Sonaba otra vez la polonesa nº 6 de Chopin. Era de madrugada. Tocaba ludwig schliszterling, pianista afamado con el que tuvo un ligero roze que de sexual sólo tenía lo que aquel haya querido fantasear en sus momentos de soledad. Hacía unos meses no podría haber imaginado esta situación. Viuda, sola, muriendo. Su marido salió corriendo con la lengua fuera detrás de una jovencita enferma que le tiró los tejos. Lo de enferma lo repetía ella hasta la saciedad, no se puede explicar que una casi-adolescente se enamore de un casi-anciano. Sea como fuere, la hermosa joven se enamoró del viejo.
Unos años antes se había dado una circunstancia curiosa. El hijo de ambos era un talentoso estudiante de piano. Llegó a la pueblerina ciudad un célebre pianista y profesor que se interesó por él y también por su madre. Existió un acercamiento clandestino, pero sólo eso. Ella decidió no cruzar la línea. Se arrepintió profundamente cuando su marido se largó con la chavalita. Si al menos hubiese tenido tiempo de decirle que él se iba con una putita de veinte años, pero a ella la había acosado uno de los mejores pianistas del siglo.
-¡Pero tú no puedes saber lo que eso significa, subnormal profundo de los huevos!
Volvía a sonar la polonesa. Siempre le había entusiasmado. Le pidió multitud de veces a su hijo que la tocase, pero él nunca quiso, la odiaba. Era de noche. Estaba muriendo gracias al Nembutal, panacea de la vejez y, en su caso, de la amargura. Recordaba cómo le dieron la noticia. Su marido había muerto de un ataque al corazón. Aunque no le importó demasiado, ella ya lo suponía. La lurpia lo mataría, siempre había tenido dolores terribles que ella calmaba con cariño y paños calientes. Nadie le dijo que había dejado de tener aquellos tormentos físicos, que se encontraba como un jaguar, y que murió de un ataque al corazón mientras gozaba de una mamada de su amada.
El aparato estaba en función de repeat. La única relación que tenía con Ludwig era a través del aparato reproductor. El de CDs, porque el de su cuerpo estaba viejo, seco, maloliente e inservible. Se murió sola, ya que no hizo las paces con su hijo, que se fue con la amante de su marido cuando este murió. Siempre la había amado en secreto. Sonaba otra vez la vieja polonesa.
Ilustración & texto by Velpister
http://velpister.blogspot.com/
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