miércoles, 13 de febrero de 2013
LA MUERTE Y LA MUJER. Guillermo Jiménez Fernández
A George Carlin y a Anibal Nuñez, in memoriam (y con plagio)
Después de su tercera tanda de toses de aquella noche, Alfonsa pareció ver algo o a alguien al fondo de su habitación entre las cortinas estampadas con motivos navideños y margaritas desteñidas, el aparador con candelabros sin velas y un espejo de metacrilato, dicha visión le pareció bastante extraña ya que a sus cincuenta años recién cumplidos la única visita que había horadado su morada, unas siete veces mal contadas calculó, fue la de su difunto marido que tanta paz lleve como descanso dejó.
Tachenka medía cerca de tres metros o eso le pareció a Alfonsa que postrada en su cama de sábanas amarillas, se reconfortaba tan solo con una fotografía en la que aparecían ella y sus siete hijos posando como para un viaje al purgatorio, fotografía sin cristal que reinaba en una mesilla de tres patas a su izquierda y que con el trozo de ventana que no tapaba la cortina eran su mundo desde hacía un par de meses, pero Alfonsa no sabía quién ni qué era Tachenka.
Tachenka tosió con más ímpetus aún que Alfonsa, agarró su frigorífico de mano que siempre llevaba repleto de botellas de Cardhu 12 years sobre un manto de piedras de hielo, sacó la primera botella que entalló, la abrió dando un mordisco al tapón marrón como las sombras del averno y de un trago dejó la botella tiritando.
Alfonsa tosió mientras sudaba como un pollo remojado, miró a su izquierda y vio un tapón de botella junto a la foto de familia pero no tuvo tiempo de asustarse porque escuchó una voz que podría sonar dantesca o aguardentosa a partes iguales que dijo:
-¿del Opus o de los Kikos?
Era Tachenka que disimuló como pudo su voz de pito, quedaba feo en tal armario empotrado de casi tres metros:
-dime, dime, ¿Escrivá o Kiko?
Alfonsa, ante tamaña voz alucinógena pasó de todo y miró los ojos rojos de Tachenka que ya bebía Cardhu 12 years a manos llenas.
De pronto Tachenka sacó del bolsillo izquierdo de su gabardina marca Colombo de color telón de lona, el tomo I de la Obra Poética de un tal Anibal Núñez y leyó:
-“Proclamamos individuos honorarios…” y también,
-“Si vana es la tarea de desmontar los santos…”
Y le dio otro lingotazo al Cardhu a palo seco.
Alfonsa pensaba que esto de morirse es muy raro pero en esos momentos se lo estaba pasando bien, de pronto cayó en la cuenta de que tenía que preguntarle algo a esa presencia gigantesca y constante aquella noche:
-Oiga perdone…, susurró Alfonsa.
-Sí, ya se, ya se, lo de siempre, remedó Tachenka con el morro del Cardhu por bandolera, eso debería usted habérselo preguntado a mi comercial pero ahora me acuerdo que se dio de baja por depresión u otros conceptos el pasado 22 de junio. Si, si, ¿Que qué hacemos con las almas cuando una persona muere, da igual que sea de los Kikos, del Opus, falangista, Anibal Nuñez o de la madre que las parió? Pues las tiramos a un tejado.
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