras se hacía el duro fumándose un cigarro en un banco del parque. Casi lo maté con aquella piedra. Justo en la nuca. Nunca pudo volver a pronunciar las erres como antes. Y aún hoy arrastra el pie izquierdo al caminar. Y, joder, no me arrepiento. Por cabrón.
Iván Rojo
jueves, 21 de febrero de 2013
DAVID GONZÁLEZ: Disociados en Tapas y Fotos.
DISOCIADOS. antilogía
EL ÁNGEL
KARMELO C. IRIBARREN
ROGER WOLFE
DAVID GONZÁLEZ
selección de poemas y prólogo:
Gsús Bonilla + José Ángel Barrueco
ISBN 978-84-939270-6-6
232 páginas
Encuadernación rústica
Cubierta plastificado mate
Papel Munken
15 EUROS
“Disociado” como concepto de separarse de diferentes realidades poéticas para crear una nueva y única voz que viva al margen de corrientes; surgiendo una poética libre e independiente.
El libro negro es una retrospectiva de estos cuatro autores, en la que se incluyen poemas inéditos.
ALGO QUE NUNCA DEBIÓ PASAR
Decir que una novela te ha enganchado desde la primera página, ¿constituye acaso su mayor elogio? Es por supuesto, un elogio, pero ¿el mayor? Porque hay muchas novelas que te atrapan en su trama, aunque te ofrezcan sólo un entretenido pasatiempo, unas horas de evasión de la prosaica realidad. Algo que nunca debió pasar, de Juan M. Velázquez, posee muchos más ingredientes que la simple atracción, apasionante desde luego, de su intriga. Personajes perfectamente delineados y creíbles, tanto protagonistas como secundarios, la constante alusión a un tiempo aciago como fue el de los años de plomo del terrorismo, un espacio urbano, del de la ciudad de San Sebastián, agobiante y cerrado a pesar de sus bellezas naturales y arquitectónicas.
Novela policiaca porque en ella intervienen policías y delincuentes, no es tampoco una novela de buenos y malos. Es, sí, una novela testimonio (pero me gustaría que quedase claro que es antes que todo eso, novela, es decir, obra artística) sobre unos años en que la policía no sabía o no podía reprimir el delito como no fuese con torturas, y eso hace mella, no sólo en el torturado, sino en el torturador. No hay tesis en esta novela, sólo verdad desnuda, terrible y desgraciada.
No vamos a desvelar su trama ni por asomo. Yo sólo les recomiendo vivamente que la lean. Y aquí, por ejemplo, pueden comprarla.
Enrique Baltanás, Al margen de los días.
“Algo que nunca debió pasar”, es el título de la última novela de Juan Velázquez, publicada en la colección de narrativa de Arte Activo ediciones. Una novela muy negra donde se alterna la narración de las vivencias de Ramírez y el Rubio como policías nacionales en los años 80, con la narración del momento actual, la llegada de Ramírez que acude presto a la llamada de su amigo el Rubio cuando le dice: “tienes que ayudarme”. Tenemos tres elementos: la propia intriga que Ramírez se dispone a resolver, la narración de lo vivido por Ramírez y el Rubio hace veinte años y, por último, la mirada del Ramírez actual sobre aquello, lo vivido y sobre la realidad que se encuentra a su llegada a San Sebastián 20 años después.
El punto de arranque es el viaje Madrid-San Sebastián que Ramírez hace atendiendo el SOS de su ex compañero Gutiérrez, “el Rubio”, quien le pide ayuda para resolver un peliagudo y trágico asunto familiar que no voy a desvelar pero que sirve como punto de partida para colocar al protagonista, Ramírez, en un escenario -el País Vasco- que dejó 20 años atrás y que no ha vuelto a pisar. Como dice la contraportada del libro “que el pasado pesa es algo que nunca debe olvidarse” y Ramírez va a tener que enfrentarse -además de con un caso por resolver- con su propio pasado, ese que atesora en una ajada carpeta azul tamaño folio que siempre lleva consigo y donde ha guardado todos los recortes y recuerdos además de algunas fotos que dan cuenta de lo que vivió durante el tiempo que estuvo trabajando en el País Vasco como policía nacional. El temor a olvidar y a la vez el miedo de los propios recuerdos es una constante en todo el libro, junto a la culpa, el verdadero motor que mueve el mundo: ni el odio, ni el amor, ni la venganza: la culpa, el sentimiento de culpabilidad. El olvido y la culpa son los pilares de esta novela.
Juan Velázquez hace un retrato maravilloso de Ramírez y Gutiérrez, “el Rubio”. Gutiérrez es el mentor de Ramírez, su salvador, el poli macarra, putero, sin demasiados escrúpulos, kamikaze que le salvó la vida y con el que contrajo una deuda que ahora, veinte años después, Ramírez pretende saldar en forma de favor personal. Ramírez y Gutiérrez, un madrileño y un salmantino, destinados al País Vasco, en los 80, finales de los 70. Hay que ponerse en su pellejo. El País Vasco era para ellos, dice el narrador, “un lugar de oportunidades”. La mirada que proyectan Ramírez y de Gutiérrez sobre un lugar como el País Vasco y en un tiempo tan convulso como el que retrata la novela de Juan Velázquez es uno de los mayores aciertos de la novela. Cómo dos extranjeros encajan en una sociedad llena de matices, de contradicciones, una realidad imposible de entender desde fuera, puesto que a veces es difícil interpretar desde dentro. Y Ramírez y el Rubio, son los anfitriones perfectos para que desde fuera podamos entender que no hay que desdeñar la mirada ajena ya que puede completar la mirada propia.
“Algo que nunca debió pasar” no es una novela cómoda, ni convencional, no hace concesiones ni por una parte ni por la otra. Muestra todo con absoluta crudeza y sin medias tintas. Es una novela donde se asiste a la evolución de la emociones, cómo éstas nos condicionan, cómo lo que sucedió hace años en un momento puntual y que te hizo sentir una cosa concreta, evoluciona en una dirección casi siempre inesperada. Como le sucede a Ramírez, la mayor parte de las cosas que vivimos sólo alcanzamos a comprenderlas con la distancia y el tiempo; y sobre todo, solo entonces sabemos cuál es su verdadera dimensión. ¿Dónde nace la culpa? ¿en qué momento algo que hacemos desde la más absoluta convicción de que está bien hecho se convierte en culpa? ¿Dónde está esa línea? ¿Quién la traza? Porque hay una línea, la línea que atraviesa toda la novela desde la primera página hasta su final. Pero lo que el tiempo le enseña a Ramírez es que esa línea es movible, su trazo se hace cada vez más débil, más difuso y, lo que es peor, discontinuo y por ese hueco se escapan las razones, los argumentos, la certeza absoluta de estar del lado de los buenos.
