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Llevaba conmigo un ejemplar de Rojo y Negro. Hojeó las páginas. ¿Le gusta esto?
Sí. Primero lo leí en árabe. Ahora lo estoy releyendo en francés. Y añadí: La vida familiar de Julien es como la mía en cierto modo. Una cosa en particular es casi idéntica: Monsieur Sorel entregó a su hijo Julien al alcalde del pueblo por trescientos francos al año, y mi padre me alquiló por treinta pesetas al mes a un fumador de hachís que llevaba un café en el barrio de Ain Jabbaz, donde vivíamos en Tetuán.
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Entonces H. le preguntó a Genet por qué se alojaba en el Minzah si le gustaba la compañía de los marroquíes más pobres. Genet rió.
¿No sabes por qué?
No.
Porque soy un perro sucio. Me alojo en el Minzah o en el Hilton porque me gusta ver a gente elegante sirviendo a un canalla inmundo como yo.
Todos reímos. H. dijo: ¿Y por qué habrías de ser un canalla inmundo?
Porque eso es lo que creen que soy.
*
Estábamos sentados en la terraza del Café de París.
Pareces triste hoy, le dije.
Yo siempre estoy triste, y siempre sé por qué, replicó. Acepté su tristeza y no le presioné más. Yo tengo mis propias tristezas.
José Ángel Barrueco, de Escrito en el Viento.
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