el de los convoys subterráneos.
Se ruega a los pasajeros
guarden prudencia.
Ya están aquí los monos ridículos,
los gobernantes del periplo humano.
El aire es una epidemia de somníferos,
recesión, miedo y partículas de polvo trastocadas.
Sometidos al zarandeo de los mandatarios
mis vagabundos me imploráis con vuestros rostros.
Acecha el semblante de aquel que no sabe dónde dormirá
y la postura del opulento que custodia el oro.
Se me antoja letal el llanto de ese niño,
lóbrego canto abogando a la pericia.
Su madre lo arrulla piadosa
ya enterada del óbito como única certeza.
Las doncellas y muchachos anhelan la perpetuidad
y no saben lo que eso significa realmente.
Sobre todo los días lúgubres,
lo que aquí es siempre.
Yo, capitán de esta gruta
os escoltaré en vuestro insomnio,
y rogaré a Satanás que apague este averno
antes de ser totalmente devorados por los cerdos.
Sí, haremos frente a los cerdos
y a los monos ridículos.
Apenas seremos cien más veinte,
mas no han de gobernar este vagón de inocentes.
Escaparemos del prolongado carruaje
y se acabará el tiempo del crimen.
La lluvia también traerá sangre, pero será nuestra lluvia,
y será la sangre de nuestros difuntos libres.
Ni Gara
No hay comentarios:
Publicar un comentario