“Algo que nunca debió pasar” se presta a muchas lecturas e interpretaciones; puede ser una novela didáctica que muestra sin ambages una parte de nuestra historia que, a día de hoy, continúa escribiéndose con más o menos acierto. Es también una intriga bien construida, con todos los elementos de una muy buena novela negra. Desde luego es un retrato de personajes que se quedan grabados a fuego, Ramírez y “el Rubio” y que piden a gritos que se les dé continuidad; y también es un retrato muy fiel a lo que ha sido y es la sociedad vasca, con su idiosincrasia, sus particularidades y, sobre todo, sus contradicciones. Y además Juan Velázquez nos muestra una maqueta a escala del País Vasco que condensa en una urbanización llamada “Haritza”, compuesta por 20 adosados de lujo donde conviven: dos ex etarras, un ex policía nacional, un hijo de papá y un discípulo del nacionalismo que recibe su premio a la fidelidad en forma de cargo político. Ese crisol que es la sociedad en la que vivimos, donde las mayores contradicciones pueden terminar respondiendo a la lógica más aplastante. Una realidad donde, como reza en la contraportada del libro: “al cabo del tiempo, los bandos contrarios pueden convivir e incluso ser cómplices en una misma historia, pero la convivencia en paz tampoco es pacífica, la memoria no se pierde, la pureza no es posible”.
El viaje de Ramírez es un viaje a sus propias contradicciones y un intento para estar en paz con su pasado y poder convivir con la memoria de lo que se ha hecho, sin que ésta deba ser necesariamente canalizada por la culpa.
Muchas cosas condensadas en 159 páginas que dejan con muchas ganas de más.
Itziar Mínguez, Agitadoras.com
Algo que nunca debió pasar
Autor: Juan M. Velázquez. Arte Activo Ediciones.. 2012. 159 páginas. 15€.
miércoles, 20 de febrero de 2013
ANIMALES PERDIDOS en PUNTO DE LIBRO
Animales perdidos
Vicente Muñoz Álvarez Baile del sol
En el número anterior de nuestra revista reseñábamos Canciones de la gran deriva, un poemario de Vicente Muñoz Álvarez publicado inicialmente en 1999, y reeditado en versión ampliada el pasado año. Dos meses después, tenemos la suerte de contar con una nueva obra del mismo autor, con la que de nuevo nos ha atrapado por el realismo y la clarividencia que destilan sus poemas. Unos poemas que, libres de las restricciones de la métrica encorsetada y hasta de las reglas de puntuación, nos llevan más por caminos rítmicos y melódicos que por versos y estrofas cuadriculadas.
En Animales Perdidos acompañamos al autor en un viaje por tres estados de ánimo, por tres maneras de estar, de vivir la vida. El hilo argumental -elemento no exclusivo de la narrativa, como demuestra este poemario- se basa en las relaciones de pareja, pero el mensaje trasciende del hecho concreto para alcanzar toda la existencia. Así, el fracaso sentimental, la ruptura, la soledad, pero también la esperanza, la recuperación y el reencuentro con el amor, ya olvidado como elemento fundamental de nuestra vida, nos dibujan un fresco que nos deja ver las diferentes caras de la existencia, y los variados estados de ánimo con que nos enfrentamos a ella.
La primera parte, Infierno, se abre con el poema que da título a la obra completa. En él tenemos algo así como el prólogo y resumen de lo que será el resto del libro: la ruptura de la pareja, el abandono, la soledad, tiñen la vida de un color gris. Nos sentimos como mascotas abandonadas. Pero ya en este primer poema se nos apunta que, al final, habremos de salir de ese estado triste y solitario, y que habremos de hacerlo, necesariamente, solos. En esta primera parte, la más extensa, abundan los poemas en los que descubrimos la soledad como aquello que nos hace más daño, más incluso que la propia pérdida de la persona amada, o de la carencia del propio sentimiento del amor. En alguno, como Terminal sur, vemos que encontrar la soledad de otras personas, e incluso compartirla, paradójicamente no hace que la nuestra sea menor. En otros, como Oxidación, recordamos la necesidad de resistir y avanzar con nuestra soledad a cuestas. No faltan poemas que surgen del contexto social y económico actual. Las inquietudes sociales del autor, tan presentes en otras obras suyas, vuelven a aparecer aquí, aunque sea más esporádicamente, y casi exclusivamente en esta primera parte del poemario. Calderilla, Barrio o Tierra sin pan nos hablan de esa realidad social dura, hostil, que tal vez se nos haga más visible y nos llegue más, precisamente cuando sufrimos la soledad y no estamos anestesiados por las endorfinas que libera un cerebro enamorado. Y, como elemento de resistencia, a veces como auténtico salvavidas, aparece la literatura. En Estigma, Corrección o Dominio, el autor nos habla del oficio de escritor, y en Poemas o Ultramarine hace un reconocimiento explícito a la poesía como compañera inseparable, especialmente en momentos de soledad.
Purgatorio, la segunda parte, está compuesta por poemas muy breves, casi telegráficos. Estos han perdido hasta el título, y se nos presentan como una sucesión de ideas, a veces confusas, desordenadas. Confusión y desorden que responden a esa etapa intermedia entre el Infierno del que hemos salido, y el Cielo -que sin duda nos espera a la vuelta de unas páginas-. En estos poemas el dolor de va haciendo más pequeño, más lejano. Se va olvidando la causa de nuestro sufrimiento, se atisba la posibilidad de avanzar hacia la felicidad. Pero es un tiempo lleno de confusión, de dudas sobre dónde estamos y hacia dónde vamos. En esa situación el autor solo ve un posible camino: avanzar, continuar siempre adelante, con el miedo y las dudas como compañeros de viaje, pero caminando a pesar de ellos. Y aquí aparece un nuevo tipo de soledad, no la de la primera parte impuesta dolorosamente, sino ahora buscada como alejamiento temporal de la masa, del rebaño, como vía para reencontrar la esperanza. La soledad como medicina para curar la soledad. Leemos, en uno de los poemas más simples y bellos de todo el libro, cómo esa medicina, en el caso del poeta, son los sueños. Unos sueños que para los poetas siempre son en blanco y negro. Blanco y negro; la tinta de un poema sobre un papel.
