jueves, 26 de mayo de 2011

Dos reseñas de "¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!"



1- EN LA REPÚBLICA CULTURAL

Reseña completa

Algunos fragmentos:

(...) Oh, Janis es una novela contada en primera persona, de prosa vertiginosa y frases interminables, llena de lenguaje coloquial, con un personaje central entrañable, de polla enorme y antisistema, "el puto Dick Grande, el de la polla como una blakandéker y los besos con sabor a sangre dulce, tan dulce que las mujeres que besaba no la distinguían de la suya propia".

(...) Oh, Janis es una novela ácida, llena de humor (con situaciones tronchantes) y de mala hostia (continuadora del trabajo de demolición iniciado por el Celine de Viaje al fin de la noche), donde Patxi Grande Irurzun, sin lacha alguna, arremete contra todo y contra todos, dando estopa a diestro y siniestro, a la Iglesia, a los periodistas, a los políticos, a los biempensantes, a las mujeres, a los hombres, a la revolución cubana y a sus iconos, a la burguesía y al proletariado, a la kale borroka

Oh, Janis es una novela seminal, repleta de pajas, de sex-shops, de putiferios, de muñecas hinchables con rostro de Margaret Thatcher, de prodigiosas prostitutas orientales que fuman con el culo o abren cervezas con el coño, de travestis, de escarceos sexuales de todo tipo (en la línea de aquel erotómano llamado Sade), de guiris adinerados pagando a niñas, de pelis porno (amateur) de nombres imposibles y argumentos delirantes: Las corridas de Pamplona, París bien vale una picha, Guarrillera…

Oh, Janis es una novela guarrilla, rebosante de tacos, de pedos, de meadas, de basura, de alcohol y de vómitos, de lenguaje escatológico, de eructos… en la estela de ese otro guarro que precedió a Patxi Dick Irurzun y al que llamaban Bukowski.

Oh, Janis es una novela de personajes secundarios inolvidables: la pareja de pornógrafos alemanes que no duda en pervertir a su propia hija, de ninfómanas insaciables, de mujeres hermosas y de personajes grotescos o deformados, de seres marginales…

Oh, Janis es una novela musical, con karaokes y cantantes de jotas, con clásicos de la canción casposa, con imitaciones de Meat Loaf, con canciones de AC/DC, Led Zeppelin, Whitesnake, Motorhead… pero también de Barón Rojo, Barricada, Las Superputas, o de La Gran Perra en Celo, Dick Grande y sus Cachorrillos Pajilleros, genuinos pioneros del malogrado porno-rock radikal vasco…

Esperemos que a Patxi Irurzun no le pase como al héroe de la novela, "como nadie sabía quién era Dick Grande, y si llegara a saberlo algún día se avergonzarían de mí, me fusilarían con katxis rebosantes de kalimotxo como sangre espesa, con titulares como sentencias del Diario de Navarra, con balas de plata ungidas en agua bendita o con nueve milímetros parabellum"; y de una vez por todas su talento, poderosa Blakandéker, acabe rompiendo las barreras y sea reconocido.

(...) ¿Cuántas editoriales, grandes o pequeñas, se hubieran atrevido a apostar por una obra de las características anteriormente mencionadas?

JAVIER SERRANO



2- ¡OH JANIS...!, según Esteban Gutiérrez BACO



Vuelve al Patxi más cañero, corrosivo, irónico, bestial; el más provocador, heavy, acerado; el imparable, el trasgresor, el brutal. El Patxi más irreverente que en esta novela no deja títere con cabeza, ni en su ciudad (Pamplona) ni en la hipócrita sociedad en la que nos toca vivir.

Con ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Memorias de una estrella del porno (amateur) estamos ante El Quijote del siglo XXI. Al igual que hace más de cuatrocientos años Cervantes escribía la primera novela moderna, las historias del hidalgo Alonso Quijano, un hombre enloquecido por la lectura de libros de caballerías, nos encontramos ahora con Dick Grande, un personaje creado por Patxi que se vuelve tarambana por la visualización y el consiguiente ejercicio onanista frente a vídeos pornográficos...


Al igual que Cervantes inventa un personaje enajenado que se dedica a luchar contra la sociedad del momento, y del que se sirve para mostrar su maestría en la ironía, su saber reírse de todo y de todos ( el hacer sabio al tonto e imbécil al ilustrado), pues de la misma manera Patxi se sirve de Dick Grande (el barrendero heavy pamplonés, el soñador, el justiciero, el que quiere cambiar el mundo a golpes de cachiporra, el borracomplejos) para dar hostias a todo lo que se menea y no le gusta, al conformismo social, a la hipocresía establecida, al chanchulleo político. Pero no sólo eso, no sólo quiere reírse de todo, también quiere provocar y busca las mayores irreverencias con su personaje, que lo mismo se zumba a una mulata en el museo de La Habana, frente a la foto del Che, que se la casca en la fila de acceso a Notre Damm en París; lo mismo pervierte a menores, que pone a curas y monjas a jugar a hacer hijos, eso sí, las monjas con el cepillo depilado en forma de cruz o ellos dejando su leche sobre el cáliz de la comunión. Pero la hostia en la mesa dolerá mucho más a los pamploneses, cuando descubran la propuesta de cambio de su santo, San Fermín, por otro más bien armado al que reverenciar de verdad. Los meneos a la sociedad mojigata e inactiva, tanto de los extremos al centro, serán un terremoto. Así, pasarán ante nuestros ojos desde una dama de la derecha que tiene la fantasía de que se lo hace con un terrorista a un insatisfecho que derrama su líquido de vida sobre los pamploneses en las fiestas de San Fermín disfrazado del cabezudo Verrugas.
Dick Grande que lo mismo quema banderas (de España, de EEUU, la ikurriña) o se limpia el pito con ellas; que canta el “a san Fermín venimos” con la cachiporra en la mano en vez del Diario de Navarra enrrollado, cuando no ofreciéndole una lluvia dorada al Santo o haciendo amigos en Cintruénigo o Fustiñara a raíz de lo bien que la succionan sus mozas.
Caña al mono, a los proetarras y a los españolistas, a los peteuves (pamploneses de toda la vida) y a los guiris sanfermineros, a los políticos y a los meapilas.
Quizá la ironía utilizada sea más explicita que la que utilizó Cervantes, pero se compone de los mismos materiales: una escritura perfecta, dibujada con maestría en los tiempos, una escritura intensa y emotiva, aparentemente irreflexiva, pero muy meditada. El ritmo narrativo es mantenido desde el primer párrafo y no nos encontraremos con momentos valle, en los que poder respirar. Eso sí, las paradas se producirán cuando la sonrisa aflore a sus labios o, en más de una ocasión, la carcajada les haga cerrar el libro por un momento.

Dick Grande, un tirillas e iluso barrendero de Pamplona, cantante de un grupo heavy, con la melena hasta el culo y una polla como una botella de coca-cola de dos litros, anda suelto por este libro. No le pierdan la pista

Puedes pedir la novela en librerías o comprarla por Internet en FNAC, Casa del libro, Elkar...

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