“Summer, déjate amar...”
con un titulo así le podría dar inicio
algún escritor a un nuevo poema,
creyendo que es un bello comienzo de gran imaginación ,
sin saber
que la fuerza del poema, su fuego... toda la dinamita
se esconde entre sus líneas,
como un francotirador sin escrúpulos
un francotirador que hace hervir tu sangre a borbotones,
o poner bailando en temblores tu piel,
que se te humedezcan los labios,
se te derrita el corazón, como mantequilla barata,
o la misma entrepierna con altas temperaturas...
cualquiera de esos estados tendría que proporcionarte
el francotirador que se esconde
entre las líneas de un poema
y si así no ocurre
eso no es un poema, colegas,
bien pudiera ser una receta de la nueva cocina moderna,
un comentario sobre las mareas altas y bajas,
un pequeño texto sobre toponimia,
o que sé yo...
“Summer, déjate amar, Sam...”
pero no, él cree que el hechizo de la poesía
se encuentra en la estética de esas líneas,
que los poemas son bellos puzzles de palabras,
cartuchos sin pólvora pero bien decorados
el escritor de juegos florales y demás carnavales
no lo entiende, no lo quiere entender,
y se refugia en las becas peter pan de los mass media
en las palmaditas en el hombro que le regala el sistema,
se refugia en toda esa mermelada caducada
y se aleja, cobarde y ciegamente,
de los contaminados olores de las calles
de los sudores pegajosos de las tabernas
de las miradas violentas
de las babas de salvajes labios
de los arrogantes y amenazadores uniformes
de las hinchadas y muertas venas
de las pollas ardiendo
de los coños húmedos
de los filos de navajas que no dan un paso atrás...
Intenta escribir algo,
pero la hoja o la pantalla que tiene delante
aparece tan pálida como su rostro,
tan vacía como sus venas.
“Summer, déjate amar, Sam...”
y piensa que vive
en una primavera.
Traducción de un poema de su libro en euskara Bilbo Dub
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