Finalmente, en Cielo, se recupera la ilusión, se reencuentran y reinauguran sentimientos y pasiones. Esta última parte es una celebración del amor, no tanto como pasión arrebatadora, sino como estado ideal de vida en compañía. Si en los momentos tristes el salvavidas era la literatura y, más concretamente, la poesía, ahora lo es el mismo amor, como leemos en Kilómetro 13. Y así, mientras leemos los últimos poemas, llegamos a la sencilla conclusión de que lo único que necesitamos es encontrar, al levantarnos cada mañana, dos cepillos de dientes en el baño en lugar de uno. Y aprendemos que amar es, en fin, encontrar la paz, como se nos recuerda en Pura vida o en Todo va bien. O que amar, como dice el título de otro de los poemas, es estar Al fin tranquilo.
martes, 19 de febrero de 2013
1 POEMA de Miguel Cabrera Pérez.
pequeñita, pelo castaño,
ojos bonitos y muy pintados.
Es casi la hora de comer
y el centro comercial
está vacío. Ella está
de dependienta en esta tienda
de ropa. Y nos atiende.
Tiene los ojos humedecidos,
la nariz roja y bosteza.
Le pregunto si tiene sueño
y ella me dice que tiene frío.
Le sugiero que se ponga
algo más sobre la camisa
del uniforme;
ella me dice
que no le dejan
y esboza una sonrisa.
Si tuviera alma,
se me partiría.
Pienso en el propietario
de la franquicia jugando
al golf.
Me cago en sus muertos.
Miguel Cabrera Pérez
lunes, 18 de febrero de 2013
SILENCIO COMPARTIDO por Concha González.
Me gusta
compartir silencios.
Ellos
se entienden genuinamente.
Estado con estado
mirándose a los ojos
hasta lograr
cegarse a sí mismos
evadir los porqués
entre sus indolentes ecos
eludir los hálitos
que ocultos anidan
en los profundos huecos
de las bocas amargas.
Ellos se comprenden
a la perfección.
Saben
de lo que no hablan
de lo que no se cuentan
saben
de lo que no se sabe
y
no se traicionan
con las palabras.
Concha González,
de Mar de Espigas.
domingo, 17 de febrero de 2013
¿CASA? por Andrés Mauricio Cabrera.
De un tiempo para aquí
No quiero salir de casa
Estoy intranquilo
Pensamientos
Confundidos
Y la mierda que no baja
Y todos quieren que salga
Que esté tranquilo
Que sonría
Así sea
Sin gracia.
De un tiempo para acá
No encuentro casa
Estoy perdido
Y la mierda no baja
¿Dónde está el consuelo?
¿Dónde está la rabia?
¿Esa que nunca
Me abandonaba?
De un tiempo para acá
Estoy lento
Los placeres
Se cuecen secos
Y la mierda
Que no baja
Se escurre
Por la garganta
Y entonces
No hay cerveza
Ni licor
Que calme
Las entrañas
Y todo se pierde
En la mirada al suelo
En el golpe del zapato
Contra el cemento
Suave
FRÁGIL
Extraviado.
Y entonces
¿Qué me calma?
¿Sigo vivo?
Sólo queda el consuelo
De la hoja en blanco
Basura que se escurre
En la pantalla
Titilando.
Puede que algún día
Las balas se agiten
Y la tranquilidad
Encuentre consuelo
Sea en una reja
Sea bajo una cama
Escondido
Tras las persianas
Puede que algún día
Todo salga
La pantalla esté llena
Letras disparadas
En ráfagas anisadas
Y sólo quede
La intranquilidad
Esa de siempre
El impulso inconsciente
Y alguien me diga
“Aún tienes esperanza”.
Aún tienes esperanza.
Aún tienes esperanza.
Aún tienes esperanza.
La gente
Sólo se mata.
Andrés Mauricio Cabrera, de Navigatorghost.
viernes, 15 de febrero de 2013
DISOCIADOS
La segunda “Antilogía” de la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker sigue la misma línea de coherencia y brutalidad poética que la primera. No sólo los autores cierran filas conformando una obra redonda, sino que los textos han sido seleccionados con una delicadeza digna de montador de barcos dentro de botellas de cristal. El Ángel, Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe y David González nos regalan un prisma de verdades crudas y azules, blancas o amarillas. Este libro es esa parte de la vida que muchos no quieren mirar porque puede llegar a asustarles, y la muestra en toda su belleza. Con ese brillo seco y tan sencillo de lo que es, sin lugar a dudas, tal como es. Poniéndole luz a la sombra. Puedes hacerte con un ejemplar a través de su web y empezar ya a disfrutar con sus versos.
miércoles, 13 de febrero de 2013
LA MUERTE Y LA MUJER. Guillermo Jiménez Fernández
A George Carlin y a Anibal Nuñez, in memoriam (y con plagio)
Después de su tercera tanda de toses de aquella noche, Alfonsa pareció ver algo o a alguien al fondo de su habitación entre las cortinas estampadas con motivos navideños y margaritas desteñidas, el aparador con candelabros sin velas y un espejo de metacrilato, dicha visión le pareció bastante extraña ya que a sus cincuenta años recién cumplidos la única visita que había horadado su morada, unas siete veces mal contadas calculó, fue la de su difunto marido que tanta paz lleve como descanso dejó.
Tachenka medía cerca de tres metros o eso le pareció a Alfonsa que postrada en su cama de sábanas amarillas, se reconfortaba tan solo con una fotografía en la que aparecían ella y sus siete hijos posando como para un viaje al purgatorio, fotografía sin cristal que reinaba en una mesilla de tres patas a su izquierda y que con el trozo de ventana que no tapaba la cortina eran su mundo desde hacía un par de meses, pero Alfonsa no sabía quién ni qué era Tachenka.
Tachenka tosió con más ímpetus aún que Alfonsa, agarró su frigorífico de mano que siempre llevaba repleto de botellas de Cardhu 12 years sobre un manto de piedras de hielo, sacó la primera botella que entalló, la abrió dando un mordisco al tapón marrón como las sombras del averno y de un trago dejó la botella tiritando.
