lunes, 14 de febrero de 2011

SUR O NO SUR by Damego.


Todos hemos oído hablar del Sur,
ese paradójico lugar
del que tantos quieren escapar
y al que unos pocos sueñan con llegar...
 
Celia me lo dejó bien claro: nunca te enamores de una mujer porque al final puede ser que ella gane algo, pero tú siempre saldrás perdiendo, las mujeres somos así, apostamos a ganador para salir adelante, no nos queda otra, y cuando al pavo se le afloja el futurante adiós si te hemos visto no me acuerdo.
Yo trataba de embaucarla con carantoñas y algún pase de mano, como para hacerle sentir la piel y que no todo es polilla y comegén en la vida, pero ella estaba muy ensimismada en su siento que me jodes la vida o te la jodo yo y no pude disuadirla un poquito. Le dije pero qué importa si dura un buen rato y eres feliz nomás mientras tanto...
Mira, Dany, yo sé que tú juegas a ser un buen tipo y por eso te respeto un poquito más que a los otros, pero sabes que en esto no me puedes ayudar un carajo. Hay leyes que están por encima de los papeles y las jodiendas de abogados y jueces que acá os defienden como sirvientes bien organizados. A mí me tocó nacer del otro lado y vivir en un mundo donde la ley se escribe con sangre en la piel del que no cumple las normas. Y no me estoy preocupando de mi propia piel. Te hablo de otras pieles con mi misma sangre.
Que les jodan, ¿de verdad crees que se van a molestar en ir a por tu familia si te pierden el rastro?
Por supuesto, no los conoces, es su negocio, irían hasta el fin del mundo, pero no lo necesitan, tienen allá la gente necesaria para que yo siga siendo rentable. Mira, en verdad te digo, aléjate de mí, sólo soy un problema que añadir a tu vida. Te digo esto porque te amo, eres el único hombre que me ha hecho sentir una mujer en este tugurio de mierda. Sólo porque estás loco.
Bien, analicemos mi locura: ¿me llamas loco por estar enamorado de ti como un perro ciego, crees que me voy a quedar impasible y muerto de miedo mientras te mantienen alejada de mí porque has de terminar tu "contrato" y no tengo dinero para cancelarlo? ¿eso es lo que esperas del amor, Celia, eso es lo que has aprendido en tus jodidos treinta años de jinetera revolucionaria?... ¡Joder, eres una licenciada en filosofía, ¿en qué absurda esquina del parnaso te bajaste las bragas para siempre jamás?!
Eres un maldito chiquillo, sabes que me conmueves con tu preocupación pero se acabó el tiempo, ya tienes tu polvito y he de bajar a la barra a por otro cliente. Me vendrían bien un par de ellos esta noche, para cubrir la flojera de ayer, parece que hubo un partido de fútbol importante, pero otras dicen que fue la noche, el menguante, en este país de vencedores le temen a la luna cuando mengua.
Déjame acariciarte un poco más... tu piel es como agua, me recuerda el rocío en las hojas al amanecer, cuando salíamos de caza, mi hermano y yo, ya te he contado, las liebres, los ratones, al final todo lo que se moviera. Aún siento la suavidad del metal, como piel, y de las hojas húmedas en el amanecer... las confundo... tu piel es una más, una extensión de aquello que sentía, y me duele tanto dejar de tocarte, pensar que otros te tocan...
Dany, Dany, Dany... no sé cómo explicártelo, adoro tu romanticismo, me halaga tu candor... ¡¡pero no eres un puto futurible para mí, no sin graves problemas!! Creo que será mejor que busques otra chica para aliviar tu soledad.
Si no me quisieras no dirías eso... me la quiero jugar por ti, ¿pasa algo? ¿acaso un hombre no tiene derecho a darlo todo por la mujer que ama?
Estás loco, mira, ya llaman a la puerta, ese es el tiempo que nos toca soñar, loco, loquito de mi corazón...
 
