Me gusta
compartir silencios.
Ellos
se entienden genuinamente.
Estado con estado
mirándose a los ojos
hasta lograr
cegarse a sí mismos
evadir los porqués
entre sus indolentes ecos
eludir los hálitos
que ocultos anidan
en los profundos huecos
de las bocas amargas.
Ellos se comprenden
a la perfección.
Saben
de lo que no hablan
de lo que no se cuentan
saben
de lo que no se sabe
y
no se traicionan
con las palabras.
Concha González,
de Mar de Espigas.
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