Alfonsa tosió mientras sudaba como un pollo remojado, miró a su izquierda y vio un tapón de botella junto a la foto de familia pero no tuvo tiempo de asustarse porque escuchó una voz que podría sonar dantesca o aguardentosa a partes iguales que dijo:
-¿del Opus o de los Kikos?
Era Tachenka que disimuló como pudo su voz de pito, quedaba feo en tal armario empotrado de casi tres metros:
-dime, dime, ¿Escrivá o Kiko?
Alfonsa, ante tamaña voz alucinógena pasó de todo y miró los ojos rojos de Tachenka que ya bebía Cardhu 12 years a manos llenas.
De pronto Tachenka sacó del bolsillo izquierdo de su gabardina marca Colombo de color telón de lona, el tomo I de la Obra Poética de un tal Anibal Núñez y leyó:
-“Proclamamos individuos honorarios…” y también,
-“Si vana es la tarea de desmontar los santos…”
Y le dio otro lingotazo al Cardhu a palo seco.
Alfonsa pensaba que esto de morirse es muy raro pero en esos momentos se lo estaba pasando bien, de pronto cayó en la cuenta de que tenía que preguntarle algo a esa presencia gigantesca y constante aquella noche:
-Oiga perdone…, susurró Alfonsa.
-Sí, ya se, ya se, lo de siempre, remedó Tachenka con el morro del Cardhu por bandolera, eso debería usted habérselo preguntado a mi comercial pero ahora me acuerdo que se dio de baja por depresión u otros conceptos el pasado 22 de junio. Si, si, ¿Que qué hacemos con las almas cuando una persona muere, da igual que sea de los Kikos, del Opus, falangista, Anibal Nuñez o de la madre que las parió? Pues las tiramos a un tejado.
CONVOY by Ni Gara.
el de los convoys subterráneos.
Se ruega a los pasajeros
guarden prudencia.
Ya están aquí los monos ridículos,
los gobernantes del periplo humano.
El aire es una epidemia de somníferos,
recesión, miedo y partículas de polvo trastocadas.
Sometidos al zarandeo de los mandatarios
mis vagabundos me imploráis con vuestros rostros.
Acecha el semblante de aquel que no sabe dónde dormirá
y la postura del opulento que custodia el oro.
Se me antoja letal el llanto de ese niño,
lóbrego canto abogando a la pericia.
Su madre lo arrulla piadosa
ya enterada del óbito como única certeza.
Las doncellas y muchachos anhelan la perpetuidad
y no saben lo que eso significa realmente.
Sobre todo los días lúgubres,
lo que aquí es siempre.
Yo, capitán de esta gruta
os escoltaré en vuestro insomnio,
y rogaré a Satanás que apague este averno
antes de ser totalmente devorados por los cerdos.
Sí, haremos frente a los cerdos
y a los monos ridículos.
Apenas seremos cien más veinte,
mas no han de gobernar este vagón de inocentes.
Escaparemos del prolongado carruaje
y se acabará el tiempo del crimen.
La lluvia también traerá sangre, pero será nuestra lluvia,
y será la sangre de nuestros difuntos libres.
Ni Gara
martes, 12 de febrero de 2013
MANCHADA. Lula Souto Méndez
Podría tomar figura de mar sobre los hombros y morder igual que muerde la
esperanza, ese espejismo que resta altura.
Sabía que iba a ser duro todo menos el corazón.
Soy menos que un sueño cansado, sin fronteras que me hagan distinta, anidando en
Sabía que iba a ser duro todo menos el corazón.
Soy menos que un sueño cansado, sin fronteras que me hagan distinta, anidando en
mi nombre desposeído, saboreando torpemente la profundidad abominable, contando
los pasos hacia atrás.
Me abrigué de las promesas de la noche pero se arrojan a mi cuerpo los ángeles
Me abrigué de las promesas de la noche pero se arrojan a mi cuerpo los ángeles
desnudos y me manchan de luz y accidentes, me manchan hasta lo hondo y gimo
como viento cuajado de hélices.
lunes, 11 de febrero de 2013
SPANISH QUINQUI
Pronto en la Tierra
23 relatos quinquis 23
23 ilustraciones quinquis 23
1 fotonovela quinqui 1
1 póster desplegable 1
1 entrevista exclusiva a Bernard Seray 1
1 entrevista exclusiva a Los Calis 1
1 diccionario de argot 1
1 portada de Miguel Ángel Martín 1
20 poemash para El Ángel 20
& nuestros mejores latidos
seguiremos informando
domingo, 10 de febrero de 2013
IMPRESIONES DE UN SPARRING. Patxi Irurzun
por PATXI IRURZUN
Unos pantalones escoceses, una Vespa y el SHY
Para la presentación del último libro de Kiko Amat, Eres el mejor, Cienfuegos, en Bilbao, el pasado día 25, pensé en estrenar los pantalones pitillo y escoceses que me había comprado hacía unos días. Me pareció que podían pegar bien con un fan de los Fleshtones o de los Dictators como es el escritor barcelonés –entre otros muchísimos y variados grupos; Kiko es un loco de la música— pero al final me rajé, en la pensión me cambié, me puse algo menos cantoso y más acorde con mi carácter introvertido (unos pantalones grises de pana) y también con las dos semanas de lluvia y nieve que llevaba soportando sobre mi cabeza. Después, al llegar a La Casa de Atrás en la calle Iturribide, volví a arrepentirme, cuando me encontré a Kiko con sombrero y bufanda y botas con cordones amarillos y a los chicos de la librería-tienda de discos-estudio de tatuaje con sus peinados beatle y a toda aquella gente con parkas y trenkas que bebía sanmigueles en latas del chino de al lado, mientras fuera, en la calle, seguía lloviendo y yo comenzaba a hablar y decía que en esa presentación solo faltaba el propio Cienfuegos, el protagonista de la novela, irrumpiendo con una Vespa en la tienda…
Siempre que presento un libro, propio o de otro autor, pienso en algo a lo que Cienfuegos llamaría el SHY (Síndrome Heriberto Yepes): Heriberto Yepes, el escritor mexicano escribió en uno de sus cuentos que la gente en realidad va a las presentaciones de libros para comprobar lo egoístas, torpes y mamones que son los escritores. A mí, esta vez, no me importa que piensen eso de mí, me expongo gustoso, soy el sparring del acto, su presentador, solo su presentador, pero es algo que por supuesto nunca se puede pensar de Kiko Amat, advierto.