Apoyado en la barra del bar, le pido a Luis una cerveza, no quiero irme. Sé que mientras no tenga un nuevo cliente seguirá a mi lado, hablándome del mar, de las caracolas que buscaban para los turistas en inmersiones fugaces, de las ostras que sacaban al mediodía, cuando aún eran púberes felices recolectando en las tranquilas aguas los aperitivos de los turistas tostándose al sol implacable en las hamacas, bajo los parasoles de hojas de palma, descifrando para ellos el sortilegio del molusco crudo repeliendo la lima con un gesto de contracción íntima, dolorosa a su vista. Y luego me contará los saltos pretenciosos de los aborígenes desde el acantilado, y después...
¿Tú de qué coño vas, asturiano? Aquí se viene a follar y dejar la plata. Me parece que te estás equivocando con la Celia.
¿Tú crees? ¿te parece que se la meto de medio lao?
Me parece que confundes meter con poseer. Aquí los únicos que poseemos algo somos nosotros. Te voy a contar una anécdota que le pasó a uno como tú. Venía para acá en su hermoso cochecito y antes de cruzar la entrada le pasó un tractor por encima. Ya sabes, el hombre venía de noche de abonar una finca. Al otro lo sacaron los bomberos de entre los hierros con la mierda hasta las orejas. Tuvo suerte que la cara le quedó así, como de mártir, y su mujer lo pudo reconocer en la nevera.
¿Me estás amenazando, Roger? ¿acaso te permiten perder los papeles con un cliente habitual?
Sabes que me caes bien, no me lo permitiría si no me hubieran pegado el toque los que mandan. Y para ellos no es nada personal tampoco, sólo vigilan sus inversiones. ¿Tienes nueve mil euros? Eso es lo que debe la chica en este momento. A partir de ahí podemos empezar a hablar.
Y si saco el machete del maletero, podemos hablar de otra manera.
Joer, con el pelao, estás hablando muy fuerte. Y si en vez de atropellarte te dejamos seco de un tiro en el estómago y que lo rumies? Cualquier cuneta es buen para morir.
¿Qué te apuestas, cabronazo, a que me la saco de aquí esta noche y no nos tocáis ni un pelo?
¿En serio crees que se iría contigo sabiendo lo que le espera a su familia en Cuba?
¿¡¡Quieres que te parta la botella en la cabeza, coño madre!!?
Vale, vale, tú sigue así y verás cómo acabas.
 
¡Eh! Qué son esos gestos, ¿ya estás otra vez salvando a tu dama?... Quiero que te vayas, Dany, así no puedo trabajar.
Trabajar con quién, si aquí no hay casi nadie, otras pueden hacerlo.
Necesito el dinero, Dany.
Puedo darte un poco más.
Ufffff... cariño, me estás volviendo loca, es mi trabajo y tú no puedes librarme de él, y aunque pudieras no estoy segura de aceptarlo. Estoy harta de deberles dinero a los hombres, tampoco te lo quiero deber a ti.
Lo dices porque no lo tengo.
No, Dany, lo digo como lo siento. Cuando acabe con esto no quiero deberle nada a un hombre jamás, jamás, ¡jamás!... ¿Lo entiendes?
Yo soy diferente, en mí puedes confiar.
Sólo porque estás enamorado. Hoy estás enamorado... ¿y mañana? ¿crees que podrás soportar todos los cuerpos que se me echan encima a diario? ¿todas las poyas que pasan por mi boca?
¡¡Calla!!... cómo puedes ser tan cruel...
Mi amor, necesitas un psiquiatra, nunca debiste enamorarte de mí.
El amor es así, como un perro rabioso que se te echa encima y te muerde y a partir de ahí todo es enfermedad y mala sangre y uno quiere morder aunque sea a su puta madre, sobre todo a esa, que nunca lo protegió del perro, ni siquiera le habló de él. Voy al coche a por el machete. Y tú te vienes conmigo.
¡¡Estas loco, loco, borracho, loco, ni se te ocurra Dany!!
 
Salí del local, eché una buena meada sobre el mercedes del jefe, ya le tenía echado el ojo, y abrí el maletero del fiesta para extraer el machete del fondo, debajo de la manta roja que uso como enmoquetado. Es un viejo machete de cortar caña que me traje de uno de mis viajes al sur, un viaje de trabajo que me había dejado cierto rastro de resentimiento con el mundo y conmigo mismo. Quizá tan sólo porque esperaba algo más de él. Pero los viajes son tan sólo eso: itinerarios que uno resuelve con mayor o menor fortuna.
Me lo puse a la espalda, envainado en el forro de tela que mi exmujer me había confeccionado cuando regresamos (¿o quizá fue mi exsuegra?) y entré de nuevo en el puticlub como un arquero de la edad media, sin arco y con sólo una flecha, sólida, bien afilada, de unos setenta centímetros de largo por doce de ancho en la curva delantera, donde rompe la línea para atacar con eficacia el tallo.
 
Roger era un buen secureta, aplicado en el gimnasio y con cierta mezcla de artista marcial indefinible, pero él mismo me había comentado en una ocasión que ante un arma de esas proporciones lo mejor es salir corriendo. Y eso fue precisamente lo que hizo cuando me vio desenvainar el arma con una mirada de suicida.
Celia no daba crédito a lo que estaba sucediendo, pero cuando la sujeté firme por la cintura mientras blandía el machete cortando el aire entumecido por el humo del tabaco, no opuso resistencia.
Luego me contó que en ese momento le vinieron a la mente ciertas historias infantiles de príncipes azules rescatando princesas de la torre, aunque sabía que en esta ocasión la torre era muy baja, y se dejó llevar como en un vuelo hacia la libertad de la calle suburbial, como en un trance hipnótico, fuera de su razón, embriagada por el gesto heroico del guerrero.
Subimos al fiesta y nos alejamos del lugar sin mediar más palabras que un estás loco, Dany, mi amor, estás loco...
 
Damego

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