Las Contraseñas de Anagrama
Y es que soy fan de Kiko (y por eso llevo ya varios días nervioso, y por eso también me he venido desde Iruña a presentar su libro y me he cogido una pensión, porque cuando acabe todo no quiero conducir, voy a beber cervezas hasta reventar, un día es un día). Kiko, además, es un autor de Contraseñas, la legendaria colección de la editorial Anagrama. Para muchos lectores y escritores como yo los libros de esa colección fueron una forja literaria: Bukowski, Fante, Raúl Nuñez, Tom Sharpe, Hunter S. Thompson… Y luego Kenzaburo Oé, Pedro Juan Gutiérrez. Y Kiko Amat, que ha publicado sus cuatro novelas (El día que me vaya no se lo diré a nadie, Cosas que hacen BUM, Rompepistas y Eres el mejor, Cienfuegos) en Contraseñas.
“Kiko Amat llegó a mi vida”, me dirijo al público, y casi inmediatamente tengo que aclarar que me refiero a mi vida literaria, lo otro ha sonado como el título de un bolero, y además en realidad he conocido a Kiko, físicamente, hace solo una hora, antes solo nos hemos leído mutuamente, nos hemos olisqueado por Internet… Lo que quiero decir, antes de empeorarlo aún más, es que a Kiko lo descubrí con Cosas que hacen BUM. Y lo hice cuando los libros de Contraseñas no es que hubieran dejado de gustarme, pero ya no conseguían deslumbrarme. Con el tiempo uno se vuelve menos impresionable, más exigente… más viejo, y llegan esas largas temporadas leyendo desganadamente libros que se te caen de las manos, en busca de EL LIBRO, EL AUTOR. Cosas que hacen BUM fue una de esas epifanías, de esos pequeños milagros literarios que te devuelven a la vidilla literaria. De hecho, cuando lo acabé practiqué lo que Cienfuegos llamaría un RPRPG (Rito Privado Ridículo Pero Gratificante), reservado solo a los mejores: lo cerré, le di dos palmaditas en la contraportada, como haría en la espalda de un buen amigo, y lo coloqué en la balda de mis libros favoritos, junto a Mohamed Chukri, Sherman Alexie, John Fante (del que Amat también se confiesa ultrafan)… Claro que ahora solo recuerdo vagamente de qué iba la novela. Es algo que me sucede con frecuencia con los libros: se me olvida lo que leo (esto no parece muy apropiado para un presentador de libros). Eso sí, cuando un libro me gusta deja dentro de mí un rastro, una sensación, una atmósfera, el recuerdo de una voz, un estilo, una actitud. Y eso nunca falla con los libros de Kiko.
¿Te pasa a ti lo mismo?
El poso Amat es su literatura sin imposturas, su literatura vivencial o confesional, como él la ha definido tantas veces, como la volverá definir varias veces a lo largo de su presentación en Bilbao. Cuando Kiko habla de situaciones, escenarios, personajes, sabe de qué habla. Cuando escribe sobre peleas lo hace porque él, o alguien que él conoce, ha estado en ellas. Cuando describe la crisis de los cuarenta, como es el caso de Eres el mejor, Cienfuegos, es porque él la ha pasado (aunque fuera a los 35 —Kiko tiene ahora 41— y, según confiesa, con efectos devastadores, para sí mismo y para quienes le rodeaban). Kiko Amat lo corroborará después, cuando reconozca que siempre que cuenta algo parte de algo que le ha pasado a él o alguno de sus amigos de Sant Boi (Amat creció en esta localidad del extrarradio barcelonés, alardea de ello, muestra orgullo de clase trabajadora, algo poco habitual entre escritores). La literatura vivencial de Kiko no le hace renunciar, sin embargo, a la imaginación, a la ficción, a la creación de lances novelescos y personajes tan maravillosos y tan excéntricos como Pànic Orfila, Rompepistas, Cienfuegos, personajes en los que a pesar de todas sus peripecias, a menudo esperpénticas, no nos cuesta reconocernos. Sus miedos, sus pequeñas y grandes cagadas, sus victorias pírricas, sus aspiraciones, son también las nuestras. Cienfuegos, a fin de cuentas, se complica la vida porque quiere únicamente algo tan sencillo como que le quieran. ¿Y quién no lo hace? Kiko Amat escribe, en definitiva, sobre sí mismo, pero también lo hace sobre nosotros, y eso revela su actitud creativa, generosa y emocional, que busca desesperadamente compartir sentimientos. Él, en realidad, lo cuenta mucho mejor, en Mil violines, su ensayo sobre la música pop:
“Y allí me di cuenta de que yo no era yo, que éramos todos. Y que esto estaba hecho desde el Yo, pero un Yo que era parte indisoluble del Nosotros (algo que con el tiempo he aprendido a reconocer como muestra definitiva de la creación pura, honesta), que era la voz de alguien que hablaba como miembro de eso que llamamos humanidad. Que te decía: esto es lo que me pasa a mí, ¿te pasa a ti lo mismo?”.
La respuesta es sí. La respuesta, cuando uno lee un gran libro es “¡Sí, eso es exactamente lo que me pasa a mí!” Y a continuación “Qué cabrón, qué fácil lo has contado tú”.
El género no-aburrido, la crisis y LA CRISIS
Pero esa en realidad es solo una parte del poso Amat. Sus novelas son sobre todo novelas no aburridas, así las llama él, aunque se queda corto, porque son novelas divertidas, divertidísimas. Escribir esto lo convierte en alguien sospechoso, lo arroja al pozo de alguna subcategoría literaria, para algunos que todavía no entiende que el humor puede ser algo muy serio. Da igual, ellos se lo pierden, que sigan sufriendo mientras leen. El caso es que Eres el mejor, Cienfuegos probablemente sea una de las novelas con situaciones de lo más desopilantes de las cuatro novelas de Amat: la irrupción ya mencionada de su Vespa en un sarao literario; el secuestro de una E gigante de un cartel de bienvenida a Barcelona; o —una de mis preferidas— los mendigos leyéndose entre carcajadas el horóscopo. Y sin embargo no es este solo un libro de humor. Cienfuegos es una tragicomedia, la historia de alguien sumido profundamente en una crisis sentimental (su mujer lo acaba de dejar), laboral (Cienfuegos, exnovelista de éxito, se dedica al periodismo cultural, a la payolay a reseñar “una obra maestra” cada fin de semana); es la historia de alguien que está cayendo —y como dijo el autor a todos nos gusta ver a alguien caer—, y eso permite al escritor barcelonés mostrar todos los pedazos en que se rompe el personaje, sin miedo a resultar patético o cursi. La alternancia de escenas descacharrantes con otras tristísimas no chirría en este carrusel tragicómico por una Barcelona rabiosa, en la que el telón de fondo es otra crisis, LA CRISIS, el 15 M, la acampada de la Plaza Catalunya… Amat ha dicho que no ha querido escribir una novela sobre el 15M (La Rabia, en su novela), pero es algo que tampoco ha podido obviar, que no puede obviar un escritor como él, que escribe con naturalidad sobre lo que pasa y lo que ve; con la misma naturalidad que otros cierran los ojos. Y sobre esa pantalla de fondo, mientras los manifestantes aporrean a la policía, se proyecta probablemente la fábula moral, el final esperanzador, optimista, el final feliz, la redención de Cienfuegos, para quien hay una segunda oportunidad, una salida, una victoria, a la que —esto es una impresión o debilidad personal— lleva, como un motor, un motorcito a lo largo de toda la novela, su hijo Curtis(Amat confiesa que se había prometido no escribir nunca sobre niños ni sobre escritores, pero aplica aquí lo que Cienfuegos, tan aficionado a las siglas, llamaría un NDDEANB, es decir Nunca Digas De Este Agua No Beberé), el pequeño Curtis, quien nos proporciona algunas de las escenas más divertidas y más tiernas del libro, “en un resumen perfecto de esta tragicomedia y un cierre del círculo para lo dicho anteriormente sobre literatura vivencial, pues Amat además de un gran escritor es todo un padre de familia de dos pequeños y terribles pelirrojos”, concluyo mi intervención.
Después es el turno del autor (yo recordemos, era solo el sparring, el egoísta –como delata esta crónica—, el torpe, el mamón) y mientras Kiko lee algunos fragmentos de Eres el mejor, Cienfuegos y fuera sigue lloviendo y el público sigue bebiendo cerveza yo pienso en que quizás he hecho lo adecuado. Después de todo, ¿qué tienen de punk-rockers unos pantalones pitillo y escoceses comprados en Zara?
Publicado en Gara
UNDERGROUND MANIFIESTO by carlos Salcedo.
“La cultura oficial sale a tu encuentro, pero al underground tienes que ir tú”
Frank Zappa.
La fiebre golpea con fuerza la sien y se derrama por la cama y por mis dedos.
Cuando José Manuel Vara me sacó de mi ensimismamiento etílico para liarme en otro de sus descabellados proyectos me vi obligado, entre agotados suspiros, a sacarme la mano del calzoncillo y preguntarme el qué y el porqué de todo esto.
Es difícil definir qué es el underground. Hablando de arte, que es lo que nos concierne ahora, se podría decir que es la rama situada por debajo de lo comercial y establecido. Pero, en un giro extraño (o quizás no tanto) de los mecanismos sociales a la vez sirve de raíz y abono para esto último, ya que, irónicamente, muchas veces el underground acaba convirtiéndose en la moda, e incluso suele ser utilizado de excusa por avispados cerebros del marketing para darle la vuelta a la tortilla y convertirlo en otra etiqueta destinada al consumo de un sector de público específico, con lo que, a veces, pierde todo su valor e inocencia a la vez que su razón de ser y pretensiones. No obstante esta falta de sinceridad afecta más a los imitadores que a los pioneros y suele ser fácil de detectar por el ojo atento. El paso del underground a las alturas muchas veces es misterioso y no responde a características fácilmente visibles. ¿Quién podría imaginar que un escritor como Charles Bukowski, que publicaba sus delirios en periódicos underground y revistillas de poesía y cuyas únicas líneas temáticas eran sus borracheras, resacas y aventuras en curros de mierda, podría acabar convirtiéndose en uno de los escritores más populares y vendidos del siglo pasado? Sin duda alguien lo imaginó, su editor John Martin, que se jugó todas sus pertenencias a la carta del viejo indecente, y ganó.
Gran parte del arte que acaba siendo consumido por las masas florece en las cloacas del underground. Podrían citarse cientos de casos fácilmente analizables a posteriori pero no tanto en su germen. ¿Cómo imaginar, a principios de los 80, que bandas de música como Metallica, Megadeth o Slayer, compuestas por niñatos granujientos y desaliñados escupiendo riffs absurdamente veloces y atronadores acompañados de letras que eran odas a la violencia serían los que, años después, llenarían estadios y venderían millones de discos? ¿Cómo explicarle hace décadas a George A. Romero o a Tom Savini que, a principios del siglo XXI, el género de los muertos vivientes sería uno de los más rentables dentro del engranaje de Hollywood, moviendo millones, con series en prime time y películas protagonizadas por grandes estrellas, sin que se partieran de risa y te pidieran un poco de lo que te estabas metiendo?
La cuestión llegados a este punto sería dilucidar si al llegar a las masas el underground deja de ser sincero, y eso lo determina la integridad del artista, porque el underground nace de la sinceridad, de la integridad.
Cuando una persona decide emprender la agotadora carrera de expresarse por medio de alguna disciplina artística ante él se abren dos senderos, sobre sus hombros se materializan dos personajes que le susurran al oído. Uno de ellos le dice que se fije en lo que está pegando en ese determinado momento, que se fije en lo que está en lo más alto de las listas de éxitos, en lo que da dinero, y le aconseja que produzca una imitación de ello para alcanzar la gloria lo más pronto posible. El otro le aconseja que solo escuche a su interior, que dé forma a toda esa rabia y frustración, a esa angustia y dolor, y la exprese de la forma que considere más sincera, sin importar que resulte incomprensible o ridícula para los lumbreras que se apresuren a juzgarla, le aconseja que no flaquee ante la incomprensión, el silencio o los dedos acusadores. Por supuesto ninguno de los dos senderos garantiza el éxito, eso depende del destino, que sin duda es un cabrón cruel que se divierte con las cabriolas más inesperadas, pero, aún asumiendo el más que seguro fracaso, aquellos que son sinceros con sus convicciones al menos pueden morir enarbolando un satisfactorio corte de mangas eterno, y descansar en paz, en el infierno.
Este libro podrá ser bueno o malo, eso lo decidirá el paladar del lector, condicionado por sus gustos y apetencias en el momento de su lectura, pero desde luego afirmo, con la cabeza bien alta, que es sincero, y ya es más de lo que te ofrecen tus políticos y dirigentes, sin ir más lejos.
Para la selección de textos que te brindamos a continuación hemos apostado por lo más bajo, por escritores desconocidos que en su mayor parte no han publicado nada, en muchos casos por autores que dan sus primeros pasos en esta carrera de fondo, que pueden tener un estilo fallido o sin pulir, pero que se expresan con sinceridad, que gritan con ilusión y rabia, que aúllan a la luna impulsados por una angustia más grande que ellos mismos. Algunos autores están asomando la cabeza en este frío lago y dando que hablar con sus blogs y publicaciones, como es el caso de Mario Rodríguez Díaz (Rorschach Kovacs), otros son tan undergrounds que ni siquiera se molestan en hacerse un blog, como es el caso de Ruben Jaular, cuyas aportaciones me llegaron escritas a bolígrafo en folios sospechosamente manchados. Se ha apostado por la sangre joven (Mikel García Santos tan solo tiene 21 años). Se ha apostado por la rabia, la violencia, la contracultura, los malos modos, la inocencia, la ilusión, el dolor, el inconformismo, la duda... Se ha apostado por el más puro underground.
El underground tiene distintas capas y adopta distintas formas, aquí encontrarás muchas de ellas, leerás distintos enfoques, distintas aproximaciones, distintas normas y reglas, pero, para que nos entendamos, ninguno de estos autores está intentando ser el siguiente Ken Follet. Solo están intentando encontrarse a sí mismos, encontrar su voz, su público, algunos puede que ni estén buscando nada de esto y simplemente sigan su inercia autodestructiva. Nadie sabe cuantos se quedarán por el camino, cuantos tirarán la toalla, si alguno alcanzará el reconocimiento o si les espera la demencia y los contenedores. En cualquier caso siempre se podrá tener este volumen como muestra del panorama del subsuelo en un determinado momento del tiempo y el espacio. Aquí es cuando llegamos al porqué.
El porqué de este libro también responde a un impulso, a un deseo sincero, el de José Manuel Vara y un servidor, enfermos enamorados del underground, de bucear entre los escombros y extraer las perlas más valiosas bajo nuestro prisma, por supuesto siempre subjetivo y sujeto a error. El caso de Vara tiene mucho mérito, el tío ya tiene una edad, una familia, un trabajo, obligaciones, y aún así mantiene la ilusión, casi infantil, de descubrir estos tesoros y enseñárselos a todo el mundo, para que vean lo que él ve y sientan lo que él siente, para ello emplea su valioso tiempo, de forma desinteresada, en hacer llegar este tipo de obras a la gente, ya de por sí bombardeada por el exceso de oferta e información, apática y desconfiada, y el cabrón ni siquiera pide nada a cambio. Es la filosofía del underground, el apoyo mutuo, el sentimiento de hermandad y pertenencia, la sana rivalidad por encontrar los tesoros en el fango y mostrárselos a otros enfermos como tú, porque, cómo decía Zappa, si has llegado hasta aquí es porque has venido tú. Vara y yo simplemente hemos realizado un pequeño trabajo de campo para ahorrarte parte del camino. Y lo seguiremos haciendo mientras el cuerpo y la ilusión aguanten las embestidas. Puede que esto sea el principio de una colección (su hermana Underground Girls va por el segundo volumen) o puede que no, en cualquier caso la propuesta será siempre la misma, bucear en la mierda y salir sonrientes con tesoros que mostrar. Me recuerda a cuando de pequeño iba con los amiguetes a un vertedero cercano a mi casa en los extrarradios de Madrid en busca de extraños objetos, restos de juguetes y revistas, roídos peluches, bellos artefactos sin utilidad aparente pero que llamaban tu atención y estimulaban tu imaginación. Por suerte hay cosas que nunca cambian, por suerte la ilusión es la misma en este momento que entonces, incluso tras las innumerables hostias que me ha dado la vida con el caer de los años.
Aunque siempre se ha caracterizado por su situación miserable y tormentosa se puede decir que vivimos buenos tiempos para el underground, las nuevas tecnologías son un arma poderosa para los buscadores intranquilos, los frentes que se han abierto con las ediciones digitales y la distribución por Internet no pueden tomarse a la ligera, constituyen el sueño de los que siempre han apostado por un camino alternativo, por los que no se resignan a que sus gustos, a que sus vidas, sean dirigidas por unos caminos previamente asfaltados. Sin la tiranía de las editoriales y el yugo de papel es la hora de que el underground se expanda como la enfermedad que siempre ha sido, una enfermedad que es a la vez un antídoto contra la manipulación y los muertos vivientes, por todo ello la labor que está realizando Vara y su tentáculo editorial Neurotika Books para acercar de forma independiente y gratuita todas estas obras al público es digna de respeto y elogio sea cual sea tu postura al respecto de la propuesta.
Mi mérito no es tan grande como el de Vara, no hago nada en mi día a día salvo beber y mendigar, penar en solitario por las calles desiertas y mirar a las paredes desconchadas. Solo he servido de apoyo moral en la distancia y he aportado unas cuantas recomendaciones de autores, los tesoros que he encontrado en mi vertedero particular. También he aportado un puñado de poemas que tenía tirados por la habitación y un relato viejo bastante extenso, del principio de mi producción. Lo he decidido así ya que pese a tener material que considero más afinado este representa mis inicios y contiene ese espíritu underground y violento de manera intacta. También estoy escribiendo esto, y no creas que no supone un esfuerzo tremendo, hace frío, dentro y fuera, y me estoy constipando, además he tenido un día de mierda. Llevo tres días sin dormir porque estaba persiguiendo a un tipo que me debe dinero, conseguí localizarlo hoy a las 7 de la mañana. Por suerte el encuentro no fue excesivamente violento y aunque no conseguí la pasta sí conseguí una fecha límite para el pago tras varias amenazas. Eso, la creciente fiebre y la falta de sueño me pusieron bastante tenso y corrí a refugiarme en mi habitación de alquiler ante el aterrador amanecer y el florecimiento de las personas que, como hongos, empezaban a surgir por todas partes. Una vez allí me dirigí al baño para echarme agua en la cara e intentar relajarme, pero para ir hasta allí tenía que pasar por la habitación de uno de los inquilinos, que sufre síndrome de Diógenes. La habitual peste me abofeteó una vez más, pero esta vez, presa del cansancio y la fiebre, provocó que se me cruzasen los cables. Derribé la puerta de su habitación de una patada. No estaba en su interior, pero sí toda la basura acumulada durante siglos de la que surge el inenarrable hedor. Agarré un puñado de bolsas de basura y comencé a llenarlas indiscriminadamente con todo lo que encontraba a mi alrededor, de forma demente, mientras sufría violentos tics y arcadas, entre gritos. Lo metí todo en las bolsas, restos de comida, prendas de vestir, latas, botellas, revistas, crucifijos, una bolsa de plástico con un excremento dentro, comida de perro, ceniceros, bufandas, mecheros, bolígrafos, pelotas de golf, libros, cartones... Llené 14 bolsas de basura, 14 bolsas de basura, 14 jodidas bolsas de basura, y tras llenar esas 14 bolsas de basura miré a mi alrededor y parecía que no hubiese hecho absolutamente nada. Me retiré a mi habitación derrotado, dándome cuenta de que hay cosas contra las que es imposible luchar, la locura, la mierda, el descontento, la fiebre y los gérmenes que me invaden por momentos y a los que siento apoderarse de mi cuerpo mientras tecleo y sudo tirado en la cama... pero al menos, y esa es la tabla de salvación de muchos de nosotros, pobres náufragos, podemos escribir sobre todas estas cosas.
Y así es el underground, los vampiros que van al instituto han quedado lejos, las recetas para el soufflé de chocolate han quedado lejos, los misterios de la capilla sixtina han quedado lejos, el siglo XVI y sus intrigas políticas han quedado lejos, las tramas detectivescas al amparo de códigos bíblicos han quedado lejos... Solo queda la mierda rodeándote, la tristeza y el vacío cubriendo el hueso, las cicatrices en los brazos, las arrugas en la frente de tanto fruncir el ceño, los callos en las manos, el agujero en el dedo gordo del calcetín por el que asoma una deforme uña amarilla... y, sobre todo, queda el deber de narrarlo, no para conmover ni para iluminar, eso también quedó lejos, sino como una lucha y un deber con uno mismo, sin perfumes ni apariencias, ser capaz de quitarte la máscara en mitad del baile de disfraces, la crónica de una lucha sin fin en un mundo a la deriva, una hemorragia mortal que intentas cubrir con una hoja de cuaderno, como poner una tirita en un miembro amputado, igual de inútil, igual de inocente. Seguramente los chicos del underground no merezcamos más, seguramente la humanidad no merezca más, y muy probablemente merezca menos.
Estoy agotado. Los brazos del ángel tiran de mis hombros hacia atrás, por suerte aún lo veo sonreír mientras sus alas se deshojan.
Me largo de este puto texto, ¡adiós zorras! Ahora sólo quiero cerrar los ojos y tener una buena pesadilla que me evada de todo esto. Como las que vas a encontrar dentro de este volumen de puro y auténtico UNDERGROUND.
UNDERGROUND BOYS, Una antología traumática de José Manuel Vara y Carlos Salcedo Odklas. Con textos de : Jorge M. Molinero, Jordi Capde, Andrés Mauricio, Trevor Kusuhara, Carlos Alabedra, Ricard Millas, Felipe Zapico, Felipe Osorio, Carlos Salcedo Odklas, José Manuel Vara, Mikel García Santos, Ruben Jaular, Mario Rodriguez Diaz.... Aparecerá en formato digital gratuito en Febrero de 2013.
sábado, 9 de febrero de 2013
EL HOMBRE SOLO by Chema González.
Un hombre arrebata a otro hombre todo lo que posee, el primero era feliz o relativamente feliz, no más feliz de lo que se puede ser hoy en día. En principio, digamos que no sabía lo feliz que era. Ese hombre andaba perdido, con una esposa que lo amaba con un hijo que lo adoraba, pero arrastrando un vacío, el mismo vacío que todos notamos. El otro hombre se lo quitó todo, por la única razón de no apreciar el valor de su suerte, también por envidia. El otro hombre lo dejó absolutamente solo, sin un mínimo de escapatoria. Y pensemos un momento en esto, ABSOLUTAMENTE SOLO. El primer hombre, el de la suerte, al principio sintió desesperación, después rabia, muchísima rabia, y por último tristeza, la mayor tristeza que se puede sentir, la de no haber sabido disfrutar lo suficiente de lo que tenía. Más tarde enloqueció, más tarde intentó quitarse la vida. No se lo permitieron. El hombre que lo ha despojado de todo deja transcurrir el tiempo mientras se esfuerza en que el hombre que lo tenía todo comprenda que está ABSOLUTAMENTE SOLO EN EL MUNDO. Cuando todo ha pasado, un hombre va a visitar al otro, y le ofrece su amistad, le tiende la mano. El HOMBRE SOLO piensa un momento en abalanzarse sobre él y arrancarle de un bocado la nuez, de sacarle los ojos, de hacerle todo lo que él le hizo a su familia multiplicado por mil. El hombre que ha matado a la familia del HOMBRE MÁS SOLO EN LA FAZ DE LA TIERRA sabe lo que piensa su futuro amigo, lo sabe porque lo ha visto muchas veces. Se marcha y lo vuelve a dejar en su celda, anónimo, borrado, pensando en su presente y en su futuro, pensando en su soledad. El hombre que ha masacrado a la familia del hombre solo, vuelve a ofrecerle su amistad. Acepta. El hombre solo no tiene otra salida, porque definitivamente es lo único que puede hacer y entiende que ahora tiene un amigo y que si mata a este amigo ya no tendrá a nadie y entonces tendrá que morir y no estaría mal si no fuera porque en lo más recóndito de su alma hay una voz que le dice: Adelante, un pequeño acto de amor, un pequeño acto de egoísmo. Qué otra cosa puede hacer.
Chema González, del blog Esgarracolchas.
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